Martes 5.3.2019
/Última actualización 10:57
En el populoso barrio Los Troncos, al noroeste de la ciudad, con sus casitas bajas y humildes, sus ranchos y calles de tierra, algo está cambiando la fisonomía urbana: un domo. Sí: un domo y quien lo hubiera imaginado. Un domo es una estructura hecha respetando una forma geométrica, esférica tipo cúpula, con piezas triangulares o poliédricas, como ésas que se ven en las películas de ciencia ficción. Ese domo es la “punta de lanza” de un proyecto sociocomunitario que comenzó el año pasado y que intenta transformar para bien al barrio desde sus bases.
Pero, ¿para qué un domo? Busca ser un “faro” que alumbre la posibilidad de un proyecto de transformación barrial. Se construye en un predio de la Mutual Voluntarios (en calle Paredes al 8100). El prototipo tiene varios objetivos: ser un espacio de trabajo colaborativo entre vecinos, de conocimiento abierto sobre distintas técnicas de construcción (principalmente con materiales reciclables o amigables con el medioambiente), de participación ciudadana y de fortalecimiento de los lazos sociales.
Técnicamente, este domo es un centro experimental de tecnologías apropiadas (TA). Y es parte de un proyecto de interés social que se llama “Hormiguero Geodésico” y cuya meta central es desarrollar aptitudes de organización, saber para todos y trabajo en comunidad barrial.
Pero no sólo eso. El proyecto promueve en el barrio el aprendizaje para la utilización de una moneda virtual o “criptomoneda”: se llama FairCoin (moneda justa) y es una tecnología financiera que permitiría —de aplicarse— generar un microsistema económico dentro del barrio, sin necesidad de que los vecinos estén bancarizados (ver Relacionada). Sería posible, incluso, pagar la cuenta de la despensa con FairCoins, sólo usando un celular.
Diego Retamozo (37) es correntino y —claro— la tonada lo delata. Estudió en la ciudad de Santa Fe y se quedó a vivir aquí. Es contador pero, sobre todo, autodidacta. El año pasado presentó el proyecto “Hormiguero Geodésico”. Geodésico por la forma esférica del domo. Y “hormiguero”, porque se valida la metáfora del trabajo de las hormigas. “Queremos simular con los vecinos esa idea de que las hormigas cargan y transportan alimentos o materiales para su hogar, trabajando organizadamente y respetándose entre sí”, le cuenta Retamozo a El Litoral.
Gentileza Todos colaboran. Las mamás y los más chiquitos practican diversas técnicas constructivas con palillos y elementos reciclables.Todos colaboran. Las mamás y los más chiquitos practican diversas técnicas constructivas con palillos y elementos reciclables.Foto: Gentileza
El domo tiene un diámetro de seis metros. La estructura y las aristas de los triángulos están hechos con perfiles de chapa galvanizada. “La idea fue hacerlo reciclando todo el material posible, con residuos que se encontraron y colectaron en los contenedores donde depositan desechos constructivos. La particularidad de esta estructura es que es por sí misma resistente a tormentas fuertes, por ejemplo”, explica.
Retamozo estima que el domo estaría terminado a mitad de año: falta todo el cerramiento y algunas cosas más. Pero en realidad, lo más importante es que los propios vecinos decidirán para qué se utiliza: “Queremos que ellos mismos determinen qué uso le quieren dar”. Puede ser utilizado como sala de lectura de cuentos, o actividades lúdicas, o un espacio para reuniones vecinales de toma de decisiones. Dependerá de ellos, insiste.
“Será clave la participación de los vecinos en la apropiación de ese espacio; y también será un lugar para que la Mutual Voluntarios puede seguir con las actividades que ya realiza: ayuda escolar, una tienda de venta de ropa, talleres de carpintería”, agrega el joven.
Muchos vecinos se engancharon con la propuesta. Los chicos de entre 18 y 22 años son los que más se ‘coparon’. Unas 10 personas colaboran regularmente, casi todos los sábados, pero a veces van más. Ya pasó medio centenar de jóvenes del centro de la ciudad y estudiantes universitarios a conocer la cúpula.
Además de trabajar en la construcción del domo, y como hay muchos chicos en el barrio, se hacen otras actividades para incluirlos en el proceso constructivo, que es principalmente sociocomunitario. “Por ejemplo, hacemos cosas más chiquitas, como palillos trenzados o el procesamiento de cartones de leche (reciclaje). Los pibes y adolescentes van entendiendo conceptos de matemática o geometría. Es decir, se les da saber y aprenden sobre la utilidad que le pueden dar a estas materias el día de mañana”, agrega Retamozo.
Al joven lo que más le interesa es aprender de todo, y trasladar ese conocimiento o ayudar a que llegue a las personas. Fue investigando en Internet sobre tipos de construcción y arquitectura. Se puso en contacto con personas interesadas, y logró armar un grupo de WhatsApp donde hay constructores de toda Latinoamérica: ingenieros, arquitectos, matemáticos. Allí se comparte el conocimiento y se cuentan las estructuras que se van haciendo.
