La historia de un lago que se convirtió en una plaza "mitológica" de la ciudad
A fines del siglo XIX el lugar era conocido como “Paseo del Lago”. Años más tarde, ese espejo de agua fue rellenado y el espacio público fue nombrado “Plaza Pueyrredón”. Escenario de innumerables anécdotas alberga también una estatua de “Baco”, dios de la fertilidad y el vino. El lugar tuvo momentos de esplendor y ocaso para finalmente volver a brillar.
Archivo El Litoral El paseo del lago. Imagen tomada en lo que hoy sería bulevar hacia el sureste. Se puede apreciar el colegio La Salle y la planta de Obras Sanitarias, ahora Aguas Santafesinas SA
Domingo, 18 horas, ciudad de Santa Fe. El incesante ir y venir de las personas por el paseo bulevar (Bv. Gálvez desde el Puente Colgante hacia el oeste) lo convirtió en uno de los espacios públicos más concurridos de la capital provincial. Una de las paradas obligadas de esa caminata es la Plaza Pueyrredón que está ubicada entre el mencionado paseo al norte, calle Balcarce al sur, Alberdi al este y Sarmiento al oeste. Es el pulmón verde de barrio Candioti y escenario de un sinfín de historias, de las buenas y de las no tanto. ¿Las conocerán quienes por ahí caminan a diario o la visitan los fines de semana en busca de alguna artesanía o simplemente pasar un buen rato?
Paseo del Lago, en el incipiente barrio Candioti
Para contar la historia de la Plaza Pueyrredón hay que remontarse en el tiempo a fines del siglo XIX cuando todavía no existía barrio Candioti tal y como se lo conoce. Para fines de la década de 1880 los terrenos dividían su propiedad entre Pablo Marcial Candioti y Celestino Rosas (quien a su vez los había recibido del gobernador santafesino Ignacio Crespo). Según recuerda una crónica de El Litoral, el 12 de junio de 1889, bajo la intendencia de Juan Arzeno y con Urbano de Iriondo como presidente del Concejo se aprobó la traza del bulevar Gálvez, presentada años antes por el ingeniero Emilio Schnoor, como así también la subdivisión de los terrenos situados en sus lados sur y norte.
Archivo El Litoral Así lucía el paseo del lago, antes de ser rellenado y convertido en plaza.
Así lucía el paseo del lago, antes de ser rellenado y convertido en plaza.Foto: Archivo El Litoral
En el espacio que hoy se erige la plaza a fines del siglo XIX había un horno de ladrillos y en sus adyacencias se formó un lago. Fue así que recibió su primera nominación “Paseo del Lago” ya que contaba con un puente para cruzarlo, una gruta ornamentada y gran variedad de vegetación, según recuerda un artículo de El Litoral del año 2007. También fue colocada la estatua del Baco (Dionisio), dios de la fertilidad y el vino, según la mitología romana.
Banco de imágenes Florian Paucke Así lucía el paseo del lago, antes de ser rellenado y convertido en plaza.
Así lucía el paseo del lago, antes de ser rellenado y convertido en plaza.Foto: Banco de imágenes Florian Paucke
Plaza y pavimento para el bulevar
Los problemas ocasionados por las lluvias y el consecuente desborde del espejo de agua, terminaron por sentenciar al lugar. Ya en el siglo XX, el municipio rellenó con tierra. Casi en simultáneo, se le cambió la nominación. Bajo la Ordenanza 1073 en 1910 hubo una modificación de la nomenclatura de calles en el barrio: la antigua Juan M. Pueyrredón pasó a llamarse Marcial Candioti, nombre vigente hasta la actualidad, y el Paseo del Lago tomó el nombre del Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata (1816 - 1819).
El entorno del barrio cambiaba definitivamente. El bulevar fue pavimentado unos años antes a partir del mandato de Manuel Irigoyen, según se desprende del libro”Santa Fe en Clave” de Gustavo Víttori y contaba con iluminación propia. Luego, se plantaron especies arbóreas. Así lo detalla este medio en el citado artículo: “Los primeros árboles que poblaron el bulevar -cuando el trazado recién comenzaba a delinearse- fueron plantados a partir de 1908 durante la intendencia de Edmundo Rosas (1908-1912). Aunque se colocaron especies de origen nacional y de países limítrofes, muchos ejemplares se trajeron del resto de América, de Europa, Asia y Australia”.
