Los médicos neonatólogos de los hospitales Cullen, Iturraspe y Alassia de la ciudad de Santa Fe encendieron una luz de alerta: están preocupados por la cantidad de mamás que consume drogas ilícitas durante el embarazo, y las graves consecuencias que esto tiene en el recién nacido y su desarrollo futuro. No tienen datos estadísticos precisos porque no existe un protocolo común para pesquisar a través de muestras de orina a las madres que consumen; pero sí, una percepción clara: los casos de mamá adicta o de hijo de madre adicta, vienen en aumento. Sin embargo, pocas veces se diagnostica.
Por eso, el año pasado, el Comité de Neonatología Santa Fe, grupo de profesionales pertenecientes al Servicio de Neonatología de los tres hospitales, analizó las historias clínicas de todo 2017, incorporando las del servicio de maternidad del Cullen e Iturraspe. De 5.660 recién nacidos, se detectaron sólo 34 binomios (madre-hijo), de los cuales 10 madres y 3 bebés dieron resultado positivo. El trabajo fue presentado este año en el 4to. Congreso de Neonatología que se realizó a fines de mayo en Buenos Aires, y tuvo por objetivo analizar las características epidemiológicas del binomio madre-hijo, describir qué drogas se consumieron con más frecuencia y su asociación, y conocer la morbilidad de los recién nacidos expuestos.
La primera conclusión es clara: “Hay un gran subdiagnóstico, es decir, no se diagnostica; se nos están escapando muchísimas mamás que son adictas y nosotras no las estamos detectando, lo que implica que el bebé no se está internado y no se está estudiando”, aseveró la Dra. Cecilia Criscione, del hospital Iturraspe. Así de grave es la situación, y es así, básicamente, porque “no existen protocolos ministeriales porque todavía no tenemos un consenso, no hay una guía nacional establecida con criterios firmes para saber con precisión a quién tomarle la muestra, y ése es el problema. Esta misma preocupación tienen los neonatólogos de todo el país, es un tema que está en auge en este momento porque hay un importante subdiagnóstico y están todos tratando de ver cómo hacemos una guía para empezar a pesquisar mejor, porque lo que sí es real es la preocupación del Comité de Neonatólogos de que esta problemática viene en aumento. Hace ruido en todas las neo y no tenemos definido a quién hacer el estudio”, coincidieron en una entrevista con El Litoral las neonatólogas Cecilia Criscione, Lucrecia Storni, Melisa Forzani y Fernanda Corbo.
¿A quién se le toma la muestra?
Al no existir un protocolo unificado que indique cuándo hacer los análisis, los médicos se basan en dos cuestiones para decidir pedir la muestra: que la paciente le haya contado al obstetra, con lo cual figura en su historia clínica antes de llegar al parto y la problemática se viene abordando desde la maternidad; o cuando observan actitudes o conductas sospechosas, como relato incoherente, pupilas dilatadas, excitación, etc.. Sin embargo, tiene sus dificultades porque al no ser obligatorio sí o sí necesitan la autorización de la mamá para tomarla, y por lo general no lo autorizan. “Es difícil decirle que haga pis en un tarrito, tenés que quedarte tras la puerta del baño y esperar que haga porque a veces nos cambian la muestra con otra mamá de la habitación”, relataron las doctoras.
Parte de la tarea de difusión de esta problemática es sensibilizar a la población y, en especial, a las autoridades: “En general hay un subdiagnóstico y percibimos un aumento del consumo de drogas y una disminución en la edad, porque acá tenemos un promedio de madres de 22 años que se drogan, con lo cual creemos que tendríamos que tener un alerta mayor sobre lo que estamos diagnosticando, porque de 5 mil pacientes pesquisamos 10 que se drogan... es muy poco”, concluyó la Dra. Storni.
En cuando a los tóxicos que encontraron en las madres que dieron positivo en 2017, la mayoría había consumido cocaína, pero también marihuana, benzodiacepinas y anfetaminas.
El consumo de drogas de abuso durante el embarazo supone en la actualidad un problema que va en aumento y que implica graves secuelas para los recién nacidos expuestos. Entre ellos, los profesionales destacan los efectos teratogénicos de alguna de estas sustancias (malformaciones congénitas en el feto); nacen con bajo peso, llegan a término pero no alcanzan su desarrollo de crecimiento intrauterino; y signos de abstinencia en el neonato. Cuando el bebé es hijo de una mamá adicta que se estuvo drogando hasta el último tiempo de su embarazo puede nacer con síndrome de abstinencia porque la droga pasa a través de la placenta. En estos casos, presenta signos de irritabilidad, taquicardia, temblores, succión vigorosa, convulsiones, fiebre.
