Fin del misterio: quién es y cómo vive el hombre dentro del disfraz de "Depredador"
Nació en Perú y está radicado en Paraguay. Pero viaja por todo el continente dejando que la gente se saque una foto con él y su disfraz. Y vive de eso. Desde hace tres días está en la ciudad. Luego irá a la Patagonia. Su historia de vida.
El "Depredador del Paraguay" posa para la cámara fotográfica de El Litoral. "Vivir de esto me ha permitido conocer Latinoamérica y sus culturas", dice Edgar Martel Romero. Crédito: Pablo Aguirre
Venía caminando a sus anchas por el medio de Irigoyen Freyre hacia Belgrano. Como era feriado nacional y no había casi nada de tránsito, a la calle la sentía suya. Sus pasos eran espaciados, lentos, y su aspecto aterrador, como el de un monstruo lovecraftiano: una máscara negra con luces que son rayos lásers, dos "patones" enormes con pezuñas de animal salvaje, cuatro calaveras colgadas en su torso, una lanza.
-Flaco, disculpá, ¿nos podemos sacar una foto con vos?-, interrumpe la escena una señora. Su marido ya tenía listo el celular. Eran las cinco de la tarde, de una tarde húmeda y pegajosa. ¿Qué era todo aquello que parecía salido de un cuento bizarro? Era un joven que de tan fanático de una película -"Depredador", 1987- se "mimetizó" con uno de sus personajes y diseñó el disfraz: una entidad alienígena con poderes tecnológicamente avanzados cuya meta es "cazar" trofeos humanos.
Y ahí seguía acercándose el "Depredador" -o "Yautja", según su nombre biológico en la ciencia ficción-, amenazante, aunque de criatura maligna no tenía nada. "¡Amigo! ¿Nos podemos sacar una foto con lo' pibe'?, le gritaron desde la otra verada unos muchachitos que venían matando el tiempo. "Aguárdenme un minuto, por favor", respondió. El acento no era argentino. Luego, se corrió un poco la máscara y saludó cordialmente a El Litoral.
Este hombre adentro del disfraz se llama Edgar Martel Romero, tiene unos 35 años y recorre el continente americano dejando que la gente se saque fotos con él a cambio de una retribución económica que "es variable; para el que no tiene, la foto es gratis, sólo a cambio de que me apoyen en mis plataformas digitales", relata.
Gentes de todas las edades le piden sacarse una foto. Además, va a los hospitales de niños y a los hogares de ancianos a levantar ánimos, sólo con un poco de entretenimiento. Crédito: Pablo Aguirre
El inicio de todo
Martel Romero es artesano, y el traje de Depredador lo diseñó y elaboró él mismo. Viendo que nadie quería comprarlo, decidió ponérselo. "Lo hice para saber qué se siente estar dentro de un disfraz", confiesa. Y en Paraguay, donde reside, salió a la calle vestido así, y se paró en una esquina, justo donde había una entidad bancaria.
El gerente lo denunció, porque pensó que iba a asaltar el banco. Llegó el patrullero y estuvo detenido dos horas por "sospechoso de robo". Filmó todo, lo subió a sus redes ("Un Depredador en el calabozo", era, podría decirse, el título de la noticia en la cual él mismo era el protagonista) y la cosa se volvió viral. Así empezó la aventura: se lanzó a las calles con su disfraz, a dejar que se saquen fotos con él. Además aprendió a hacer imitaciones y animar eventos sociales.
El episodio del banco y de la detención policial le hizo un click en la cabeza, y fue su pasaporte para empezar a romper fronteras y conocer América latina, narra, en diálogo con este diario. Viene rodando por Latinoamérica y ya recorrió 10 países: Paraguay, Perú, Brasil, Uruguay, Bolivia, Colombia. Ecuador, Chile, Venezuela y Argentina. Ahora su meta es llegar a México y Estados Unidos.
Una parte de su traje, que lo confeccionó él mismo: las calaveras.Crédito: Pablo Aguirre
Suelto en la ciudad
Llegó hace tres días a la ciudad de Santa Fe. Como llovió tanto, se lo vio poco en la Peatonal y en otros lugares de concurrencia social. Si mejora el tiempo, será más visible en la vía pública. "Mis seguidores de Instagram y Tik Tok me preguntan: '¿Adónde estás?'. En base a eso voy a determinado lugar", cuenta.
Martel Romero era confeccionista, promotor de ventas, hasta tenía un negocio en Paraguay. "Dejé todo y decidí dedicarme a esto. Me es rentable para vivir y viajar, y me gusta hacerlo, pues", dice seguro, mientras se acomoda la máscara.
¿Y la reacción de la gente? ¿No se espanta a primera vista? "Al verme de lejos, sí, un poco -sonríe-; pero cuando reconocen al personaje, esa reacción social siempre es buena, desde todas las edades. A veces me llaman de algún hospital porque los niños quieren verme con el disfraz; o de algún hogar de ancianos, por allí hay alguien que necesita que le levanten el ánimo. Y yo voy".
"Y les complazco así, y charlamos mucho con los niños, con los ancianos. Es al menos un ratito sacarlos del estrés, del padecimiento que tienen, con un pequeño entretenimiento", dice. Hasta en una fiesta patronal estuvo, allá en Corrientes. ¿Un "Depredador" bailando chamamé? Sí, así como se lee.
Trabaja con lo suyo unos tres meses, vuelve al Paraguay un par de semanas, está con sus tres hijos que ya son mayores y luego encara otra vez rumbo hacia otro país. En el traje lleva consigo siempre algo de su pasado: los cráneos, que son de sus mascotas: dos monitos y dos perros. En su tierra, explica, eso está permitido, como una forma de honrar a los animales de compañía muertos.
El "Depredador del Paraguay" estará unos días más en esta capital y luego partirá hacia Bariloche. Tiene pensado conocer la Patagonia. De Irigoyen Freyre siguió su aterrador andar y dobló por Belgrano, como encarando para la zona del Puerto. En esos pocos metros ya habían sido otras dos familias más que se le acercaron, celulares en mano, para disparar las fotos.
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