No es la primera vez que el Concejo de Santa Fe toma nota de la situación del edificio del Correo Argentino (ex Correo Central), una joya arquitectónica que se alza imponente sobre la Avenida 27 de febrero. Ocurre que el inmueble cayó en el olvido, y sólo se utilizan algunas de sus dependencias. El tiempo, implacable, lo va deteriorando.
Ahora, a instancias de la presidencia del Cuerpo a cargo de Adriana “Chuchi” Molina, el Concejo sancionó una comunicación donde se le solicitó a la Provincia el inicio de gestiones ante el Estado Nacional a los fines de “procurar un permiso de uso prolongado del edificio de propiedad del Correo Argentino”.
La intención, reza el texto aprobado, es restaurar el emblemático edificio y, una vez rehabilitado, “ubicar allí dependencias provinciales carentes de lugar propio o que les sea imprescindible reubicarse, considerando su situación geográfica o edilicia, para el mayor beneficio de la ciudadanía santafesina”.
Mesa de diálogo
A la par de esta acción, el Deliberativo aprobó, también sobre tablas, un decreto donde se le autorizó a la presidencia a convocar a una mesa de diálogo con el objetivo de analizar la situación actual del edificio de propiedad del Correo Argentino.
Las venecitas son esos pequeños mosaicos de un centímetro cuadrado que embellecen la fachada del inmueble patrimonial. Crédito: Archivo El Litoral / Mauricio Garín
“Podrán ser convocados además de los concejales, legisladores provinciales y nacionales, representantes de las universidades con sede en nuestra ciudad, representantes de los Ejecutivo local y provincial, Defensoría del Pueblo, integrantes de la Comisión de Patrimonio Urbano Arquitectónico, y otros actores de relevancia”, dice la norma aprobada, cuyo impulsor fue Lucas Simoniello (Interbloque “Unidos”).
“Todos juntos peleando”
Fue el propio edil radical quien pidió la palabra en el recinto para darle contexto a los dos proyectos sancionados. “La ciudad logró devolverle la vida a otros edificios, como la Estación Belgrano, los molinos Marconetti y Franchino, el Mercado Norte y el Progreso. Ahora, el edificio del Correo tiene que encontrarnos a todos juntos pelando para que ningún ‘iluminado’ venga con aires de remate de este inmueble”, dijo Simoniello.
Sobre esto último, se explayó: “Hay que decirlo. Puede ocurrir que alguien quiera rematarlo. Los lugares no faltan; hay muchos muchísimos establecimientos públicos que mes a mes tienen que alquilar otros para ofrecer sus servicios, porque no cuentan con la infraestructura edilicia suficiente”.
El abrazo simbólico al edificio se realizó el 27 de junio pasado. Crédito: Fernando Nicola
Entonces, “debemos encontrar formas que le sirvan a la ciudad, y para que en casos de edificios de tan alto valor patrimonial, como el del edificio del Correo, se presten servicios a la comunidad, previo a su restauración”, añadió Simoniello.
Y con respecto a la mesa de diálogo, la intención es que los distintos actores involucrados no sólo puedan visibilizar la problemática del inmueble, sino que también “podamos ponernos de acuerdo alrededor de una misma mesa en cuáles son los proyectos prioritarios para abordar sobre el destino del edificio”, enfatizó.
Patrimonial
“En la Argentina, entre 1935 y 1955, se da el ingreso de una corriente arquitectónica moderna, también conocida como racionalismo funcionalista. El edificio del ex Correo es un ejemplo de lo que sería esa arquitectura de la Segunda Post Guerra”, le había explicado a El Litoral el Arq. Luis Müller, profesor e investigador (FADU-UNL), Dr. en Arquitectura y experto en patrimonio arquitectónico.
El diseño incluye tipos de juegos formales, “como el tanque de agua en la azotea, el cual tiene formas curvas. Hay un juego entre volúmenes rectos, líneas curvas, y el uso del color, tomando por ejemplo el mural coloreado en la fachada. No es un mural pintado, sino que está hecho con venecitas. Era aquella idea de integrar el arte del edificio con la escena urbana”, había precisado el especialista.
Venecitas
Las ya famosas venecitas son mosaicos muy pequeños de distintos colores que supieron embellecer el edificio en su esplendor. Hoy se están cayendo, se van desprendiendo por la falta de mantenimiento. “Todos son materiales muy nobles. El edificio es muy bien pensado y diseñado, proporcionado. Es un elemento en la ciudad que merece la pena revalorizar”, resaltó Müller.