Investigadoras santafesinas detectaron beneficios medicinales del cannabis en tratamientos de cáncer
Lograron obtener evidencia científica sobre las propiedades anti tumorales de cannabis medicinal sobre cáncer de cuello uterino. Los resultados del hallazgo fueron presentados en el 3° Congreso Nacional de Cannabis y Salud, en La Plata, y aguardan su publicación científica internacional. La capacitación de médicos y la información de los pacientes en esta temática, una deuda pendiente.
Investigadoras santafesinas detectaron beneficios medicinales del cannabis en tratamientos de cáncer
El cannabis medicinal presenta propiedades clasificadas como anti tumorales sobre cáncer de cuello uterino. Así lo indican los resultados de un equipo santafesino que investiga, desde hace algunos años, el uso de la planta para tratamientos en salud. “Hasta el momento hemos encontrado resultados positivos”, celebra Jorgelina Varayoud, directora del Laboratorio de Endocrinología y Carcinogénesis, del Instituto de Salud y Ambiente del Litoral (ISAL), un instituto de doble dependencia entre el Concejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
El proyecto denominado “Evaluación pre clínica de cannabis medicinal alto en CBD: propiedades anti tumorales sobre células humanas de cáncer de cuello uterino” propone un diseño “in vitro” que permite estudiar las propiedades anti tumorales de cannabis medicinal, evaluando si puede reducir el crecimiento de los tumores. “Para los ensayos utilizamos gotitas de cannabis medicinal que nos facilitó el Laboratorio Industrial Farmacéutico de nuestra provincia (LIF) sobre células tumorales humanas de cáncer de cuello uterino, y comprobamos que cannabis frena el crecimiento de esas células, lo que sería un beneficio para luchar contra esta enfermedad”, resume y explica didácticamente la investigadora que recibió a El Litoral en el laboratorio ubicado en la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Ciudad Universitaria de Santa Fe. El trabajo se lleva adelante en colaboración con investigadores del Laboratorio de Biología Celular y Molecular Aplicada del Instituto de Ciencias Veterinarias del Litoral (ICiVet-Litoral, de doble dependencia entre UNL y CONICET).
Mauricio Garín.
De cada planta de Cannabis sativa se pueden extraer alrededor de 150 fitocannabinoides. Se trata de compuestos biológicamente activos presentes en las resinas secretadas a partir de las flores. “Nosotros, por el momento estamos estudiando uno de ellos y el resultado fue positivo, en un modelo de laboratorio de cáncer de cuello uterino”, dice Varayoud. Estos resultados coinciden con otro tipo de antecedentes similares, detectados por científicos que estudian el uso del cannabis medicinal (evaluando diferentes fitocannabinoides) para combatir otros tipos de tumores.
El futuro
El próximo paso que quieren dar en este equipo de investigación local, es la verificación de lo que ocurriría empleando una aceite de cannabis definido como “full spectrum” o espectro completo, el que contiene todos los componentes extraídos de la planta, para comparar la respuesta de estas células tumorales. “¿Tendremos el mismo resultado que si utilizamos ese único fitocannabinoide que verificamos antes?”, se pregunta Varayoud. “¿Cuál será la respuesta de las células con la combinación de todos?”, sigue. “Esa es una pregunta que buscamos responder”.
En busca de respuestas científicas trabaja el equipo de investigación integrado por las Dras. María Mercedes Milesi y María Paula Gastiazoro y las becarias doctorales María Emilia Racca y Ailín Almirón bajo la dirección de Varayoud , en el ISAL, instituto dirigido por la Dra. Laura Kass.
Los primeros estudios del uso del cannabis medicinal apuntaban a los cuidados paliativos y a atemperar los síntomas de pacientes con, por ejemplo, epilepsia refractaria, en pos de mejorarles la calidad de vida. Luego se comenzó a usar también en cuidados paliativos para pacientes con cáncer. Ahora lo que se persigue es avanzar un paso más con el uso de esta medicina en busca de, por ejemplo, contribuir al freno del crecimiento tumoral. “Para ello es fundamental realizar estos ensayos pre clínicos utilizando células humanas en cultivo y empleando modelos animales”, dice Varayoud.
