Domingo 10.5.2020
/Última actualización 20:10
Esta nota no está hecha con la intención de generar una polémica, sino para mostrar una disyuntiva que algunos vecinos sauceños se vienen planteando desde hace mucho tiempo. La visible y hasta peligrosa erosión de la margen derecha del río Corondá que se puede observar en gran parte del frente costero de la localidad de Sauce Viejo, ¿es sólo producto de la naturaleza, es decir, del accionar del agua contra la barranca, sumado a las consecuencias que traen aparejadas alternadamente las bajantes y crecidas, o también se debe al comportamiento del ser humano a través de los años?
De acuerdo al testimonio del profesional consultado por este medio —que prefirió reservar su identidad—, la erosión que queda a la vista ahora por la pronunciada bajante del río (para muchos lugareños, histórica) es producto del continuo accionar del agua sobre la costa. En dicho contexto, y más allá de la disyuntiva planteada anteriormente, la pregunta que se hace es la siguiente: ¿Es factible la protección de las barrancas?
El profesional considera que sí, que técnicamente es posible. Lo es, aclara, reduciendo el talud y haciéndolo más extendido para luego protegerlo con colchonetas de geotextil y gaviones (o elementos de similares características), pero debería ser un continuo de éstos y comprender a las propiedades de toda la costa. El tema colateral o complementario que surge es saber quién asumiría el costo de esta obra de protección costera, que sería sumamente oneroso.
Por eso mismo, previo a cualquier intento de construcción o reconstrucción, debería determinarse lo que se llama “línea de ribera”, que es la que delimita el dominio público respecto del dominio privado. Ello traería aparejado un tema de jurisdicciones y, por lo tanto, la cuestión de determinar a quién correspondería afrontar semejante trabajo. En definitiva, dijo, la protección de las márgenes de un río es un tema sumamente complejo, donde entran en juego diferentes variables, tanto técnicas, legales, económicas y ambientales.
Fernando Nicola / Drone El LitoralFoto: Fernando Nicola / Drone El Litoral
El 2 de diciembre pasado, El Litoral publicó la nota titulada “Riesgo de derrumbe: barcazas areneras hacen temblar a viviendas costeras”, donde varios residentes del barrio Nueva Detroit mostraban su preocupación por este tema. Al momento de describir las condiciones en las que se encontraban sus casas, los vecinos habían hecho hincapié en que ellos veían prácticamente todos los días a las embarcaciones trabajando a pocos metros de las viviendas lindantes al río, poniendo en riesgo la estabilidad de las mismas. La actual Ley Provincial Nº 13.850, del 29 de noviembre de 2018 (con referencia en la Nº 11.717 de 1999), impide las extracciones de este tipo a menos de 300 metros de cualquier asentamiento urbano.
Según los testimonios recabados a fines del año pasado, es el trajinar de las barcazas lo que propicia los socavones, que se hacen cada vez más pronunciados y visibles, generando la posibilidad de desprendimientos peligrosos. Al menos así lo han entendido siempre los vecinos, que en su diálogo con este medio, además recordaron que éste es un problema que había generado cierta inquietud unos 15 años antes, pero que creían que ya había cesado.
Justamente, en su edición del 1º de febrero de 2004, El Litoral anunció en tapa el problema que vivían por aquel entonces los vecinos de Nueva Detroit. “Peligra la estabilidad de viviendas en Sauce Viejo”, tituló. Con el agregado: “Denuncian que es por la actividad de barcazas areneras”.
Respecto del caso particular de las areneras y su posible incidencia en la erosión de las márgenes, el profesional consultado aclaró que “salvo que estén extrayendo muy cerca de la costa, no tendrían influencia en el problema de erosión”. Él la considera como “muy improbable” a dicha incidencia, “ya que las empresas tienen un lugar asignado en donde tienen que hacer las extracciones (sitios en el río en el que se producen sedimentaciones) y son controladas permanentemente”.