Gastón Neffen
En un ambiente degradado por la acumulación de basura y escombros, un equipo de la UNL detectó una intensa actividad de aves.También encontraron nutrias.
Gastón Neffen
gneffen@ellitoral.com
Es un desafío complejo para la ciudad. En un sector del cordón oeste, donde están las barriadas más vulnerables de Santa Fe, el municipio conformará la Reserva del Oeste, un sistema clave para seguir mejorando el escurrimiento del agua cuando llueve, un nuevo pulmón verde y un área protegida para parte de la fauna característica de la región del espinal, la cuenca del Salado y el valle aluvional del Paraná.
Es un trabajo difícil porque para que sea viable debe ir de la mano con mejorar las oportunidades y el horizonte económico de las familias que están radicadas en los sectores más humildes de Barranquitas, San Pantaleón y parte de barrio Schneider. Muchas de ellas viven de reciclar la basura, quizás el principal problema ambiental que hay en los reservorios.
También hay particulares y empresas que arrojan residuos y escombros en estos reservorios, con un impacto ambiental aún mayor que el que generan los recicladores de estos barrios.
Esta semana, el municipio clausuró tres locales de la firma Seccoplac al detectar que un camión de esta cadena había arrojado materiales de construcción y revestimientos en inmediaciones de la circunvalación y calle Hernandarias.
A partir de un acuerdo con el municipio, un grupo de investigadores y estudiantes de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), junto con miembros del Club de Observadores de Aves (COA) Sirindá de Santa Fe, está realizando un inventario de la fauna que tiene su hábitat en estas 142 hectáreas. Comenzaron en abril y ya detectaron 57 especies de aves y también distintas tipos de reptiles y hasta nutrias.
“Nos sorprendió el número de especies y la diversidad que hay en la zona”, contó Darío Manzoli, docente de la FCV y uno de los coordinadores del grupo junto a Betina Mariño, también investigadora y profesora en la FCV. “Y todavía no pudimos relevar las migraciones de aves que se van a dar a partir de la primavera”, destacó Mariño.
El equipo de trabajo está conformado por 30 personas, la mayoría son estudiantes del grupo Capibara de la FCV y también miembros del COA Santa Fe, como Claudia Gottig, que visitó la redacción de El Litoral junto a Mariño y Manzoli.
Los investigadores explicaron que la Reserva del Oeste es un paisaje mixto, en donde sobre todo influyen dos bioregiones: el Espinal —con sus típicos aromitos, chañares y algarrobos— y la vegetación de las islas del Paraná, con sus alisos, repollitos de agua y camalotes. También hay muchas cortaderas.
En cuanto a las aves, Gottig destacó que el grupo fotografió pollonas negras, gallaretas, garzas, macas, junqueros, patos, taguatós y caraus, entre otras especies. También hay bandadas grandes de varilleros congos.
Cuidar los reservorios
Al relevar la fauna, el equipo también se encontró con los problemas ambientales que tienen los reservorios. “Va a ser fundamental enseñarle a los vecinos a vivir con una reserva. La gente se la tiene que apropiar para que no fracase”, planteó Mariño.
Pero la educación va más allá de las familias que viven en estos barrios. “Hay comercios y vecinos de otras zonas de la ciudad que tiran residuos aquí. Hasta se han limpiado hormigoneras en los reservorios. El municipio va a tomar un rol muy activo para evitar estas conductas”, aseguró Pablo Tabares, titular de la Agencia de Cooperación Internacional, Inversiones y Comercio Exterior de la Municipalidad de Santa Fe, en una entrevista con El Litoral.
Un tercio del proyecto, que tiene un costo aproximado de 3 millones de euros, se financiará con los recursos del Fondo Francés para el Medio Ambiente (FFEM). A medida que avance, el funcionario adelantó que se va a realizar una limpieza a fondo de los reservorios y también se aumentará su profundidad. “Es importante porque la gente nos dice que ya no se animan a pescar en estos humedales porque los preocupa la cantidad de residuos que ven flotando en el agua”, reconoció Mariño.
En relación con el desarrollo de la Reserva del Oeste, Tabares explicó que en este momento se está realizando el relevamiento de la información básica, lo que implica seguir con el inventario de fauna y flora, el muestreo de la calidad del agua, los análisis de suelo y la información catastral, entre otras variables.
Son los insumos que se están utilizando para armar el plan de manejo de estas 142 hectáreas, que define las oportunidades, vulnerabilidades y prioridades de gestión de la reserva. “Se va a comenzar con la obra de la calle de cierre de trama, al este del reservorio, que va a delimitar el límite físico de la ciudad; que supone precisar hasta que punto se puede urbanizar y donde comienza el reservorio y la zona natural protegida. El objetivo es comenzar estos trabajos este mismo año”, destacó Tabares.
Luego se avanzará con las siguientes etapas, la de construir la infraestructura de uso público en la reserva, limpiar toda la zona y profundizar los programas de concientización y educación ambiental, que se realizarán en forma conjunta con otros programas sociales y de empleo que se están realizando en estos barrios. Es que el futuro y la viabilidad de la Reserva del Oeste va a estar ligado al horizonte económico y social del cordón oeste de la ciudad.
Las claves del proyecto
El proyecto de la Reserva del Oeste tiene tres objetivos centrales:
Marcar el cierre de la trama urbana de la ciudad en esta franja del oeste, para ordenar el crecimiento urbano y evitar que se ocupen espacios que son inundables.
Mejorar la profundidad de los reservorios 4 y 5, los que están en la zona de la reserva, y el manejo de los residuos en una zona vulnerable para seguir consolidando la infraestructura para gestionar el riesgo hídrico en Santa Fe.
Transformar una zona que hoy enfrenta importantes desafíos sociales y ambientales, en un espacio verde que puedan disfrutar los vecinos de Barranquitas, San Pantaleón y barrio Schneider, y de toda la ciudad.