La Guardia cumple 205 años: la historia y los otros "próceres" del barrio fortín de Santa Fe
Nació como una fortificación que hizo Estanislao López contra los invasores. Detrás del brigadier, hubo vecinos que apuntalaron el crecimiento de la comunidad. Los problemas de hoy.
El barrio que siempre se caracterizó por lo apacible. Hoy enfrenta varios problemas urbanos. Crédito: Manuel Fabatía
“En este barrio, que es reliquia del pasado”, dice la letra de una vieja canción. Algo de eso se siente al entrar al distrito La Guardia: un barrio de casitas bajas y humildes, hechas la mayoría con ladrillos huecos, de calles de tierra y arena, de una parroquia y una escuela. Nada de esa postal costumbrista y cotidiana quita el encanto visual de lo simple. Y claro: también se respira puro presente.
Cuenta el mito fundacional que el Brigadier Estanislao López, por ese entonces gobernador de la provincia (1819) construyó allí una fortificación de guardia para evitar el avance de los agentes invasores contra la ciudad de Santa Fe, que llegaban desde Paraná. Esa “reliquia del pasado” es el bronce mayor que ostenta sin jactancias el barrio costero, y que el próximo 12 de este mes cumplirá 205 años de vida.
Pero luego vinieron, en las últimas décadas, los otros “próceres”, vecinos y vecinas del barrio que contribuyeron al crecimiento, la identidad y el tejido de los lazos comunitarios del distrito. Personas sin monumentos, que no están en las fechas conmemorativas, pero que son recordadas por aquellos a quienes ya “las nieves del tiempo” platearon sus sienes.
Pequeños próceres
En la lista aparecen, por ejemplo, Don Domingo Figueroa. Su madre había sido la gestora de la capilla. Antes de fallecer, le pidió a su hijo que termine el pequeño templo. Figueroa, un hombre ya mayor, un simple carnicero del barrio, se había empecinado en culminarla. Hacía junto a otros vecinos comida para vender y reunir fondos.
La capilla estaba terminada, pero había un problema: faltaba comprar la campana, que llamaría a la misa de los domingos. Figueroa se había comprado un auto, nuevito, un Chevrolet Súper. Y lo vendió: con la plata de esa venta pudo comprarse la campana. Al mes, este “prócer” falleció. Hoy tiene su calle.
La capilla del distrito. Arriba puede verse la campana que fue “obra y gracia” de don Domingo Figueroa. Crédito: Manuel Fabatía
La hermana Serafina Boaglio fue la primera monja de la Guardia. Daba catecismo en el campo, y un domingo por mes le prestaban un aula de la escuelita N° 941 para que diera misa. Su vocación de fe sirvió para afianzar a Dios en el distrito.
Y don José Tesqui, un “tano” que era mecánico, les “regalaba” a los vecinos una carga de las baterías de las radios, previa autorización de los dueños de la empresa para la que trabajaba. Es que en aquel entonces, década del ‘50, ¡no había pilas! Los vecinos podían sintonizar las radios para escuchar las noticias y la música gracias a él. Ambos fueron próceres pero del llano, de carne y hueso.
Brasas en el invierno
“En aquellas décadas, los inviernos eran muy duros. No había estufas eléctricas. Pero los dueños de una fábrica que trabajaba con hornos inmensos a leña, autorizaron a sus empleados a que nos dieran a nosotros, los vecinos, brasas para calefaccionarnos. Y gratis. Era un desfile de gente esperando las brasas”, le contó con una sonrisa a El Litoral Alberto Gauna, 73 años, vecino de La Guardia e integrante de un grupo de vecinos autoconvocados.
“A partir de la década del ‘50 el distrito empieza a tomar notoriedad cuando un par de industriales procedentes del Uruguay vinieron y exploraron la tierra de acá, de La Guardia, que es de excelente calidad. Esto los convenció de crear las fábricas de cerámica. El mayor crecimiento del barrio fue con la habilitación luego de la escuela y la comisaría”, dijo Gauna.
La pibada, después de la escuela, pararon el “fulbito” para posar ante el reportero gráfico de El Litoral. Crédito: Manuel Fabatía
La familia De Petre fue donante de los terrenos donde se construyó la escuela, la capilla, la comisaría, o incluso donaron terrenos propios a vecinos que querían construir su casita. Otros “próceres” del barrio.
Los problemas actuales
El Litoral relevó La Guardia. Hay problemas de infraestructura y falta de servicios básicos, montículos de basura en las esquinas, incluso pobreza: un rancho hecho con chapas y maderas, con gallinas a su alrededor, es la triste postal de la crisis social que afecta a toda la ciudad.
