"La gente está preocupada por llevar la comida a la mesa todos los días"
Susana Bravo, referente de barrio Villa del Parque, advierte que ante la gravedad de la situación económica "el pobre es siempre el que paga los platos rotos". Un barrio que marca el pulso de la ciudad. "Cada vez hay más necesidad".
Vecina. Susana está al frente de la Mutual Solidaridad Barrial y habita Villa del Parque. Crédito: Mauricio Garín.
Dólar por las nubes, nueva ministra de Economía en el país, inflación sin freno, el mango que no alcanza, los salarios retraídos y mucha, pero mucha gente en la indigencia o al margen del sistema. Son señales de una crisis social que pega fuerte en la población santafesina, al igual que en otras ciudades del país. Qué pasa en este contexto en uno de los barrios populosos de la ciudad. Cómo hace el vecindario para subsistir, para comer día a día. Y qué puede llegar a suceder en adelante. Estos son algunos de los interrogantes que responde Susana Bravo, esta mujer de Villa del Parque arrastra a una marea de profesionales y asistentes que se dedican a diario a tratar de brindar contención de todo tipo a la gente que menos tiene, la gente de su barrio.
La conversación a fondo con Bravo es en la antigua casa de la Mutual Solidaridad Barrial Santafesina, a una cuadra de la vivienda de la familia de Susana. Esto es el corazón de Villa del Parque, a metros de la calle principal, Osvaldo Catena, a un lado; y de la vía del FFCC, del otro. Es la calle 27 de Enero y Pasaje Irala. Es a donde acude mucha gente del barrio en busca de un plato de comida, una caja de leche, o un profesional que atienda sus necesidades para realizar trámites en el Estado, entre otras cuestiones. Hay muchas demandas.
"El pobre es siempre el que paga los platos rotos", dispara Bravo ante la primera pregunta sobre cómo están palpando en el barrio la situación social. Lo dice sentada en el comedor de la Mutual, rodeada de cajas de alimentos que esperan llegar al pobrerío. Más tarde también contará que llegó un cargamento de carne decomisada que fue donada, y festeja: "Con eso nuestra gente va a poder comer carne al menos tres días".
Llegar a la sede de la Mutual es dificultoso. El remisero que traslada al equipo periodístico advierte que no se quedará a esperar en la puerta. "Voy afuera del barrio y cuando ustedes terminan vuelvo", dice el chofer, que conoce de cerca esta realidad. "Lo que pasa es que hay muchos conflictos entre vecinos que terminan a los tiros, y lamentablemente esos problemas ya se trasladaron a los hijos y a los nietos. Es decir que ya son tres generaciones de violencia. Y los pibes se matan a tiros, como pasó la semana pasada".
Populoso. La calle Osvaldo Catena es la "vena" del barrio, una de las pocas calles asfaltadas. Crédito: Mauricio Garín.
Pese a la advertencia el clima parece tranquilo en las calles de Villa del Parque. Todavía es temprano "y los pibes duermen", dice una vecina, en relación a los "conflictivos". Susana prepara el mate para conversar y dice: "Más allá de las medidas económicas que pueden ser buenas o malas, impactan en la gente y lamentablemente últimamente lo hacen negativamente".
-¿Aumentó la demanda social?
-Cada vez hay más necesidad. Si ven alrededor nuestro, notarán que esto está lleno de comida. Es porque hace dos semanas tuvimos que volver a brindar el comedor y estamos a full. Antes dábamos algunas viandas. Ahora en la primera semana se anotaron 150 familias y la segunda son 280. Así que tuvimos que conseguir más ollas, más recursos para brindar contención. La gente viene y te pide una cobija, ropa, zapatillas, remedios. Hoy no hay changa para nada, es poco lo que se consigue.
-¿Se consigue trabajo?
-No hay trabajo. Nosotros, desde que tenemos la construcción en la otra sede de la Mutual tenemos 8 chicos trabajando. Hay un montón de pibes que vienen a pedir que los sumemos, o que les consigamos algo. No vienen a pedir un plan, no te piden el Potenciar ni el Santa Fe Más, ni ninguna de las políticas públicas provincial o nacional, sino que quieren trabajo. Por eso siempre digo que no son vagos, lo que sucede es que no hay trabajo. Y la gente no puede subsistir. Sin dinero no podés hacer nada. Cada vez hay más necesidad.
-Y al que tiene un trabajo, ¿le alcanza?
-Esta crisis impacta también en el que trabaja, que tiene un solo recibo de sueldo, alquila y tiene que pagar impuestos; a ese tampoco le alcanza. Hay mujeres que vienen al comedor que son empleadas domésticas y no les alcanza. Acá no podemos discriminar a nadie. Porque con lo que se cobra hoy y con la desvalorización del peso, no le alcanza a la gente para vivir. Si tenés que mandar a tu hijo a la escuela, comprarle unas zapatillas, ropa de abrigo y darle un plato caliente, no es fácil.
-¿Cuánta es la gente que está al margen?
-Totalmente al margen -enfatiza-. Por ejemplo, si venís de noche por la Circunvalación Oeste notarás que las lucecitas que se ven al costado, en todo el cordón oeste de la ciudad, están cada vez más cerca. Antes se veían como algo lejano. ¿A nadie le llama la atención? Falta muy poco para que los ranchos se levanten pegados a la circunvalación. Ha crecido muchísimo la pobreza. Esa gente se levanta un ranchito de chapa, vive como puede y busca la comida en los comedores. No es vida.
Reclamo. Los vecinos piden la urgente reparación del anexo del Centro de Salud, que sufrió un incendio y quedó inutilizado. Crédito: Mauricio Garín.