Banco de imágenes Florian Paucke Baco, ya instalado en la Plaza Pueyrredón
Baco, ya instalado en la Plaza Pueyrredón.Foto: Banco de imágenes Florian Paucke
Lugar de encuentros
Con el correr de los años y el pasar de las décadas, el lugar se convirtió en el punto de encuentro casi obligado para los vecinos de barrio Candioti y para aquellos que visitaban la zona de bulevar.
Banco de imágenes Florian Paucke En el siglo XX la Plaza Pueyrredón se convirtió en un lugar tradicional en la ciudad
En el siglo XX la Plaza Pueyrredón se convirtió en un lugar tradicional en la ciudadFoto: Banco de imágenes Florian Paucke
Otra crónica de El Litoral trae a la memoria cómo era la plaza, hasta la década de 1970. “Tenía una traza simétrica de un cuadrado dividido, a su vez, en cuatro porciones idénticas y en el centro de cada uno de ellos, un círculo. Sobre bulevar Gálvez se situaban las dos fuentes que aún sobreviven, aunque con otra fisonomía, y sobre Balcarce se emplazaban sendos canteros sobreelevados con innumerables rosas”, destaca el artículo periodístico publicado en agosto de 2001. En el transcurso de los años, ese espacio destinado a los rosedales fue reemplazado por juego infantiles.
Banco de imágenes Florian Paucke En el siglo XX la Plaza Pueyrredón se convirtió en un lugar tradicional en la ciudad
En el siglo XX la Plaza Pueyrredón se convirtió en un lugar tradicional en la ciudadFoto: Banco de imágenes Florian Paucke
Artesanos, artistas y emprendedores
Entre finales de los años 70 y principios de los 80, la Plaza Pueyrredón comenzó a albergar entre sus senderos, fuentes y esculturas a los primeros artesanos y feriantes. Eran los primeros pasos de la Feria del Sol y la Luna, un espacio dedicado a los emprendedores y creativos de la ciudad.
Desde entonces, este espacio público fue elegido, tanto por la propia sociedad como por gobiernos municipales como lugar de realización de diversas presentaciones artísticas, desde ciclos musicales a expresiones teatrales independientes.
Flavio Raina Los artesanos, esos inquilinos fieles de la Plaza.
Los artesanos, esos "inquilinos" fieles de la Plaza.Foto: Flavio Raina
En la actualidad, los artesanos de la Plaza Pueyrredón son un clásico más de la ciudad, como el liso, la costanera o el alfajor santafesino.
Archivo El Litoral Así lucía la Plaza en 1999.
Así lucía la Plaza en 1999.Foto: Archivo El Litoral
2003, el año más oscuro
2003 quedará en los libros de historia como uno de los peores años que recuerde la ciudad de Santa Fe. La feroz crecida del Río Salado inundó una buena porción de la capital provincial y generó incontables problemas económicos, sanitarios, edilicios, entre otros. Y ese fatídico año también fue oscuro para la plaza Pueyrredón.
Todo comenzó, al igual que la inundación, en abril. El primer fin de semana de ese mes, se robaron una escultura de gran valor arquitectónico, simbólico y cultural de la plaza. Estaba ubicada sobre la esquina noroeste (calle Sarmiento). “Se trata de una obra de bronce, fundida en Francia, que representa a una atractiva figura femenina. Las dimensiones de la escultura hace pensar que varias personas intervinieron en la acción depredadora: pesa cien kilos y mide 1,40”, contó El Litoral en una crónica del 5 de abril de 2003. El intendente de aquel entonces, Marcelo Álvarez, se mostró sumamente preocupado por lo ocurrido y dijo en declaraciones volcadas en este artículo: “Estoy realmente indignado, la pérdida que hemos tenido es de un alto valor patrimonial y de una obra irreproducible. Hay cosas que se pueden reponer, pero esto no. Cualquier día nos van a robar el caballo del Brigadier López.”
Archivo El Litoral También en 2003, se robaron una de las estatuas de bronce que poseía la Plaza. Una pérdida irreparable.
