El lugar es un departamento de planta baja que se divide en dos espacios comunes. Se usaba como depósito, y había allí algunos trastos viejos y libros, muchos libros, que estaban siendo acopiados para formar una biblioteca popular. El lugar iba a tener un destino, pero el frío y la necesidad de ayudar a quienes viven en la calle y sufren cambió los planes: en Santa Rosa de Lima, el referente de una asociación civil que trabaja en ese barrio decidió reconvertir ese espacio en un parador nocturno para que los indigentes puedan dormir bajo techo y en una cama abrigada.
Todo surgió en pocos días, no hubo mucho que pensar. “Muchas gente la están pasando muy mal a la intemperie, así que decidimos acondicionar este lugar para que las personas en situación de calle puedan dormir bajo un techo”, le decía a El Litoral Luciano Rossi, quien impulsó la idea —y que además es referente de la Asociación Civil Mahatma Gandhi— mientras coordinaba con un grupo de voluntarias los últimos detalles del parador.
Este asilo transitorio para personas indigentes tendrá entre 10 y 15 plazas. Hay pocas camas, y en algunos casos se improvisará de momento con pallets. También hay una cuna para bebé. Está en Pje. Luis y Nilda Silva 4453 del populoso barrio del oeste. Se habilitará desde la hora 19 hasta las 10 de la mañana del día siguiente. La gente que necesite pasar la noche allí debe comunicarse previamente al número de celular: 342-5326942. Rossi insiste en que la gente debe escribir antes a ese número (muchas de ellas tienen acceso a un celular), con la idea de armar un listado.
El espacio va a estar abierto con una personas encargada solamente en ese horario: “Lo que pedimos es que la gente, una vez que se retire, se lleve sus cosas personales de adentro del lugar. Es sólo para pasar la noche y lo tendremos abierto mientras dure el frío invernal”, agrega el joven. No se va a permitir el ingreso de personas alcoholizadas. “Necesitamos que nos donen colchones; aunque sea que a nos los presten, luego los devolvemos”, pide Rossi.
“Queremos que esto inspire y genere un efecto contagio. Cualquiera puede dar una mano al prójimo que sufre, desde el gesto más mínimo”, cierra Rossi, deja su teléfono y sigue trabajando con el grupo de voluntarias preparando el parador.