De todos modos, la frecuencia del abuso de drogas durante la gestación es difícil de conocer porque el reconocimiento personal del abuso es poco confiable, existe un subregistrro y las pruebas toxicológicas detectan su uso durante un período corto en el caso de la mayor parte de las sustancias. Con lo cual, cuando la mamá llega a la toma de muestra, quizás ya no tiene rastros de la droga en su organismo. “Muchas veces nos pasa que la familia nos informa que la mamá es adicta, una abuela, por ejemplo”, explican las doctoras, pero “si desde el momento del parto, nosotros ya sabemos que la mamá consume, el bebé ingresa a neonatología para tenerlo controlado y monitorizado”.
— ¿Qué se hace con un bebé así?
— Ingresa a la neonatología, para monitorearlo y controlarlo. Y si tiene síndrome de abstinencia se lo trata.
— Con drogas para el síndrome de abstinencia. Pero no suelen nacer así. De todos los que tuvimos internados, sólo uno hizo síndrome de abstinencia. Pero cuando los mandamos de alta, vuelven al mes o a los dos meses porque la madre se vuelve a drogar y le pasa por la lactancia materna. Eso nos llama la atención, que no vemos tanto la abstinencia pero sí el reingreso del bebé.
En realidad cuando sabemos que la mamá es adicta y asume la adicción, suspendemos la lactancia y la inhibimos, le damos medicación para que no tenga más lecha, pero es un tema muy complicado. Es una decisión médica. El tema es que si después se va a la casa y lo prende una y otra vez, va a volver a tener leche.
Políticas de salud pública
Las profesionales insisten en que “es necesario y urgente implementar estrategias para detectar efectivamente madres y recién nacidos expuestos a sustancias tóxicas, definiendo criterios de inclusión para solicitar pesquisa, debido a que hay datos ausentes o incongruentes que dificultan una estadística confiable”.
Pero van más allá. Piden que se pongan en marcha políticas públicas de salud claras que apunten a la “prevención en el nivel inicial, en el centro de salud, porque son los primeros que atienden a las embarazadas”, y deslizan incluso que la toma de muestra debería ser obligatoria. “Más allá de ver dónde estamos parados con la incidencia, tenemos que ver qué podemos hacer para evitar que las mamás embarazadas se droguen; hay que reforzar la prevención”, coinciden las neonatólogas. Porque las consecuencias no son sólo las inmediatas. A futuro, el niño tendrá un retraso madurativo: “Cuando empiece primer grado, le va a costar mucho aprender a leer y a escribir, va a ser un nene que no va a poder aprender, que le va a costar incorporarse a la sociedad. Y el Estado va a tener que invertir muchos recursos en rehabilitar ese bebé hijo de mamá adicta porque va a necesitar terapeuta, fonoaudióloga, psicóloga o psicopedagoga para estimularlo”, aseguró la Dra. Criscione.
Por último, remarcan un aspecto que hoy tampoco se tiene en cuenta: “Si la madre tiene un buen seguimiento y tratamiento en el embarazo, puede llegar a dejar de consumir. Y acá también vemos fallas en el sistema de salud general; a nivel nacional y provincial”.
Además de las doctoras que entrevistó El Litoral (Cecilia Criscione, Lucrecia Storni , Melisa Forzani y Fernanda Corbo), participaron de la investigación: María Redenta Pastorelli; María de los Ángeles Sabbag; Cynthia Bagnasco; María Eugenia Torletti; Rocío Berli; Nadina Aimar; Analí Pérez; Andrea Zamaro y Ludmila Butarelli.
“Hay un gran subdiagnóstico, es decir, no se diagnostica; se nos están escapando muchísimas mamás que son adictas y nosotras no las estamos detectando, lo que implica que el bebé no se está internado y no se está estudiando”. Cecilia Criscione, neonatóloga del hospital Iturraspe.
A futuro, el niño tendrá un retraso madurativo: “Cuando empiece primer grado, le va a costar mucho aprender a leer y a escribir, va a ser un nene que no va a poder aprender, que le va a costar incorporarse a la sociedad. Y el Estado va a tener que invertir muchos recursos en rehabilitar ese bebé hijo de mamá adicta porque va a necesitar terapeuta, fonoaudióloga, psicóloga o psicopedagoga para estimularlo”, aseguró la Dra. Criscione.