Días atrás, el Ministerio de Salud nacional incorporó a la obesidad como nuevo factor de riesgo que podría agravar el cuadro clínico para personas que la padecen si se enferman de Covid-19, al mismo nivel de los pacientes que tienen enfermedades respiratorias (Epoc, enfisemas, asma); diabéticos; pacientes con enfermedades coronarias y oncológicas, pacientes trasplantados y aquellos con una enfermedad renal crónica. La noticia visibilizó una problemática que permanece oculta a los ojos de la sociedad, y que a veces se presenta como un estigma que deriva en la burla agresiva hacia "los obesos".
Ocurre que la obesidad es una enfermedad más grave de lo que se cree: según datos de Nación -publicados el año pasado-, el 61,6% de los adultos argentinos tiene exceso de peso. De ese porcentaje hay una proporción de 36,2% de personas con sobrepeso, y de 25,4% con obesidad, según arrojó la 4º Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR). La determinación de si una persona está en su peso normal, tiene sobrepeso u obesidad puede saberse con un cálculo matemático: el Índice de Masa Corporal (ver Qué es el IMC).
Y la pandemia agrava más esta cuestión sanitaria: "Si un adolescente o un joven de 20 años padece obesidad y se enferma de Covid-19, ese factor de riesgo es igual de grave respecto de un adulto mayor aún sin comorbilidades (los mayores 60 años son grupo de riesgo) La obesidad es un factor de riesgo en sí mismo. ¿Esto qué quiere decir? Que lo que genera la enfermedad es un estado inflamatorio, y ello predispone a que la gravedad del Covid-19 se incremente", le dice a El Litoral Virginia Yódice, nutricionista (Mat. N° 619) y miembro del Tribunal de Ética del Colegio de Graduados en Nutrición de la provincia (1° Circunscripción).
Tampoco sirve mirar la obesidad sólo como encapsulada en una enfermedad grave. Es necesario saber que puede llevar a quien la padece a la diabetes y la hipertensión. Pero también emerge la pandemia y el confinamiento con sus dinámicas de "abrir/cerrar", de "prohibir/permitir" actividades, en función de la evolución de contagios.
"Vamos viendo las paradojas de la pandemia. Hoy la ciencia nos dice que la obesidad es un factor de riesgo; pero a su vez, durante muchos meses las restricciones imposibilitaron la actividad física y el acceso a los gimnasios", agrega la especialista. Y asegura que cada elemento es el eslabón de una cadena que tiene estrecha relación con el nuevo sistema de vida: "Aparecen la mala alimentación o el sedentarismo. Esto es muy sintomático de la época que nos toca vivir, con el coronavirus a cuestas".
Se come mal
Archivo El Litoral Yódice: Hay muchas estrategias que debieran abordarse seriamente desde el Estado para que la obesidad deje de crecer .
Yódice: "Hay muchas estrategias que debieran abordarse seriamente desde el Estado para que la obesidad deje de crecer". Foto: Archivo El Litoral
-Al principio del aislamiento, hubo un boom de deliverys y apps de pedido de comida a domicilio, lo que prosiguió con los meses. La gente pide "comida rápida", que no es del todo saludable. ¿Esto es también un efecto colateral de la pandemia que se confabula, además, con el sobrepeso y la obesidad?
-El consumo sistemático de algunos alimentos puede tener un efecto perjudicial sobre nuestro peso y, en consecuencia, sobre nuestra salud. Nadie dice que uno no se pida una pizza o una hamburguesa y que, además, se pase toda una tarde echado viendo Netflix. El problema está en que en un promedio general amplio, la población se mueve poco y se alimenta mal: no se incluyen frutas y verduras ni legumbres en las rutinas alimentarias.
Insisto en la necesidad de repensar los hábitos alimenticios y de una rutina de cuerpo en movimiento. No es una cuestión estética, es algo directamente vinculado a la salud y a la expectativa de vida. Hay que poner en valor la situación de la obesidad y las dinámicas de la pandemia. Y entender que es sencillo comer sano, hay que proponérselo: hacer compras más inteligentes, comer en forma saludable no es más caro y te protege; minimizar el consumo de productos ultraprocesados; volver a los productos frescos y de estación.
Políticas sanitarias
Además de todo eso, "Se debe pensar a la obesidad como la enfermedad que es, pero también como un síntoma de políticas públicas? En otros países se hace un abordaje distinto de la problemática", agrega Yódice.
-En este sentido, ¿cómo cree Ud. que aborda el Estado a la obesidad como enfermedad en términos de políticas sanitarias?
-La Organización Mundial de la Salud (OMS) es muy clara en cuanto a cuáles debieran ser las estrategias para doblegar la epidemia de la obesidad. En primer lugar, se necesitan políticas públicas que tengan relación con, por ejemplo, el rotulado frontal con los datos de los alimentos (el derecho del consumidor a saber lo que está comprando para comer, y así poder elegir correctamente). También, favorecer entornos escolares saludables: hay estudios científicos que demuestran que la escuela es un entorno obesogénico, es decir, que allí están dadas las condiciones para que un alumno engorde (porque hay una oferta con muchas grasas, azúcares y sal), y el kiosco escolar saludable no está fomentado.
Además, la copa de leche y la ración de comida (en las escuelas en que hay comedores escolares) no tiene un sentido de salud pública, sino de "llenar panzas". Entonces, el Estado tiene un rol en la generación de la obesidad. Y tiene un rol cuando confecciona los bolsones de comida para los barrios socialmente más vulnerables, y los llena de paquetes de harina, azúcar y enlatados, cuando a su vez no hay una promoción fuerte de la lactancia materna.
Hay muchas estrategias que debieran abordarse para que la obesidad deje de crecer. Porque la obesidad en quien la padece no sólo genera años de vida potencialmente perdidos, sino que además baja la calidad de vida, y condiciona para tener diabetes e hipertensión. Estoy viendo niños de 12 y 13 años con diabetes tipo 2 por falta de movimiento y mala alimentación. El Estado debiera intervenir con políticas más fuertes.
Qué es el IMC
Si una persona está en su peso normal, tiene sobrepeso u obesidad, depende de un cálculo matemático: es el Índice de Masa Corporal (IMC), que es el peso corporal sobre la talla (estatura) al cuadrado. Esa operación matemática da un número: si ese valor es hasta 24,9, el peso es normal. A partir de 25, es sobrepeso, y a partir de un valor 30, obesidad.
Más "vitamina del sol"
"Las personas que tienen déficit de vitamina D están expuestos a mayor mortalidad", advierte Yódice. La carencia de esa vitamina se da cuando falta la exposición a la luz solar: se necesitan de 10 a 15 minutos en promedio diarios de exposición al sol. "La Vitamina D ejerce un efector protector (frente al Covid-19), pero, y volviendo a hablar de las contradicciones, por otro lado se limita la circulación social de la gente (por ejemplo, ir a un parque y exponerse al sol por un rato). Son todos elementos a tener en cuenta de lo que es la dinámica de la pandemia y sus efectos colaterales", cierra.