Triste postal. Un rancho muestra la crisis social en el distrito, que también se sufre en toda la ciudad. Crédito: Manuel Fabatía
Otra cuestión es el patrullaje policial: “En 1943 fue habilitada la Comisaría del Distrito 19. Pero fue perdiendo rangos, y hoy es la Subcomisaría Sexta. Siempre hay líos con los presos y los familiares. El barrio necesita una seccional”, cuestionó Gauna. Y la conectividad (por vía de transporte público por colectivos) es muy escasa.
Pese a toda aquella rica historia de grandes y pequeños próceres, “hoy La Guardia está bastante en decadencia”, advirtió el vecino. “Mirá: nuestro barrio siempre se caracterizó por la tranquilidad en cuanto a la calidad de sus vecinos. Nos conocemos todos, aquí vivieron nuestros abuelos, son varias generaciones. Pero eso se fue perdiendo”, contó el vecino. Apuntó a que el predio donde se había instalado una fábrica se transformó en un asentamiento irregular.
El problema de la luz
También aparecen los cortes de luz. “No hace mucho tiempo hicimos un reclamo a la EPE por la baja tensión y los cortes que hay en forma continua. Existen cuatro transformadores, pero el crecimiento demográfico que ha tenido el barrio hizo que no den a basto. Dos son totalmente obsoletos, y los otros dos son ‘semi nuevos’, ya tienen más de 20 años de uso. Por eso se generan las bajas tensiones y los cortes de energía eléctrica”.
La escuela estaba cerrada. Pero en el patio se escuchaba música: había una actividad lúdica para los chicos. Crédito: Manuel Fabatía
Al mangrullo que está construido en la plaza, símbolo del nombre de La Guardia de López, “lo hicieron en un lugar donde no debería estar. Nunca fue tenida en cuenta, La Guardia nunca aparece en los presupuestos ni provinciales ni particularmente los municipales”, fustigó el vecino.
“Y la planta receptora de líquidos cloacales que está en la ruta, ¿nunca se pusieron a pensar que aquí hay calles de tierra, una escuela, un comedor comunitario, que teníamos que soportar 30 camiones atmosféricos por día? Reclamamos, reclamamos, y la planta aquí no se hizo”, contó Gauna.
Pese a todo, los festejos
Nada quitará que el 12 de octubre, se realicen los festejos por el 205° Aniversario de la Guardia. Ya se cursaron las invitaciones formales a las máximas autoridades del Gobierno de la Provincia. Están confirmados al acto oficial el intendente Juan Pablo Poletti, concejales de la ciudad y el Arzobispo Sergio Fenoy.
También se presentará por primera vez en La Guardia la Banda de Música del Liceo Militar “General Belgrano” con 28 integrantes. “Son cosas lindas, muy lindas para nosotros”, se sinceró Gauna. Está previsto entregarle un reconocimiento a doña Lidia Quiñones, de 93 años, que es la vecina más “antigua” del distrito.
En los ‘60 se construyó la capilla Nuestra Señora de la Guardia. Hoy se ve a lo alto aquella campana que llegó ahí gracias al sacrificio de don Domingo Figueroa, quien vendió su auto nuevo para que pudiera ser comprada, y cuyos tañidos sonaron cuando se despidieron sus restos.
Una historia de entonces
“La Guardia nació en 1819 y originalmente fue una fortificación que estableció el entonces Gobernador Estanislao López para resguardar la ciudad. En aquellos años, las cuatro localidades de la provincia de Santa Fe eran la ciudad capital, Rosario, Coronda y Rincón”, dice el sitio especializado sobre los barrios de Santa Fe, www.santafemibarrio.com.ar.
“La Guardia se ubicaba en la vinculación del casco urbano colonial y San José del Rincón, en la Costa. En este pueblo estaban las milicias rinconeras, que eran adherentes de López y lo apoyaron para tomar el gobierno en la denominada Revolución del 14 de Julio de 1918”, agrega.
Hasta aquí la historia poco conocida de La Guardia: “Después llegaron las defensas costeras que dejaron como si fuera un ghetto al distrito para protegerlo del agua. También llegó el hipermercado, que cambió definitivamente la fisonomía del paraje”.
“Un lugar que fue centinela de la ciudad en la época del Brigadier López y que cambió primero la silueta del guardia vigilando el Paraná por el obrero de las fábricas de caños cerámicos, y hoy cambiamos por el repositor de estanterías. Es decir, de la lucha por la autonomía provincial al trabajo con las manos en la greda, para terminar en la economía de mercado, como punto de venta de gran escala”, concluye la investigación publicada en el citado sitio web.
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