Toda vez que mirás tu heroico ventilador “Liliana”, sentís que te odia un poco más cada día. Si hay aire acondicionado se prende un rato nomás, no vaya a ser que cuando llegue la factura de la luz sobrevenga el pánico. Aquellos que guapearon y se quedaron a “vacacionar” en la ciudad de los mosquitos, con 40 grados a la sombra, donde tomar dos mates ya hace transpirar, merecen un profundo respeto, cuando no un gesto de admiración.
Dos percepciones sociales dejó enero. La primera: salir por las mañanas llevaba a sentir que la ciudad estaba como en un paréntesis, al menos sus calles y paseos. Casi nadie; sólo quienes debieron trabajar en enero, los repartidores de los deliverys, el personal municipal limpiando las calles. En Bulevar y en la Costanera algunos runners, y señoras y parejas de novios paseando sus mascotas. Por lo demás, algo así como el éxodo hebreo de Egipto.
Carlos es tachero y salió a la pesca de algún pasajero. “Mirá, hago nueve horas, a veces más, y es tan poco el movimiento en enero que lo que junto es para pagar el GNC del día. Con lo que sobra, como”, le dice a El Litoral. El muchacho admite que hacía mucho tiempo que no veía a La Cordial tan vacía. Y como agravante, apunta que no hay plata para pagar un viaje, o que la gente busca hacer trayectos cortos.
Una recolectora limpia un sector de Bv. Gálvez. Detrás, casi nadie. Crédito: Flavio Raina
Otra instantánea: en las paradas de los colectivos, remises y taxis circulan “despacito”, mirando a los usuarios que esperan hartos la demorada llegada de su línea habitual. Aguardan “seducir” a alguno a ver si agarran un viajecito. Es la pesca a la que aludía Carlos. Esto se ve muy seguido en la parada de Irigoyen Freyre y Av. Rivadavia: el carril exclusivo ayuda a la “estrategia”.
En determinados horarios, los colectivos van prácticamente vacíos. En otros, sobre todo en horas pico, los pasajeros se agolpan y las unidades circulan detonadas de calor (y olor) humano. Es que la reducción del servicio llevó a que haya menos coches y que las frecuencias se espacien.
La ciudad y laguna
La otra percepción social que dejó el primer mes de este 2024 fue que aquellos que no pudieron irse de vacaciones trataron de descansar intentando una suerte de turismo vernáculo “gasolero”, aquí nomás, en la ciudad. Aquí, la “Pelopincho” fue protagonista: “¿Dónde querés que vaya? No hay un mango para vacaciones, sólo aumentos de todo tipo…”, lamentó José, vecino de Villa Del Parque.
Muchos de los que se quedaron en esta capital aprovechan a pleno la playa, en la Costanera Este. Crédito: Malena Rodríguez
Por otro lado, no faltaron los sillones al caer el sol en la Costanera Oeste, con la conservadora en el centro; la playa de la Este llena de bañistas, con la Setúbal como compañía; también buena cantidad de gente en los espigones. Aquí, un dato: los servicios náuticos (paseos en kayaks, clases de kite y de SUP) fueron la opción elegida por más de 460 personas, y las clases de yoga a la vera de la laguna convocaron a 60 personas.
Los bares y restós, pese a una fluctuante cantidad de comensales, se vieron con buen volumen de demanda, sobre todo los fines de semana. Quien no quiso -o no pudo- vacacionar, quizás aprovechó algún dinero sobrante para disfrutar de una cena en familia, o de unos lisos con amigos y seres queridos. Y también, de las variadas actividades turísticas y culturales en la ciudad.
Según datos del Safetur a los que accedió El Litoral, durante todo enero más de 920 personas utilizaron el Bus Turístico para recorrer la ciudad. El Planetario, Observatorio y Museo del Espacio CODE recibió más de 2.600 visitas.
“Los paseos turísticos guiados fueron la opción elegida por más de 200 turistas repartidos entre Paseo Boulevard, Casco Histórico, Basílica de Guadalupe, Paseo Costanera y las visitas de sitio en la Manzana Jesuítica”, indicó el ente. Durante los fines de semana los parques se veían bien de gente, tanto el Garay como el Federal.
La Costa
Pero con respecto a la Costa, los cabañeros sintieron fuerte el coletazo de la crisis macroeconómica. Hubo en promedio un 30% menos de reservas a principios de mes: las consultas eran casi nulas y se proyectaba una temporada muy complicada, según referentes del Cabasetur, entidad que nuclea a prestadores de servicios turísticos.
A lo sumo, lo que se dieron fueron “microviajes”, de tres o cuatro días al corredor costero, máximo, “siempre a destinos cercanos. Es lo que conocemos como turismo de cercanía” había declarado Javier Dellamónica, subsecretario de Turismo de la Municipalidad. Los cabañeros esperan que la situación mejore un poco este febrero.
Turismo receptivo
Según los números del Safetur durante el primer mes del año, se atendieron un 37,9% de turistas provenientes de otras ciudades del territorio provincial (Rosario, Rafaela, Esperanza, San Justo, Reconquista, Coronda y El Trébol); un 45,7% de personas llegadas de otras provincias como Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Neuquén, Tucumán, Chaco, San Luis y Salta.
Piletones. Muchos buscan cualquier estrategia para hacerle una gambeta al insoportable calor. Crédito: Malena Rodríguez
Y un 16,4% de las consultas fueron de extranjeros provenientes de Chile, Alemania, Perú, Uruguay y Colombia.
¿Y cómo pinta febrero?
Paritarias tensas, colectivos urbanos más caros, un pedido para declarar en emergencia el transporte público, dengue, mosquitos, más inflación en las góndolas. Todo eso y mucho más trae febrero encaramado sobre sus hombros. Y claro, más calor.Pero mientras el ventilador “Liliana” siga aguantando...