Franz Vanderschueren es Doctor en Sociología de la Universidad La Sorbona de París, Francia. En la actualidad, coordina el grupo de asesores de la Red Global de Ciudades más Seguras. En su currículum abundan los laureles; es que se pasó gran parte de su vida trabajando para diseñar políticas que disminuyeran los índices de criminalidad, o mejor, para lograr ciudades más “vivibles” frente a las profundas crisis que atraviesa el mundo.
El especialista visitó la ciudad de Santa Fe para disertar en el Foro “Hábitat en clave metropolitana y sostenible. Camino a la Cumbre Internacional del Hábitat de América Latina y el Caribe. Capítulo Santa Fe-Argentina”, realizado días atrás en la Estación Belgrano. Contó casos de ciudades del mundo que salieron a flote luego de padecer índices de criminalidad elevadísimos, y de otras que superaron desastres naturales.
De su diagnóstico global, con guerras, huracanes y maremotos, epidemias y hambruna, ciudades “gobernadas” por el crimen organizado, siempre apareció una palabra: la resiliencia, esa capacidad para adaptarse a las situaciones adversas y superarlas con resultados positivos.
“Hoy, los tejidos sociales están fragmentados, y todos los males de las sociedades se cristalizan en los entornos urbanos. Pero creo que si no construimos resiliencia comunitaria, no se podrán resolver las crisis actuales”, dijo Vanderschueren ante un auditorio colmado.
Las crisis
El especialista citó el caso de Acapulco, orgullo de los mexicanos, arrasada por un huracán; las inundaciones en Porto Alegre, Brasil; los socavones y hundimientos en Chile, los incendios en Valparaíso. También, las nuevas corrientes migraciones de haitianos o venezolanos, grupos humanos a los cuales los países a los que van no están preparados para acoger. Y las guerras, más la aparición del sicariato de las organizaciones criminales.
“La desigualdad social y económica en América latina es otra parte de las crisis. Este drama no se ha resuelto, todo lo contrario: se agravó dramáticamente. Así, un día tenemos barrios no solamente pobres, sino también cooptados por el crimen organizado. No sólo pasa en la Argentina. En Guadalajara, México, el 20% de los muertos de esa ciudad son por violencia crónica”, puso en contexto Vanderschueren.
La pobreza y la marginalidad, partes de esa fragmentación del tejido social. Crédito: Archivo El Litoral / Flavio Raina
Además de esto, el experto citó una serie de cambios civilizatorios. “La emancipación de la mujer avanzó, pero está lejos aún de ser resuelta; vemos además transformaciones generacionales, por las cuales la gran mayoría de los jóvenes son formados por la Internet y el espacio digital, espacio que no está regulado para nada”, apuntó. Eso lleva a la impunidad desde el anonimato, como los “haters”, por ejemplo.
“Cada una de estas crisis se cristalizan en lo urbano. Los barrios hoy en día son la expresión de este conjunto de crisis y transformaciones. ¿Y quiénes están llamados a resolver los problemas barriales? Los Estados municipales, que es la autoridad que vive cerca de una población con determinados problemas. Pero es muy fácil decir esto, echándoles las culpas al Estado”, agregó.
El caso Cherán
“El abordaje a estas situaciones debe ser territorial, desde una perspectiva holística, integral y desde la resiliencia. Esto es fundamental. Es la comunidad la que puede cambiar todo” aseguró el sociólogo, y contó un caso exitoso: Cherán, una pequeña población indígena de México.
En esa comunidad, fue erradicado el crimen organizado. Unas 20 mil personas, cansadas de ser usadas por esa red criminal, se reunieron comunitariamente. Priorizaron sus valores colectivos, y con la ayuda de la policía, arrestaron a uno de los individuos que colaboraba con la red criminal, lo juzgaron en la Iglesia, y tras diez días lo entregaron a la Justicia.
