La alta contaminación del río Salado convocó a una multitudinaria charla
El científico de Conicet Rafael Lajmanovich ofreció detalles de la investigación que determinó valores récord mundial de polución por agrotóxicos en ese río. Luego de la charla hubo muchas preguntas. Todos quieren saber en qué grado puede afectar la salud humana.
Junto al río. La charla se llevó a cabo en el club Azopardo de Santa Fe. Manuel Fabatía.
El río Salado está contaminado. Tiene un alto grado de polución por presencia de agrotóxicos. Los niveles son tan altos que baten récord mundial. Esto se pudo verificar en una investigación científica recientemente publicada a nivel global por el investigador local Rafael Lajmanovich, del Conicet - UNL, junto a su equipo. El estudio comprobó la presencia de contaminantes en sábalos, uno de los peces más comunes por estas orillas.
Los sábalos que habitan en la región del tramo inferior del río Salado, en la ciudad de Santa Fe, registraron las concentraciones más altas a nivel mundial de nueve biocidas (insecticidas, herbicidas y fungicidas) de uso masivo en cultivos transgénicos, principalmente de soja, maíz y algodón, según el estudio.
El trabajo titulado "Cócteles de residuos de plaguicidas en Prochilodus lineatus peces del río Salado (América del Sur): Primer registro de altas concentraciones de herbicidas polares" fue publicado en la revista Science of The Total Environment. Los científicos demostraron allí que las poblaciones de sábalos, en una cuenca fluvial rodeada de cultivos genéticamente modificados, incorporaron "múltiples residuos de plaguicidas en sus tejidos". Los investigadores evaluaron la presencia de plaguicidas en muestras de sedimentos y tejidos de los sábalos durante un período estival en diferentes sitios del curso bajo de la cuenca del río Salado.
La verificación con rigor científico de la contaminación del Salado causó un alto impacto en la opinión pública. Esto motivó la charla realizada este miércoles, la que se iba a realizar en la plaza Pueyrredón y debido a la lluvia se trasladó al club Azopardo, junto al río. “Peces que no has de comer, ¿agua que has de beber?” fue el nombre de la charla convocada por una gran cantidad de organizaciones ambientalistas y activistas, a través de las redes sociales y de boca en boca. “Por la preocupación nos juntamos varias organizaciones que creemos que lo que está en juego es la vida”, dijo Matías Matchey, uno de los organizadores, que pertenece al Movimiento Por el Agua (Mopea).
Junto al río. La charla se llevó a cabo en el club Azopardo de Santa Fe. Manuel Fabatía.
Al Azopardo asistió alrededor de un centenar de vecinos -varios activistas- preocupados por el impacto ambiental que tiene la contaminación del Salado. También llegó gente de otras ciudades. Muchos de ellos quisieron saber además en qué grado puede llegar a afectar la vida humana. Y eso fue lo que trató de responder Lajmanovich ante el auditorio colmado.
Dudas, preguntas, preocupaciones...
“La idea es poder explicar uno de tantos trabajos científicos que demuestran la contaminación que está llegando a todas las matrices ambientales, agua, suelo, aire, peces y lamentablemente, personas, porque ya se pudo verificar en Buenos Aires que el glifosato está apareciendo en la orina de las personas”, alertó.
-¿Cómo se debe controlar este tipo de contaminación?
-Los pesticidas se controlan de distintas maneras. Una sería alejar los plaguicidas de los cursos de agua y no utilizarlos en tanta cantidad. Para ello son necesarias regulaciones ambientales – explicó Lajmanovich, quien es doctor en Ciencias Naturales, responsable del Laboratorio de Ecotoxicología de la Fac. de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la UNL e Investigador Adjunto del Conicet.
La investigación demostró que las poblaciones de sábalos del río Salado -cuenca fluvial rodeada de cultivos transgénicos - incorporan múltiples residuos de plaguicidas en sus tejidos. Crédito: Fernando Nicola / Archivo El Litoral
-Su investigación causó mucha preocupación en la sociedad, ¿fueron convocados por el Estado?
