Jueves 2.5.2019
/Última actualización 15:23
En los talleres de la escuela Técnica N° 478 “Nicolás Avellaneda”, en Calcena 955, los alumnos construyen con entusiasmo una réplica a escala del submarino ARA San Juan, para recordar entre otros a Germán Oscar Suárez, el Cabo Primero sonorista santafesino, de 29 años, uno de los 44 submarinistas que perdieron la vida el 15 de noviembre de 2017, cuando el submarino se hundió para siempre.
El ARA San Juan (S-42) fue un submarino tipo TR-1700 fabricado en Alemania que desde 1985 sirvió en la Armada Argentina hasta su desaparición, en 2017. Este tipo de submarino tiene propulsión diésel-eléctrica convencional con sistema snorkel, concebido para ataques contra fuerzas de superficie, submarinos, tráfico mercante y operaciones de minado.
Paso a paso: así construyeron la réplica del ARA San Juan
El 15 de noviembre del 2017 el submarino desapareció en el mar Argentino con 44 personas a bordo (1 mujer y 43 hombres). La Armada Argentina perdió contacto con la nave cuando se trasladaba desde Ushuaia hacia Mar del Plata, a la altura del golfo San Jorge, a causa de su hundimiento posiblemente como consecuencia de una implosión. Dieciocho países colaboraron en la operación de búsqueda y rescate (SAR), durante 15 días, sin resultados. Al año siguiente, el gobierno contrató a la empresa privada Ocean Infinity e inició una segunda búsqueda que concluyó al hallarse la nave el 17 de noviembre de 2018, muy cerca del punto de desaparición, a 907 metros de profundidad.
Ahora, los alumnos de la Avellaneda están terminando la construcción de una réplica del submarino, que será presentada en un acto a realizarse el próximo 17 de mayo, con motivo de celebrarse el Día de la Armada Argentina. En esos talleres escolares, entre soldadoras y maquinarias, pasó sus días de estudiante el joven Suárez, quien se recibió de Técnico Informático, antes de formarse como submarinista en la escuela de la Armada.
La nave original, hoy recostada en el lecho oceánico, tenía antes de las averías 66 metros de eslora, mientras que su réplica mide 4,30 m. de eslora, 0,75 m. de manga y 1,50 m. de puntal . Los alumnos —junto a sus profesores— usaron chapa de acero y el submarino pesa aproximadamente unos 300 kilos. Todos los trabajos fueron fiscalizados por oficiales de reserva naval.
La réplica de la emblemática nave argentina fue gestionada por Rolando Garavaglia, un oficial de reserva santafesino de la Armada Argentina, con grado militar no en actividad, quien continúa con tareas de capacitación y entrenamiento. “Tenemos la misión de estrechar lazos con la sociedad civil y este proyecto se ajusta a ello”, sostuvo. “Queremos honrar a los 44 submarinistas que murieron en cumplimiento del deber y como el santafesino Suárez fue ex alumno de la escuela Avellaneda, les propusimos realizar juntos el proyecto”.
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El submarino confeccionado por los alumnos será emplazado en el Dique II del Puerto de Santa Fe junto a una placa de mármol con el nombre de los 44 submarinistas muertos y un mástil naval. De esta forma Santa Fe tendrá en adelante un espacio simbólico para el recuerdo. Participaron y adhirieron a este proyecto las autoridades portuarias y los gobiernos de la Provincia y la Ciudad, junto a los integrantes de la Reserva Naval. Además, hubo aportes privados y donaciones para afrontar el costo de los materiales.
Pero la labor principal estuvo a cargo de los alumnos de la escuela Avellaneda, que con sus manos y movidos por la emoción construyeron el submarino en el mismo taller en el que Suárez aprendió estos conocimientos. Son en su mayoría alumnos de 6° año de la terminalidad Electromecánica, tanto del turno diurno como el nocturno.
Todos ellos se concentrarán el lunes, desde las 9, en el salón de actos de la Avellaneda, cuando en un acto institucional despidan al submarino —junto a las autoridades de Educación— previo a ser emplazado en su lugar definitivo, en el Puerto de Santa Fe. Para la ocasión, también fueron invitados los familiares del ex alumno Suárez.
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“Fue una labor muy loable, un verdadero desafío”, dijo el profesor Carlos Rozic, jefe de Laboratorio de la Avellaneda, a cargo de la coordinación del proyecto. “El desafío fue que lo realicen en forma íntegra los alumnos, acompañados por los docentes”. El proyecto fue institucionalizado dentro de las prácticas profesionalizantes como trabajo integrador, en el que los alumnos debieron aplicar todos los saberes.
Los verdaderos fabricantes de la réplica de la nave debieron realizar antes una investigación interdisciplinaria para conocer el objeto a construir. Si bien el submarino se va de la escuela la próxima semana, el proyecto educativo continuará hasta fin de año.