“Cuando terminamos de armar la estructura del domo, uno de los chicos del barrio viene y me dice: ‘Mirá che, qué bien quedó ese pentágono’. Es decir, reconoció la forma geométrica del pentágono. Aprendió algo. Fue muy lindo. Ahora, nos hacen propuestas de mejoras. El vecino, al final, se da cuenta de que puede hacer algo por medios propios y con el conocimiento como bandera”.
El proyecto tiene una hoja de ruta con metas a cumplir. Hoy está en la segunda etapa. En la última, se proyecta equipar al domo con calefón solar, baños secos, hornos y estufas rocket y generadores de energía eólica.
Gentileza Maqueta. El domo geodésico es una cúpula con forma de media esfera. Es la estructura más fuerte, ligera y eficiente (como espacio cerrado) en beneficio del hombre , dicen los impulsores del proyecto.Maqueta. El domo geodésico es una cúpula con forma de media esfera. “Es la estructura más fuerte, ligera y eficiente (como espacio cerrado) en beneficio del hombre”, dicen los impulsores del proyecto.Foto: Gentileza
Hay otra cuestión del espíritu del proyecto, quizás más profunda y pensada a largo plazo: “Intentamos que este modelo sea una inspiración para que los ranchos de adobe y chapa del barrio puedan ser reconvertidos tomando algunos principios constructivos del domo”, narra el joven.
Y se plantearon alternativas constructivas sustentables. “Con la apropiación del saber por parte de la gente del barrio, nos interesa que en un futuro los vecinos sepan cómo cambiar un rancho por otro tipo de estructura o vivienda, aprendiendo técnicas constructivas usando tecnologías simples y amigables con el medio ambiente”, se entusiasma. Esto, con todo, podría llevar a la gente a construir una vivienda más digna que un rancho.
Retamozo pone un ejemplo: “En Chile estas viviendas tipo domo se usan mucho porque incluso son anticíclicas. Aquí en Los Troncos hay ranchos de chapa y hasta de cartón. Cuando ocurre una tormenta fuerte, los vecinos se quedan sin techos. Mi utopía es que un vecino algún día venga y me diga: ‘Quiero transformar mi rancho en un domo’. Ahí diré que mi meta estará cumplida”. Como todo buen autodidacta, el joven no se priva de seguir soñando con aportar significativo en el tejido de una comunidad.
Dentro del proyecto “Hormiguero Geodésico” se promueve el aprendizaje y uso comunitario de una “criptomoneda” o moneda virtual que se llama FairCoin (moneda justa). La FairCoin fue creada en 2014 en España por la Fair Coop. La misión: “Construir una moneda que sea estable, global e incorruptible; crear un sistema económico global innovador desde las bases, en favor de un modelo alternativo”.
La FairCoin ya se usa en muchos lugares del mundo. “Es ecológica (muy bajo consumo de energía para el control de las transacciones) y segura; rápida (una confirmación de transacción cada tres minutos) y ética (apoya valores comerciales justos)”, dice en su sitio web oficial Fair Coop.
Pero, ¿cómo se usaría en un barrio? “Esta moneda virtual nos permitiría tener un circuito económico local en el cual los vecinos empiecen a valorizar sus habilidades con las tecnologías y satisfacer sus necesidades económicas. Esto, creemos, puede hacerse con un microsistema económico, con la ayuda de la Mutual Voluntarios. Completaríamos el ideal de una comunidad autosuficiente, con lazos sociales afianzados”.
Los pagos y transferencias con FairCoins pueden realizarse con un simple código QR. “Un ejemplo: sería viable, por ejemplo, que un vecino o vecina pueda pagar el gasto de la despensa del barrio por su celular, con FairCoins. Sólo con un celular que tenga un lector de Código QR. La idea es que en lugar de usar pesos (moneda física), se empiece a usar esta moneda virtual en el barrio, y así practicar un microsistema económico dentro del barrio”.
“Y sin necesidad de bancos”, añade Retamozo. Ocurre que la mayoría de las personas del barrio no está bancarizada. “Así, estaríamos resolviendo un problema, porque no tener cuenta bancaria es estar excluido totalmente del sistema. Aprender a usar la moneda virtual y confiar en la tecnología es un desafío. Todo apunta a mejorar la vida diaria del barrio, y que se simplifiquen las cosas”, concluye.
“Hormiguero Geodésico” fue presentado en 2018 como una propuesta en “La Colaboradora”, un espacio físico de inteligencia colectiva implementado en Santa Fe por el gobierno provincial a través de Santalab (Laboratorios de Innovación Ciudadana de Santa Fe) y el Gabinete Joven.
Para donaciones de materiales y fondos (con bono contribución), los interesados pueden comunicarse con Diego Retamozo: Email: diretamozo@gmail.com. El domo geodésico está ubicado en un sector del predio de la Mutual Voluntarios (Paredes 8100).