-Somos un grupo de investigación y nuestro trabajo es ese. Nos limitamos a publicar los resultados. Nadie nos convocó y tampoco tienen por qué a hacerlo. Seguramente todos estos datos, que ya son información pública, les serán útiles para tomar decisiones políticas.
-¿Qué precauciones debe tener la gente ante el alto grado de contaminación del Salado?
-A eso lo deberían determinar las autoridades. Si tomarían este y otros trabajos anteriores como referencia, les sería útil para tomar algún tipo de medidas.
Junto al río. La charla se llevó a cabo en el club Azopardo de Santa Fe. Manuel Fabatía.
La charla avanzó apoyada de datos e imágenes proyectadas en la pared. De manera didáctica Lajmanovich contó los detalles del trabajo que arrojó datos alarmantes de contaminación ambiental que para el mundo científico ya no son una novedad.
Voces del auditorio
“Nos dieron mucha información”, dijo Cecilia Moscovich después de escuchar la charla, y agregó: “Falta pensar qué se puede hacer para visibilizar aun más esta preocupación y movilizar a la ciudadanía”.
En el mismo sentido, Mercedes Fernández destacó la posibilidad de enterarse “de primera mano de las cosas, por fuera de los medios de des información, sin tintes políticos ni segundas intenciones”, y agregó: “Estas instancias nos abren los ojos y nos hacen entender que los problemas ambientales no ocurren lejos, sino que están acá”. Y finalizó diciendo que “es momento de actuar, de ver cómo luchamos para proteger el río, porque no es un problema futuro sino presente”.
Otro de los asistentes fue el geólogo Carlos Ramonell, quien se dedica a investigar el tramo santafesino del Paraná. “Fui como alumno, a conocer más sobre el tema”, confesó. “Me pareció muy oportuno que Lajmanovich antepuso otros trabajos anteriores al suyo, para afirmar luego que Argentina encabeza el ranking mundial de glifosato en aguas naturales. Este es un primer dato preocupante, porque habla del uso indiscriminado por la falta de controles. ¿Cómo se revierte esta situación? Pidiendo una regulación ambiental que disminuya el uso del glifosato”, dijo con contundencia Ramonell.
“Todo apunta a lo mismo: el impacto ambienta y humano. Yo digo que este modelo productivo es como un tiro en el pie, que desatiende una lógica racional en pos de una producción que beneficia a pocos y perjudica a muchos, porque no sólo va a perjudicar la salud de los argentinos sino del resto del mundo que compra nuestros granos”, advirtió Ramonell.
Ricardo Serruya destacó que esta investigación “debió pasar varios filtros hasta su publicación en una revista científica internancional”, y se lamentó por la gran cantidad de preguntas que quedaron sin responder, por la cantidad de gente que asistió y el tiempo en que transcurrió la charla. “Tenemos que exigir nuevas leyes que protejan el ambiente y limiten la cantidad de veneno que se tira en nuestros territorios y en nuestros cuerpos”.
Cierre musical
“Llego el momento”, dijo Jeremías Chauque, quien estuvo a cargo del cierre musical del evento. “Como sociedad debemos construir y reconstruir las instancias necesarias para garantizar modelos productivos donde producción sea sinónimo de ambiente y sociedad”, reflexionó quien además participa de la cooperativa de agricultores Desvío a la Raíz.
“Que el motor de este país y las medidas para salir de la crisis sean políticas concretas que garanticen soberanía productiva, tecnológica, ambiental y el acceso a la tierra para la producción responsable de alimentos de calidad nutricional y sanitaria para las familias consumidoras y para los y las trabajadoras de la tierra”, reclamó Chauque, antes de cantar su canción “Paren de fumigarnos”. “Es ahora y depende sobre todo, de nuestra capacidad de garantizar derechos”, finalizó, y sonó su guitarra.