Luego, los habitantes empapelaron las paredes de la población con carteles que decían: “En Cherán, valoramos la dignidad y no queremos crimen”. “Y los jerarcas de ese grupo criminal tenían dos opciones: o matarlos a todos, a 20 mil personas -lo más parecido a un genocidio-, o irse. Y se fueron. Y no volvieron”, contó.
“Cherán hoy es el lugar más seguro del Estado de Michoacán. La resiliencia comunitaria dio el mejor ejemplo: hizo lo que ni el gobierno mexicano ni la DEA pudo hacer”, resaltó Vanderschueren, para luego asegurar otra vez: “Sin la resiliencia comunitaria no podremos resolver las crisis actuales que nos acucian”.
¿Pero cómo se construye esa resiliencia comunitaria? “Asumiendo las responsabilidades individuales pero de cara a la comunidad de pertenencia (no al individualismo de ‘me salvo yo solo’), reconstruyendo el tejido social, transformando la comunidad en Escuela de Paz”, apuntó.
El Método Rotterdam
En línea con lo anterior, y yendo más puntualmente a la seguridad urbana, el especialista se refirió al “Método Rotterdam”, que se está implementando en algunas ciudades del mundo. “¿En qué consiste? En hacer un mapa barrial de una ciudad, a partir de una determinada tipología, la cual contempla algunos criterios”, describió.
El primer criterio responde a las características de un barrio: si éste es preeminentemente residencial, o comercial, o patrimonial. El segundo es la vulnerabilidad socio-criminal de ese barrio, que no tiene servicios esenciales como cloacas o transporte público, y que hay carencias de empleo.
“Cada una de estas crisis se cristalizan en lo urbano. Los barrios hoy en día son la expresión de este conjunto de crisis y transformaciones globales”, expresó el especialista. Crédito: Gentileza Concejo
Otro criterio a considerar es el barrio de “alta complejidad”, donde hay una hegemonía del crimen organizado. “En ese mapa de los barrios bajo esta tipología hay que partir del supuesto de que dentro de una misma tipología los problemas barriales pueden ser análogos”, aclaró.
Luego, desde la intendencia, se podrá analizar las debilidades de cada tipo de barrio para elaborar políticas de prevención, no sobre hechos aislados (como un arrebato en la calle, por caso), sino sobre una realidad barrial compartida y concreta. Luego deberán elaborarse indicadores con avances y retrocesos sobre la aplicación de esas políticas.
“Este método parte de la idea de que la resiliencia comunitaria es lo que permite reconstruir tejidos sociales y avanzar en la resolución de problemas barriales que, otra vez, no son aislados, sino que son compartidos por el conjunto de personas que viven en tal sector”, aseveró Vanderschueren.
Y luego debe aparecer la figura de la institución policial. “Pero esa policía tiene que ser de proximidad, capaz de dialogar con una comunidad barrial, y con conocimiento de su tipología y de sus problemáticas. Porque si la policía no está con el ciudadano, es cómplice del adversario, como el crimen organizado, por ejemplo. No digo que sea fácil, pero esta estrategia se está aplicando con algunos avances interesantes”, concluyó el especialista.
Perfil
Franz Vanderschueren (Bélgica) es Doctor en Sociología de la Universidad La Sorbonne de París. Tiene amplia experiencia profesional en materia de prevención a la criminalidad, se ha desempeñado como Consultor de ONU-HABITAT; es también Consultor del BID y Coordinador del Programa de Ciudades más Seguras de Naciones Unidas.
Es Asesor técnico para el Programa de Gestión Urbana (PGU) de las Naciones Unidas (Habitat, Banco Mundial, PNUD) administrado por HÁBITAT en materia de reducción de la pobreza urbana y de prevención a la criminalidad urbana. Este programa cubría África, América Latina, Asia y los Países Árabes.
Actualmente es coordinador del grupo de asesores de la Red Global de ciudades más Seguras (ONU-HABITAT), 2012-2021; miembro de la unidad coordinadora de la reforma de Carabineros de Chile (octubre 2020-2021), y Miembro Honorario del directorio del centro Internacional de Prevención a la criminalidad (Montreal, Canadá) (2005-2021).