Gastón Neffen
Biólogos, veterinarios y expertos ambientales vienen a Santa Fe a estudiarlos.
Gastón Neffen
gneffen@ellitoral.com
Twitter: @gneffen
Ricardo Ojeda podría pasar por un músico de trash metal -una especie de rock bien pesado-, pero es un veterinario mexicano de 29 años que vino a Santa Fe a hacer un doctorado en el que investiga cómo afecta la antropización -la transformación que ejerce el ser humano sobre el medio ambiente-, la predación de los nidos de yacarés, la conducta de las hembras y la determinación sexual en la especie.
El colombiano Arley Rey (28 años) podría acompañarlo en la banda. En realidad es un microbiólogo que está estudiando cómo enriquece la proporción de ácidos grasos poliinsaturados en la carne de yacaré -que son esenciales para los seres humanos (omega 3 y omega 6)- el agregado de semillas de lino en la ración con la que se cría a estos cocodrilos.
El holandés Imreel Van Der Sloot (26 años) viajó los 11.365 kilómetros que hay entre la ciudad de Deventer, en los Países Bajos, y Santa Fe para conocer el modelo de conservación y aprovechamiento sustentable que viene llevando adelante el Proyecto Yacaré, que fundó hace 26 años el veterinario Alejando Larriera en Santa Fe, con el apoyo de la Mutual UPCN y el gobierno provincial.
Son tres ejemplos de becarios internacionales que vinieron a una ciudad que concentra un núcleo de investigadores sobre cocodrilos —hay unas 40 personas que trabajan en el Proyecto Yacaré— que es relevante a nivel mundial y que abre un horizonte de enorme potencial en distintos campos científicos.
Pablo Siroski, doctor en Ciencias Veterinarias, que acompañó a los becarios a la redacción de El Litoral, hace diez años que estudia el sistema inmune de los yacarés. “Tienen un sistema inmunológico muy eficiente, que les permite resistir muchas enfermedades. Quizás es una de las causas que explican por qué este animal prehistórico ha vivido millones de años”, indicó.
Su objetivo es identificar algunos componentes del sistema inmunológico para reproducirlos en forma artificial e incorporarlos al sistema inmune de otras especies, para fortalecerlo.
La línea de investigación de Rey, que sabía muy poco de cocodrilos antes de llegar a Santa Fe, también está vinculada con la salud. Una de las ventajas de la carne de yacaré es que tiene una buena base de omega 3 y omega 6. La idea es apuntalar esta fortaleza sumando semillas de lino a la ración que comen estos reptiles.
A los yacarés se los cría con una dieta a base de pollo, más un alimento balanceado que elaboraron los investigadores del proyecto. Rey agrega a la ración las semillas de lino en dos proporciones (10 % y 30 %) y luego toma muestras de tejidos para determinar si aumenta la proporción de ácidos poliinsaturados.
En su ámbito natural, los yacarés son animales oportunistas. “Son carnívoros y comen cualquier cosa que encuentren a disposición: aves, peces, caracoles, anfibios y también animales muertos”, contó Siroski.
Cámaras trampa y drones
En México, Ojeda ya venía estudiando a estos reptiles en La Manzanilla (en el Estado de Jalisco), una pequeña localidad sobre la costa del Pacífico famosa por la cantidad de cocodrilos que hay en sus manglares y esteros. Hace un año que está en el país, recorriendo nidos de yacarés en distintos puntos del norte santafesino.
La idea es que este trabajo de investigación aporte herramientas para aprender a conservar mejor los nidos. “De acuerdo a los grados de antropización, vemos diferencias en las especies que depredan los nidos para comerse los huevos”, explicó.
En los ambientes más naturales, las cámaras trampa que coloca Ojeda -junto a integrantes del proyecto- muestran que se acercan a los nidos las iguanas, los gatos monteses, los zorros y hasta las serpientes.
En los ambientes más “invadidos” por el hombre, en cambio, los perros son predadores habituales de los nidos. “La diferencia es importante, ya que una iguana come pocos huevos, pero un perro arrasa con todo el nido”, explicó el biólogo Carlos Piña, investigador del Conicet y miembro del Proyecto Yacaré.
La investigación de Ojeda se va a desarrollar durante dos años más, pero ya comienza a confirmar que en los ambientes más antropizados hay una menor tasa de supervivencia de los nidos y los huevos. “El problema es que en Santa Fe, la frontera agrícola ahora está avanzando sobre las zonas más bajas, que son un refugio de la fauna silvestre”, advirtió Piña.
