Pasó mucho tiempo para que la puerta de entrada a la ciudad de Santa Fe vuelva a lucir sus mejores galas. Tras un trabajo encargado por la Municipalidad, se realizó un trabajo de restauración sobre la Fuente de la Cordialidad.
Fue restaurada por Eduardo Gómez en un trabajo encargado por el municipio. Pasó de ser el corazón del desaparecido Parque Oroño al ícono del portal de ingreso a la capital provincial.
Pasó mucho tiempo para que la puerta de entrada a la ciudad de Santa Fe vuelva a lucir sus mejores galas. Tras un trabajo encargado por la Municipalidad, se realizó un trabajo de restauración sobre la Fuente de la Cordialidad.
La escultura fue creada por el artista Baldomero Banús en el año 1928 y seis años después fue instalada en el flamante Parque Oroño, ese espacio de estilo europeo que la capital santafesina disfrutó hasta 1966 cuando una inundación lo golpeó severamente.
La fuente debió ser guardada y tras más de una década se instó a colocarla del otro lado de la Laguna Setúbal, en el acceso del nuevo puente.
A poco de su reinauguración, El Litoral dialogó con Eduardo Gómez, restaurador de Obras de Arte Dirección de Museos de la Municipalidad de Santa Fe, quien encabezó los trabajos. “Desde que se diagnosticaron los problemas de la fuente pudimos enterarnos de que nunca se restauró en la parte superior donde está el ganso. Era momento, ya que se va a refuncionalizar, de empezar por ahí que es lo que identifica a esta fuente”, arrancó.
“Cuando subí noté que estaba en buen estado la escultura (del ganso) pero ya presentaba problemas debido al tiempo que llevó sin manutención”, continuó el restaurador al tiempo de recordar que la escultura estaba en el Parque Oroño, que luego de estar guardada se recuperó por Roberto Favaretto Forner en 1978 y se puso en el actual emplazamiento. “También es emblemático para Santa Fe porque es uno de sus ingresos. Es una linda posibilidad para verla lucir como en aquel momento”, agregó.
Al ser consultado por el tipo de trabajo que se realizó, Gómez comentó que “los sapos antes eran de bronce y fueron robados, por lo que se los suplantó con nuevos reptiles de cemento”. Y explicó: “La idea es no llevarla a nuevo, sino mantener su historia y funcionalidad de la parte de los sapitos donde lanzaban agua”.
Por último, el restaurador dejó una reflexión para la ciudadanía sobre el cuidado del patrimonio público. “Hay gente a la que le falta conocimiento o ese entusiasmo para que entiendan que esto es nuestro. En otras ciudades se conservan las plazas y casi que se pelean para ver cuál es más linda. Sería bueno replicar esas ideas. Todo empieza por la educación”.
Nota: Gustavo Ocampo
Video y edición: Fernando Nicola
Edición web: Gonzalo Zentner