Abrazar la pobreza
Tras describir esta realidad que algunos prefieren no mirar, Bravo reflexiona: "Muchas veces tenemos esta forma de pensar que viven así porque les gusta o porque están cómodos, y realmente no les gusta ni están cómodos. Siempre digo que si los llevamos a un lugar mejor que cuatro chapas de cartón o lata, no van a querer volver a vivir ahí. Si se les muestra otra forma de vida y de ganarse la vida, llega el progreso", explica. "Nosotros lo notamos con los chicos que trabajan en la Mutual. El antes y el después. Ahora con ese poco dinero que cobran todos los meses compran ropa para sus hijos, arreglan la casa como pueden, nos preguntan si se pueden conseguir changas o buscan otras obras para trabajar, quieren progresar y están re contentos. Nos dicen 'Ojalá la obra nunca se termine'. Pero algún día se va a terminar. Entonces una piensa qué alternativa laboral les va a poder dar en ese momento para que sigan teniendo trabajo".
Y luego de esta reflexión Bravo pone un ejemplo familiar. "No es que están sin trabajo ahora, mi marido tiene 60 años y está sin trabajo hace más de 20. Porque era metalúrgico, tiene sólo estudios primarios, con el menemismo se quedó sin laburo y nunca se pudo reinsertar. Porque si no tenés la secundaria no entrás a trabajar en ningún lado. Entonces, la gran pregunta es dónde están las oportunidades para estos jóvenes, más allá del caso de mi marido. Si el Santa Fe Más, que es una oportunidad para aprender herrería o carpintería, no va junto a una posibilidad laboral al terminar el curso de capacitación, no sirve".
-El remisero que nos trajo nos dijo que nos espera afuera del barrio. ¿La crisis agravó la violencia?
-Sí, se agravó la situación de violencia no sólo porque no tenemos un mango para comer sino porque vivimos en una sociedad violenta. Cuando me dicen que se quieren ir del barrio porque no se aguantan más los robos y los tiros, les pregunto a dónde se van a ir, si esto ocurre en todos lados. Yo entiendo que el remisero tenga miedo de que lo roben mientras espera. Pero no lo van a robar, es de día y los chicos están durmiendo. Esa necesidad de robar es producto de la droga -dice Bravo-. Acá luchamos mucho para que salgan de las adicciones. Ha aumentado el consumo. Y si no pueden comprarla salen a delinquir para poder hacerlo. Imaginate que no pueden comer ni comprarse unas zapatillas y piensan 'en que mundo podrido vivo, prefiero escaparme', y ahí son carne de los narcos". Y de los narcos nadie quiere hablar en el barrio. Ahí se apaga la grabadora.
"Una caja de leche, por favor"
Pero Bravo no delimita esta situación a lo que ocurre en las calles de Villa del Parque. "Esta es una crisis más profunda y no ocurre sólo en los barrios -dice-. Hay que pensar ya de forma colectiva, toda la sociedad. Yo no me iría del barrio. Tengo una pertenencia y nos ayudamos entre los vecinos. Pero se que hay quienes eligieron otro camino y sus familias siguen ese mismo camino. Pero lo hacen porque no tienen una alternativa. Eso es lo que falta".
La entrevista es interrumpida por un golpe en la puerta. "Una caja de leche, por favor", ruega la voz de una madre desde la calle. Una asistente abre y se le entrega. Un rato más tarde, en un hogar de Villa del Parque, habrá al menos un niño con la pancita un poco más caliente. Eso se va a repetir más tarde. Saben a dónde recurrir cuando falta lo esencial. Mientras esto sucede, en Casa de Gobierno se lleva a cabo una un encuentro de trabajo con el Consejo Económico y Social. Allí explican cómo se derramará a la sociedad el dinero de los fondos que la Nación enviará por la deuda histórica de coparticipación a la provincia.
El pibe sin documentos
Un emergente de la asistencia que brinda la Mutual Solidaridad Barrial es Federico Monges. Fue tapa de El Litoral el día que tras vivir 31 años sin Documento Nacional de Identidad apareció su rostro con la flamante cédula en una foto. Y fue gracias a las gestiones de la gente de la mutual. Eso fue dos días antes de la Navidad pasada. Por eso la siguiente pregunta a Susana fue si hay más casos como el de Federico hoy en el barrio.
"Queremos que el Registro Civil traiga el camión ese que anda por todos lados al barrio y les haga el documento a todos los pibes indocumentados", reclama Bravo.
-¿Cuántos jóvenes son los que no tienen documento?
-Y, mirá, contabilizamos más de 200 pibes que perdieron su documento y nunca lo volvieron a tramitar. Ellos no tienen internet, o no saben sacar un turno con el celular ni conoce a dónde queda el Registro Civil, porque nunca fueron al Centro de la ciudad. Aunque a algunos los asombre esto. Es así, no han salido nunca de este triángulo que es Villa del Parque.
-Con todo este panorama que describís, ¿están dadas las condiciones para que la gente salga a expresar su bronca o todavía hay contención social?
-Yo digo que Argentina es un país muy tranquilo y pacífico, a comparación con otros. No creo que haya un estallido social. La gente se queja pero le tiene miedo a los estallidos sociales. Quizá podemos salir a reclamar que nos reparen el anexo del dispensario que se incendió si la respuesta no llega. Seremos 20 locas cortando la avenida Perón. Porque es una necesidad de salud pública para los trabajadores y para los vecinos que necesitan atención. Pero más que eso no va a suceder. Todos sabemos en el barrio que el dinero no alcanza. Pero no sabemos por qué. ¿Me explico? La gente está preocupada por llevar la comida a la mesa todos los días. No se pone a ver que cambió un ministro de Economía o que subió el dólar, como hacen 'los de arriba', en otros niveles sociales. Acá no existe el dólar. No se habla de eso en el almacén. Sabemos que todo aumenta. Nada más.