Estos son los cultivos de la planta que se realizaban hasta el año pasado en el Inta de Ángel Gallardo, destinados a investigación científica y producción de aceite medicinal. Mauricio Garín.
En este sentido, desde hace varios años otros científicos obtuvieron resultados positivos en distintas partes del mundo, los cuales se tradujeron luego en publicaciones científicas, tanto para cáncer de mama, pulmón, próstata, colon, entre otros. Aunque cada vez se realizan más estudios clínicos con cannabis medicinal en diferentes países, prácticamente no existen ensayos clínicos que hayan analizado la actividad anti tumoral que se detecta en modelos pre clínicos. “En España se está desarrollando un estudio clínico en pacientes con tumores cerebrales agresivos tratados con las terapias convencionales a los que se adiciona cannabis medicinal”, cuenta Varayoud. Como ocurre con muchos estudios, el problema de trasladar lo que se verifica en ensayos pre clínicos a la clínica -empleando cannabis medicinal como tratamiento anti tumoral- es complejo. Afortunadamente, para los pacientes hoy en día existen otros tratamientos que logran buenos resultados”.
Uso del cannabis en Santa Fe
Pese a que en los últimos años hubo grandes avances en políticas públicas que promueven la investigación y el uso del cannabis medicinal tanto en Santa Fe como en otras provincias, los beneficios sobre los pacientes, las investigadoras creen que “deberían abarcar a mayor número de personas”.
-¿Los médicos indican el aceite de cannabis para distintos tratamientos de salud en Santa Fe?
-En la actualidad, desconocemos como se está manejando el tema en el ámbito público, pero consideramos que es posible que falte formación en medicina cannábica en nuestra provincia -dice Varayoud.
Luego, su colega y compañera de equipo de investigación, la Dra. María Paula Gastiazoro, agrega que “en el ámbito privado, hay médicos que por su formación y convicción deciden capacitarse y elijen este tipo de tratamientos para sus pacientes, pero no es algo muy difundido y no todos los pacientes tienen acceso”.
El aceite de cannabis que se produce en el Laboratorio Industrial Farmacéutico santafesino (LIF). Mauricio Garín.
“También falta trasladar el conocimiento existente del uso del cannabis medicinal hacia los pacientes, que es el paso más importante que hay que dar para que la ciencia básica no quede en un libro”, dice Gastiazoro, becaria post-doctoral de CONICET y docente de Fisiología Humana, en la mencionada casa de estudios.
Elaboración propia
En este contexto, algunos pacientes o familiares de los mismos -como los miembros de Mamá Cannabis (Macame)- cuentan con la posibilidad de producir su propio aceite de cannabis medicinal, mediante el cultivo artesanal de la planta y la posterior elaboración del aceite, a través de la inscripción en el registro Reprocann, que le otorga un marco legal. Además, en el Laboratorio de Control de calidad de medicamentos de la facultad se disponen de las metodologías para verificar la composición del aceite obtenido, es decir, su calidad.
El resultado de esta investigación desarrollada en Santa Fe fue compartida el mes pasado en el 3° Congreso Nacional de Cannabis y Salud, realizado en La Plata. Hasta allí viajaron las investigadoras locales para exponer sobre sus avances. “Durante el congreso nos dimos cuenta de que en nuestra universidad abordamos distintas aristas del tema del uso del cannabis medicinal, por lo que estuvo muy bien representada, y que en los últimos diez años en la Provincia se pudo avanzar mucho en el desarrollo y la investigación”, destaca Gastiazoro, en comparación con otras casas de estudio y sobre los desarrollos alcanzados en otras provincias.
Sin embargo, “creo que en el último tiempo ha decaído la apuesta a este tipo de investigaciones. No es que se frenó todo pero quedó como en stand by”, advierte Gastiazoro, “mientras que otras provincias, en esta instancia en la que está el país, han sabido gestionar sus recursos para seguir estimulando este área de investigación”.