También en 2003, se robaron una de las estatuas de bronce que poseía la Plaza. Una pérdida irreparable.Foto: Archivo El Litoral
Las malas noticias para la plaza continuaron en noviembre. Tras el robo de la citada escultura, el espacio público sufrió el vandalismo sobre la estatua de Baco. “De acuerdo al relato de vecinos del lugar, un grupo de jóvenes en notable estado de alcoholización rompieron la escultura de este dios mitológico, partiéndolo a la mitad, aunque desconocían con qué elementos habían procedido para concretar semejante hecho. El tronco se encontraba tirado por detrás del pedestal que sostiene a la escultura y también se podían observar los vestigios de un acto vandálico concretado tiempo atrás, que le había quitado la mano derecha a Baco, con la que sostenía una copa”, explicó este diario el 23 de noviembre de 2003.
Archivo El Litoral En el 2003 Baco sufrió el atropello de los vándalos.
En el 2003 Baco sufrió el atropello de los vándalos.Foto: Archivo El Litoral
El paupérrimo estado de la plaza, llevó a vecinos a involucrarse y reclamar a la Municipalidad por una serie de cuestiones que llevarían al mejoramiento del espacio. La presencia de un placero, la correcta poda y mantenimiento de los árboles, vigilancia y, por supuesto, la refacción de las esculturas robadas y dañadas. “Los vecinos piden que se haga la mantención necesaria a las fuentes para que sean dignas de ser admiradas; y que se rieguen los árboles periódicamente, ya que algunos se están secando", apuntaba El Litoral en una nota de esa época.
Los esperados arreglos para la plaza llegaron recién en 2006 y tras un largo período de obra finalizaron el año siguiente. Con fondos nacionales, se proyectó mejorar la iluminación en general y en particular la de los árboles más altos, arreglar pisos, parquizar y mejorar los juegos que están en malas condiciones. En ese marco también se encaró un proceso de restauración de la estatua de Baco a cargo del especialista santafesino Mauro Fornari. Sin embargo no pudo resistir a los embates del vandalismo. “La escultura no duró ni un año en condiciones. A poco de ser nuevamente emplazada fue agredida y su brazo izquierdo quedó colgando de la estructura, luego desapareció y nadie sabe dónde está”, publicó el Litoral el 31 de octubre de 2007.
Archivo El Litoral Un bromista arrojó líquido detergente en una de las fuentes y el espectáculo fue inusual para los vecinos.
Año 2000.Un bromista arrojó líquido detergente en una de las fuentes y el espectáculo fue inusual para los vecinos.Foto: Archivo El Litoral
Mantenimiento y renovación
En la última década los gobiernos municipales realizaron diversas intervenciones de mantenimiento del mobiliario, la iluminación y el estado general de la Pueyrredón. La obra más importante se dio en la última etapa de la gestión de José Corral cuando se decidió llevar adelante tareas de remodelación más profundas. La plaza había quedado literalmente devastada después del recordado temporal que azotó la ciudad el 19 de febrero de 2016.
Archivo El Litoral Así luce en la actualidad la Plaza Pueyrredón, luego de las últimas refacciones realizadas.
Así luce en la actualidad la Plaza Pueyrredón, luego de las últimas refacciones realizadas. Foto: Archivo El Litoral
Los trabajos contaron con una inversión superior a los 11,5 millones de pesos y consistieron en el reemplazo total de los viejos pisos, tanto de las veredas perimetrales como de los senderos interiores de la plaza, con piso graníticos y de hormigón en el caso de las diagonales. Además, se restauraron las fuentes y la escultura de Baco y quedó ubicada en el centro de la plaza.
Al mismo tiempo, se incorporaron dos áreas de juegos nuevas, se realizó un parquizado completo con césped natural, y plantas cubre suelos y herbáceas para las zonas de sombra. Así como también se sumó un sistema de riego por goteo y por aspersión y se amplió la vereda sobre Bulevar para mejorar las condiciones de circulación. Por último cabe mencionar que se renovó el mobiliario y se levantaron dos garitas para colectivos, una en la esquina noreste y otra en la sureste. La inauguración oficial fue el 25 de enero de 2019.
Manuel Alberto Fabatía Así luce la plaza en la actualidad
Así luce en la actualidad la Plaza Pueyrredón, luego de las últimas refacciones realizadas. Foto: Manuel Alberto Fabatía
Más de 100 años después de su emplazamiento, este espacio público continúa vigente como lugar de encuentro y recreación para los vecinos de toda la ciudad. Ahora, luce renovado y con más espacio para los visitantes y los artesanos, fieles “inquilinos” de la Pueyrredón. Siempre cuidando la tradición mitológica de su protector Baco, que resiste al paso del tiempo y de los vándalos que siempre acechan.