Además de los datos que aportan las cámaras trampa, este biólogo está muy entusiasmado con una nueva herramienta para monitorear nidos: los drones. “Ya los estamos utilizando para detectarlos y hacer relevamientos de animales, que antes sólo hacíamos de noche, iluminando con reflectores”, le contó a El Litoral.
Filosofía de conservación
Está claro que Deventer (en Holanda) no es famosa por sus cocodrilos. La ciudad es célebre porque en su escuela de latín (en el siglo XIV) estudió el humanista Erasmo de Rotterdam. En la actualidad es una moderna zona industrial.
Van Der Sloot está estudiando para recibirse de manager en conservación de ambientes naturales y vino a Santa Fe a analizar el Proyecto Yacaré como “filosofía” e idea de conservación de una especie.
“En Europa tenemos la visión de que todos los animales silvestres deben ser conservados en forma estricta. Pero el problema es que en estado natural a los animales los cazan en forma ilegal por los cueros, y sin un programa de aprovechamiento sustentable la especie desaparece. Por eso son tan importantes iniciativas como el Proyecto Yacaré”, destacó este joven estudiante holandés.
Siroski recordó que el programa tiene “claramente fines conservacionistas” y que la venta de la carne y el cuero es clave para conservar la especie.
Durante los primeros ocho años del proyecto, todos los ejemplares que nacían de los huevos que se cosechaban -a través del método de rancheo- se liberaban en su ambiente natural. “El programa de rancheo es importante porque en la naturaleza de cada 100 huevos que pone una hembra sólo 2 (y hasta un máximo de 5) llegan a cumplir un año”, precisó Piña.
Después de esta primera etapa, el proyecto comenzó a destinar una parte de los yacarés que se crían al aprovechamiento comercial de la carne y el cuero. “Cuando no interviene el proyecto -coincidió Siroski- hay una elevadísima mortalidad natural. Muy pocos animales llegan al año de vida y menos a la adultez, a la etapa reproductiva. El proyecto, desde sus orígenes, tomó el compromiso de liberar el doble de animales que los que sobreviven en la naturaleza”.
En la actualidad, los investigadores tienen medido que en las zonas en las que trabaja el proyecto la mitad de los yacarés que viven en estado natural fueron liberados por ellos. El otro punto clave es que los pobladores locales obtienen un beneficio económico por detectar los nidos.
“Lo interesante es que les conviene tener los animales vivos en la naturaleza porque saben que durante los veranos, en la época reproductiva, van a tener un ingreso por la venta de los huevos. Esa es la base de la conservación. Hay personas que son beneficiadas por la conservación del recurso”, insistió Siroski.
Con los animales vivos, los esteros, arroyos y riachos del norte santafesino aumentan su potencial turístico y se puede generar otro polo de desarrollo social y económico. El ejemplo más cercano es cómo se transformó la localidad de Carlos Pellegrini en Corrientes a partir de la fama de los Esteros del Iberá.
Los beneficios de la carne de yacaré
En una entrevista que realizó el área de comunicación del Conicet Santa Fe, Melina Simoncini, licenciada en Biodiversidad y doctora en Biología, analizó a fondo las ventajas de la carne de yacaré.
“Es una carne de color rosa pálido y de una terneza similar a la del pollo; de sabor suave, con un alto porcentaje de humedad (similar a la carne de pollo) y un muy bajo contenido de grasas (menor al 1%). Además es una fuente de ácidos grasos insaturados o saludables como los ácidos oleico, linoleico y linolénico”, destacó.
Simoncini contó que se modificó la dieta de los yacarés en cautiverio para reducir en la carne la proporción de algunos ácidos grasos saturados y aumentar los insaturados como araquidónico y eicosapentanoico (conocidos como Omega 3), de gran valor para la salud humana.
“Los Omega 3 son importantes en la prevención de las enfermedades cardiovasculares, reducen la probabilidad de sufrir arterioesclerosis, artritis, cáncer colorrectal, diabetes, obesidad e inclusive enfermedades cognitivas como la depresión”, aseguró la especialista.
También explicó que en la carne de yacaré la relación entre los ácidos grasos poliinsaturados y saturados supera a las carnes de vaca, pollo y trucha arcoíris, y triplica el balance mínimo requerido para un alimento saludable, sugerido por el Departamento de Salud del Reino Unido.