Viernes 23.8.2024
/Última actualización 21:49
La escena se repite en muchos clubes deportivos de Santa Fe: un padre llega con su hija pequeña o una madre con su hijo a las actividades deportivas. Sin embargo, la necesidad de ingresar al vestuario para ayudarlos a cambiarse se convierte en un dilema. ¿Qué sucede cuando un papá debe entrar al vestuario de las niñas o una mamá al de los niños? Este escenario, que podría parecer menor, refleja una problemática más profunda que afecta a muchas familias, especialmente las monoparentales, matrimonios igualitarios o aquellas en las que el progenitor que acompaña al menor es del sexo opuesto.
El contexto: familias diversas y necesidades específicas
La realidad actual muestra que las familias son diversas y, con ello, las necesidades y los desafíos a los que se enfrentan también lo son. En el caso de las familias monoparentales, donde un solo progenitor, sea madre o padre, está a cargo del cuidado del menor, en situaciones donde los horarios laborales impiden que ambos padres puedan asistir juntos a las actividades, o en matrimonios igualitarios es común que un progenitor deba encargarse de todas las tareas, incluida la asistencia en los vestuarios.
Pero ¿qué sucede cuando esa asistencia implica la necesidad de ingresar a un vestuario que no corresponde al género del adulto acompañante? Este tema, que a simple vista podría parecer menor, cobra relevancia cuando se considera que la mayoría de los clubes deportivos, por razones de privacidad y seguridad, no permiten la entrada de personas del sexo opuesto en los vestuarios.
Para muchos padres, esta situación supone un desafío constanteEl vacío normativo y las soluciones en la práctica
Desde el área de Niñez de la Municipalidad de Santa Fe, comentaron que no existe una disposición específica para estos casos. La falta de una normativa clara deja la solución de estas situaciones en manos de los propios clubes, quienes deben decidir cómo manejar estos casos de manera individual. Sin embargo, esta falta de uniformidad puede llevar a inconsistencias y, en algunos casos, a la generación de conflictos.
Precisamente, para muchos padres, esta situación supone un desafío constante. En una conversación con El Litoral, un padre compartió su experiencia al enfrentar este dilema: "Al momento de entrar a un vestuario de niñas siendo papá varón, intento tener ciertas precauciones. Antes de ingresar, pido permiso y me aseguro de que no haya chicas adolescentes en etapa de desarrollo para evitar posibles incomodidades. Luego, trato de acortar el tiempo que estoy dentro al mínimo indispensable: cambiar a mi hija y salir junto con ella. También tengo cuidado con las conversaciones y otras situaciones mientras estoy allí".
Es fundamental que se comiencen a implementar medidas que contemplen la diversidadEste padre también señaló una percepción que considera desigual: "Muchas veces se pone el ojo en el papá en el vestuario de las nenas, pero no igual en las mamás en los vestuarios de los nenes, lo cual también sucede y a nadie se le ocurriría pensar mal de una mamá en un vestuario de varones. Sin embargo, la fragilidad o la indefensión del niño o niña es prácticamente la misma en ambos casos".
El testimonio refleja además otra complicación que surge de la falta de espacios adecuados en los clubes: "La alternativa es que el niño o niña vaya con su padre o madre al vestuario de adultos, lo cual también genera otra situación incómoda. De repente, chicos muy pequeños se encuentran delante de un montón de gente sin ropa y cambiándose. Esto no es lo que uno como padre desearía. Aquí entra en juego la responsabilidad del club de generar espacios donde estas cuestiones no generen conflictos entre los socios".
La situación de los vestuarios en los clubes de Santa Fe pone de manifiesto la necesidad de un debate más amplio sobre la inclusión y la adaptación de las instituciones a las realidades familiares actuales. Si bien no existe una solución única que funcione para todos los casos, es fundamental que se comiencen a implementar medidas que contemplen la diversidad y que garanticen tanto la seguridad como la comodidad de los menores y sus familias.