Ciencia argentina en crisis
-¿Alcanza a sus proyectos y su trabajo el recorte que hizo el gobierno nacional en la inversión destinada al desarrollo científico argentino?
-Sí. El problema actual es tratar de seguir funcionando con lo que quedó de financiamiento -dice Varayoud-. En este momento no estamos recibiendo los fondos para aquellos proyectos que ya teníamos aprobados, con una duración de dos o tres años. Es decir, si necesitamos comprar un reactivo de laboratorio no disponemos de fondos, porque las partidas se terminaron y no giraron las nuevas. Además, hay otras investigaciones que se aprobaron a fin de año y todavía no se firmaron los contratos para poder comenzar a ejecutarlas. Así que estamos haciendo lo que podemos para estirar el poco financiamiento que nos quedó, pero es finito. En paralelo, estamos pensando estrategias a futuro, ya sea buscando financiamiento internacional o privado, para poder continuar con los diferentes estudios. Esto significa un cambio de dinámica, pensamiento y estrategias que no resulta fácil, porque al hacer ciencia básica (basada en la generación de conocimiento) no tenemos en lo cotidiano dicho ejercicio. Me preocupan muchísimo los investigadores jóvenes que recién comienzan sus tesis doctorales para iniciar una carrera científica, como el caso de Paula, -señala a Gastiazoro, a quien dirige como becaria desde sus comienzos-.
-¿Cuál es su situación actual? -consulta El Litoral a la becaria.
-Yo hice mi tesis doctoral cursando una carrera de doctorado binacional entre Argentina y Alemania. Durante los 5 años de tesis, pude formarme 1 año en Alemania y el resto en nuestro Instituto, y mi deseo es continuar mi formación acá. Quiero quedarme en el país. El Estado nacional invirtió mucho en mi formación. Mientras espero que se formalice mi ingreso a la carrera de investigadora de Conicet puedo continuar con una extensión de una beca post doctoral. La limitante es poder sostenerse económicamente, porque me gusta mucho lo que hago. A los científicos argentinos nos reciben realmente con los brazos abiertos en el exterior y esa es una oferta tentadora. Pero yo quiero vivir acá y hacer ciencia acá. Así que estamos pensando en buscar la forma de financiarlo, buscando estrategias. Porque si nos vamos todos desbastamos el sistema de ciencia argentina. Y esa no es la solución.
-El tema es hasta cuándo pueden resistir…
-Sí, tal cual. Más cuando alquilás tu departamento y tenés los gastos cotidianos. A fin de mes reflexionás y te ponés en crisis, porque sin recursos no se puede continuar.
En Argentina la carrera de científico se inicia luego de graduarse en una carrera de grado (en este caso, Bioquímica). Al principio son cinco años de estudio e investigación; luego otros tres años de actividades post doctorales; y más tarde se aplica para ingresar como investigador de Conicet. La formación es muy rigurosa. Una vez que se ingresa a la carrera como científico argentino se va ascendiendo en el escalafón para generar proyectos cada vez más importantes. “Yo quedé en la instancia de becaria post doctoral con el ingreso a CONICET aprobado, pero el sistema permanece como congelado desde diciembre”, se lamenta Gastiazoro.
Estas demoras para ingresar a la carrera de investigador en Argentina no son nuevas. “Los que estamos en esto sabemos que esto de esperar dos años o más hasta que salga tu aprobación, lamentablemente, ocurrió muchas veces en otras épocas”, explica Varayoud. “Así que si su aprobación no sale -dice en relación a Gastiazoro-, ella se queda literalmente sin trabajo”, remata. “A ello le sumo que no tengo la jerarquía para aplicar a determinados proyectos -apunta la becaria-, por lo que siempre tengo que sumarme a algún otro proyecto sin poder generar mi idea desde cero. Esto también te limita y te frena en tu aporte a la ciencia”.