El Litoral
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En una primera evaluación, los veterinarios dicen que no hay síntomas neurológicos y que parece estar en buen estado, pero para no estresar al animal todavía no van a realizar análisis de sangre.
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El aguará guazú que se refugió este lunes en una de las paredes de la Chopería Santa Fe, en el shopping La Ribera, pasó sus primeras horas en la Granja La Esmeralda en condiciones estables y sin síntomas neurológicos. Por ahora está aislado, para evitar el contacto con personas u otros animales que lo puedan estresar todavía más.
Hay que tener en cuenta que se trata de un animal “huidizo” y de hábitos nocturnos, que suele huir del contacto con las personas, y que ayer estuvo sometido a una situación muy estresante, por todo el operativo para rescatarlo y llevarlo a la granja.
“En estos primeros momentos, la idea es aislarlo de los ruidos y dejarlo lo más tranquilo posible, a la sombra y con agua. Nosotros vamos monitoreando si tiene apetito y cómo se comporta. Hasta ahora parece estar en buenas condiciones pero para confirmarlo es necesario hacer algunos análisis”, explicó Daniel Hunziker, jefe del Servicio de Veterinarios de la Granja La Esmeralda, en diálogo con El Litoral.
Cuando el animal esté más tranquilo, probablemente la semana que viene, los veterinarios deben estudiar si tiene alguna patología, ya que es habitual que porten parásitos y podría estar enfermo. “A primera vista parece ser un macho, pero no quisimos tocarlo demasiado para no asustarlo más”, aseguró Hunziker.
Una vez que se confirma que el animal está sano y termina la cuarentena comienza otra etapa. El personal de la granja debe evaluar si es factible liberarlo en su ambiente silvestre, en general zonas de bañados, islas, pastizales y montes, o si tendría dificultades para sobrevivir solo y debe ser destinado a un programa de cría y reproducción en cautiverio.
Cómo son los programa de reintroducción
En Buenos Aires, la Fundación Temaikén tiene un Proyecto de Conservación de Aguará Guazú, porque se trata de una especie amenazada.
Guillermo Delfino, que forma parte del equipo de cuidadores de Temaikén, explica que para lograr reintroducir un aguará guazú a su ambiente natural es fundamental limitar el contacto con humanos, para que el animal no los asocie con el suministro de comida y luego los busque cuando es liberado.
También cuenta que durante un año analizaron la evolución del animal hasta que consideraron que era apto para liberarlo en la región de la laguna de Mar Chiquita, en Córdoba. En donde también se hizo un trabajo de concientización con las comunidades locales para que los pobladores no atenten contra la preservación de esta especie, que no ataca a las personas ni al ganado (su dieta son insectos, frutas, serpientes, cuises y aves).
¿La mascota de la ciudad?
En las redes sociales, el rescate del aguará guazú generó una fuerte repercusión. Hubo santafesinos que cuestionaron el operativo para capturarlo (y polemizaron sobre si era mejor usar dardos tranquilizantes que un lazo) y otros que se indignaron porque fue trasladado a la Granja La Esmeralda, un lugar que en los últimos años fue criticado por sus condiciones edilicias y su gestión.
En toda esta avalancha de comentarios y tuits, a @Radamir_ se le ocurrió una idea ingeniosa.
Al intendente le gustó la propuesta y desde su propia cuenta contestó:
Si la idea suma para ayudar a su preservación, habrá que ver que opinan los expertos en biodiversidad, tendría cierta justicia, porque esta es una especie que fue perseguida y cazada por su inmerecida mala fama, al asociarla con el mito del lobizón, a pesar de que es un animal manso y tímido.