Martes 8.3.2022
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En los albores de la década de 1940 Carola Lorenzini ya era toda una celebridad. No solo le cabía el mérito de ser la primera argentina en obtener el carnet de aviadora civil sino que también había llegado a convertirse en instructora de vuelo, algo inédito hasta entonces para una mujer en América del Sur. Para sellar el pacto de popularidad con el público que la seguía, poseía ya el récord femenino sudamericano de 5.381 metros de altura, había cruzado el Río de la Plata en un vuelo en soledad y dominaba a la perfección una técnica que atraía muchísimo a los aficionados: el looping invertido, una acrobacia a través de la cual el piloto queda cabeza abajo.
Hemeroteca Digital Castañeda / Archivo El Litoral D.RFoto: Hemeroteca Digital Castañeda / Archivo El Litoral
Ya antes de encontrarse con la aviación, que según ella misma dijo era su aliento vital, demostró una fuerte tendencia a destacarse. Fue la primera mujer que manejó un auto en su pueblo y en 1925 se convirtió en campeona de atletismo. En 1938, fue la única mujer en participar en una prueba de regularidad entre San Vicente, Lobos y Seis de Septiembre, prueba en la que resultó ganadora con un avión Focke Wulf. A tal punto llegó su inserción popular que la revista El Gráfico le dedicó su portada completa el 23 de septiembre de 1938.
Hemeroteca Digital Castañeda / Archivo El Litoral D.RFoto: Hemeroteca Digital Castañeda / Archivo El Litoral
Habituada a los desafíos, a principios de 1940, tomó la decisión de unir las provincias de Argentina, realizando exhibiciones aéreas de acrobacia en cada una de las paradas previstas. La iniciativa, que contó con el apoyo de autoridades militares, tuvo entre sus finalidades la de demostrar que el avión argentino construido en la fábrica nacional de Córdoba, era bueno, seguro y contaba con todas las condiciones esenciales para ese tipo de vuelos. Durante estos recorridos, realizados entre marzo y abril de 1940 a bordo de un Focke-Wulf Fw44, uno de los destinos de la “Paloma Gaucha”, como se la conocía porque usaba con frecuencia botas y bombacha de gaucho, fue la ciudad de Santa Fe.
La “Cordial” desde lo alto
Tras salir de Buenos Aires el 24 de marzo y realizar una escala por Rosario, Lorenzini arribó a la capital de la provincia al mediodía del 25 de marzo. Su llegada estaba anunciada para las 11, pero finalmente se concretó a las 12.09 y el lugar seleccionado para el aterrizaje fue el campo interior del Hipódromo de Las Flores, donde fue recibida por miembros del Aeroclub Santa Fe y un grupo de aficionados.
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Un periodista de Diario El Litoral estuvo presente en el lugar y mientras la “Paloma Gaucha” se dirigía a almorzar con referentes del Aeroclub, pudo intercambiar unas palabras con ella, a la que describió como una mujer resuelta, audaz, con espíritu dispuesto a la franqueza y a la cordialidad. “Antes de proseguir, quiero decirles que Santa Fe es, para mí, muy linda ciudad vista desde lo alto. Está rodeada de aguas y ofrece un muy lindo panorama”, afirmó durante la breve entrevista.
Añadió también: “mi avión es de los comunes que se construyen en la fábrica de Córdoba y solo tiene como modificación que se haya ocupado el espacio destinado al pasajero para que cargara más combustible. De esta manera mi avión tiene una autonomía de vuelo de seis horas y media”.
Hemeroteca Digital Castañeda / Archivo El Litoral D.RLas pruebas de alta acrobacia que Lorenzini tenía previsto realizar ese 25 de marzo por la tarde, a las 17.30, se suspendieron por el mal tiempo imperante. Una mala jugada del incipiente otoño santafesino, que impidió al vasto público que se había reunido en la tribuna techada del hipódromo para disfrutar del espectáculo, que finalmente se realizó al día siguiente luego de que la aviadora fuese recibida en la Casa Gris por el gobernador Manuel María de Iriondo.
Cómo dato de color, la aviadora dejó un autógrafo que reprodujo El Litoral a través del cual hizo llegar “un cordial saludo para todos los que habitan esta hermosa ciudad”. Finalizada su escala santafesina, la aviadora prosiguió su raid hacia la base aérea de Paraná, para continuar después el itinerario hacia Monte Caseros, provincia de Corrientes.
A menos de dos años de su viaje a Santa Fe, Carola Lorenzini dejó este mundo, pero lo hizo en su ley. Corría la tarde del 23 de noviembre de 1941. Mientras realizaba una maniobra acrobática, el avión perdió el control, se estrelló y su ocupante perdió la vida. Sus restos fueron velados en el Cementerio de la Recoleta, donde una multitud expresó su dolor. Actualmente, hay un monolito en su honor en Alejandro Korn, localidad del partido de San Vicente y una calle en Buenos Aires lleva su nombre. También en el Museo Nacional de Aeronáutica, cuyas instalaciones están en Morón, la sala dedicada a las Mujeres Pioneras de la Aviación Argentina contiene diversos objetos que recuerdan la historia de la destacada aviadora.
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