Un hilo de agua inunda una laguna seca en la isla: la señal de vida que trae el repunte del Paraná
El registro del reportero gráfico pertenece a Colastiné Sur. Qué cambia con la crecida del río, que llegó a tres metros luego un año y medio. “Este repunte es necesario para que se revitalice el sistema”, advierte el biólogo Alejandro Giraudo.
Un hilo de agua inunda una laguna seca en la isla: la señal de vida que trae el repunte del Paraná
3 metros. Ese era el nivel alcanzado por el río Paraná este martes al mediodía en el Puerto de Santa Fe. 3 metros después de un año y medio. Una bajante histórica que lleva tres años y que marcó fuerte al ambiente. ¿Qué consecuencias tiene ahora este repunte del río en el humedal? Ese es el interrogante que responden distintos especialistas que vienen investigando este poderoso río desde hace décadas en Santa Fe.
Hay que recordar que el Paraná estuvo en Santa Fe durante los últimos tres años en varias ocasiones por debajo del cero. Y el resto de ese período se mantuvo muy bajo. Hubo un pico de crecida anterior al actual. Fue el 21 de febrero de 2021. Aquel día el Paraná en Santa Fe alcanzó los 3,41 m. Duro poco. Luego volvió a bajar fuerte. El dato lo aporta Ignacio Cristina, desde la Facultad de Ciencias Hídricas (FICH UNL).
“Después de casi 3 años de sequía y de niveles del río muy bajos, este repunte es necesario para que se revitalice el sistema”, dice ahora el biólogo Alejandro Giraudo. Porque “el sistema necesita tanto de las crecientes como de las bajantes”, aclara luego. “Y esta creciente, por lo menos a niveles promedio, no se daba desde hacía mucho tiempo”.
La postal de este repunte del Paraná es, quizá, el registro fotográfico del reportero gráfico de El Litoral, Mauricio Garín. La imagen muestra un hilo de agua que ingresa como una vena a la isla, desde el río Colastiné -un afluente del Paraná-, e inunda una laguna seca. La laguna aguardaba ese agua desde hacía mucho tiempo. El suelo todavía mostraba señales de las quemas. En cambio ahora torrentoso fluye el río hacia el corazón de la isla para inundar el suelo seco, en una de las tantas zonas castigadas por el fuego, en Colastiné Sur.
La vegetación
“Hay que pensar el ambiente como una llanura de inundación”, explica el biólogo Diego Frau, que en los últimos años estudió el crecimiento de la vegetación en la laguna Setúbal y su consecuente transformación en un humedal.
El agua penetra la isla e inunda una laguna interna que permaneció seca por mucho tiempo. Mauricio Garín.
“Lo que sucede es que el río ocupa su llanura durante las crecidas y esto desencadena una serie de procesos físicos, químicos y biológicos producto de la interacción del agua con la vegetación y los sedimentos”, continúa su explicación el investigador del Instituto Nacional del Agua (Inali Conicet UNL).
“La vegetación que está adaptada a la inmersión sobrevive y produce materia orgánica que es aprovechada por el sistema para producir nutrientes, crear nichos ecológicos y tróficos, y cambiar propiedades químicas del agua”, enumera el investigador que ve a este fenómeno natural como una suerte de “proceso de reseteo”, en el que el río homogeiniza las condiciones del sistema.
Y como esta laguna interna de una isla que muestra el reportero gráfico, miles de otras tantas se están llenando de agua a lo largo del imponente río Paraná, que baja caudaloso hacia el Plata. Lagunas, ríos secundarios, canales y brazos del río reciben por estos días el agua que baja desde Brasil y Paraguay, y que atraviesa el Litoral argentino para desembocar en el Río de la Plata. Y es noticia.
Lagunas
“Lo que genera este repunte es que el agua vuelve a llenar lagunas que estaban muy secas y ambientes lénticos, o sea, a donde el agua del río Paraná no corre”, detalla Giraudo, investigador del Inali UNL Conicet, en el laboratorio de Biodiversidad y Conservación de Tetrápodos. “En muchas de esas lagunas se estaban muriendo peces en una situación de estrés muy grande”.
La laguna en la isla. Mauricio Garín
Otras especies de la isla buscan también suelo firme y se desplazan. Carpinchos, comadrejas, gatos montés, y víboras, son algunas de ellas. Cambia el paisaje y cambia la vegetación que se arraigó durante los últimos años. Muchos alisos se inundan y los sedimentos de limos y acrillas viajan bajo la superficie para depositarse allí y generar nuevo suelo, “porque las plantas retienen sedimentos”, explica Frau. “Y al hacerlo, sube la cota” de ese suelo. Crecen las islas y suben los albardones.
“Además de este repunte, es necesario que se repitan otras crecientes para que se empiece a normalizar el sistema”, agrega Giraudo, “algo que llevará meses, o años”, anticipa el biólogo que ocupa la mayor parte de su tiempo habitando los parques nacionales y reservas de todo el humedal del Paraná, para investigar el ambiente y protegerlo.