Memorias del fuego: cómo fue el rescate de los tripulantes del Crucero ARA "Gral. Belgrano"
Un ex combatiente santafesino estuvo en uno de los buques de salvataje y rememoró aquel fatídico día. Su unidad rescató a unos 80 tripulantes: proliferaban el dolor y el trauma por los héroes fallecidos en las aguas australes. Malvinas, en primera persona.
Una imagen del mítico Crucero “General Belgrano” hundiéndose. Fue un episodio bisagra de la guerra de Malvinas. El trágico episodio sigue conmemorándose para mantener la memoria, más de 4 décadas después. Crédito: Archivo El Litoral
Era la “nave insignia” de la Armada Argentina, imponente, única: el Crucero ARA “Gral. Belgrano” fue hundido hace 41 años, tras el ataque con torpedos del submarino nuclear británico HMS “Conqueror”, durante la guerra de Malvinas. Fue el 2 de mayo de 1982. Según la información oficial, durante la agresión bélica fallecieron 323 tripulantes y fueron rescatados 770, que padecieron en las gélidas aguas australes. Este martes se realizaron actos conmemorativos en todo el país.
El veterano de Guerra de Malvinas Juan Saromé, santafesino, hoy perteneciente al Centro de Ex Combatientes de Santa Fe, estuvo en el Destructor ARA “Bouchard”, que junto al ARA “Piedra Buena” fueron los buques asignados al rescate de los sobrevivientes del Belgrano. Saromé era radarista, y le llegó conocimiento del hundimiento a la hora 16.02 de aquel fatídico 2 de mayo de 1982.
“Cuando nos informan que había sido atacado el Crucero, también nosotros, en el “Bouchard”, sentimos un fuerte impacto que al parecer -y luego de la información que recibimos tras el paso del tiempo-, el submarino británico efectuó tres disparos de torpedos. Uno de ellos aparentemente pudo haber pegado en nuestro buque, pero sin llegar a averiarlo”, cuenta el ex combatiente a El Litoral.
Unas horas previas al impacto, los comandantes de los buques ya habían estado en contacto con el “Belgrano”. “Al parecer ellos ya tenían conocimiento de que el submarino inglés estaba en cercanías de nuestras unidades. Así, nosotros ya contábamos con pleno conocimiento de lo que podía ocurrir. Dormíamos en los pasillos de los buques, no en los dormitorios; estábamos atentos, como ya sabiendo que posiblemente el submarino inglés seguía de cerca el Crucero ARA ‘Gral. Belgrano’”, narra Saromé.
Tormenta, agua, fuego
Ocurrió lo peor: el Crucero fue hundido. Fue muy difícil la localización, ya que cuando una unidad de combate es atacada por un submarino, se disponen distintas maniobras de evasión de los demás buques que están en ese grupo de tareas (el Crucero “Gral. Belgrano”, el “Bouchard”, el ARA “Piedra Buena” y un buque tanque que proveía combustible a las tres unidades. “Se nos informó a través de latitud y longitud dónde fue el impacto, y que el crucero había quedado al garete (a la deriva)”, recuerda Saromé.
Como agravante, las condiciones climáticas jugaban en contra. Además del frío extremo, se desató una tormenta como nunca había ocurrido: “Fueron vientos tan fuertes que impedían mantenerse continuamente con máquinas para ver dónde estaban los tripulantes del Crucero. La orden fue salir de la zona para volver en procura del submarino”, explica.
“Nuestros destructores tenían sonares; pero no nos olvidemos de que esos buques eran muy viejos, de la Segunda Guerra Mundial, y estaban más para ser dados de baja que para participar de una guerra. Así y todo, en esas condiciones adversas los buques realmente tripularon y pudieron seguir adelante el pos-rescate de los tripulantes del Crucero ‘Gral. Belgrano’”, subraya el ex combatiente.
El “Bouchard” rescató unos 80 tripulantes del Crucero. “Algunos estaban bien, otros psicológicamente traumados. Cuando se los recibió en nuestro buque, se los llevó directamente a unas duchas de agua caliente; se les cambió de ropa, los mismos tripulantes les dieron sus salvavidas a ellos”, rememora.
"Se cobijó a los sobrevivientes; se les dio mate cocido caliente y algunas facturas. Permanecieron ahí hasta el momento en que los tuvimos que llevar a Ushuaia. Fue muy difícil estar con ellos ahí, porque estaban muy asustados. Había gente que estaba con ellos: médicos, enfermeros que los cuidaban y los atendieron durante toda la navegación hasta Ushuaia”, cuenta Saromé.
Petróleo en los cuerpos
Entre los tripulantes rescatados había muchos quemados, ardidos, “empetrolados”, es decir, con petróleo en sus cuerpos. Se los curó y se los asistió: “Era bañarlos, quitarles petróleo, tratar de contenerlos... Fue también una experiencia que uno siempre recuerda y trata de olvidar porque no es fácil lo que le acontece a chicos tan jóvenes”, recuerda el veterano de guerra.
La experiencia de perder gente en la guerra fue difícil, difícil para todos, dice el ex combatiente santafesino. “Realmente a partir de lo que uno siente como sus afectos, se conoce a sí mismo. Quizás luego lo dejás en el pasado, pero siempre estarán presentes en tu vida, porque siempre uno recuerda de cuando fuimos muy jovencitos, estuvimos con ellos ahí y bueno, después de un día para el otro… El mar se llevó sus vidas”, confiesa.
Saromé enfatiza en que Malvinas “es una causa justa, es una causa nacional, de derecho propio, ya que tenemos parte de nuestro territorio usurpado, donde hay muchas riquezas que hoy nos hacen falta hoy por la condición socio-económica que está atravesando nuestro país. En la actualidad, imperialismo británico y demás países alineados a la OTAN y también de Asia pescan en forma clandestina en nuestras aguas robándonos toda la pesca y la fauna”, concluye el ex combatiente a modo de reflexión.
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