La historia del primer campeonato mundial de Casín en la ciudad capital
Se desarrolló en las instalaciones del Círculo Italiano y hubo competidores de Europa, Uruguay y Argentina. El torneo tuvo lugar entre el 7 y 11 de julio de 1965. Se construyó una tribuna de madera con capacidad para 1.500 personas.
Archivo El Litoral
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La letra de aquel tango memorable de Biondini y Lazzaro describe el billar de una manera fiel y única: “Viejo billar de boliche hasta fuiste mostrador, otras veces escenario de algún punto estrafalario con berretín de cantor. Viejo billar de boliche cuando cerraba el patrón si habrán corrido los dados sobre tu paño gastado y manchao de semillón”.
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Foto: Archivo El Litoral
Según la historiadora Silvia Martínez, especialista en los orígenes del billar en nuestro país, en el año 1610, se instaló en Buenos Aires un local, mezcla de café o pulpería, con garito, propiedad de don Simón de Valdez, que era entonces el tesorero de la Hacienda Real contrabandista y traficante de esclavos que instaló su negocio a todo lujo y pronto contó con una selecta clientela que dejaba en las partidas de naipes, dados y hasta ajedrez, fuertes sumas de dinero. Pero la máxima atracción del local era la mesa de “trueque”. Este juego puede llamarse el antepasado más cercano del actual billar en Argentina, ya que se jugaba sobre una mesa especial, con bandas forradas con paño e intervienen dos jugadores con un taco de madera y un bolo de marfil.
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A fines del siglo XIX, se inaugura un café que sería cuna de nacimiento del primer Campeón Mundial de Billar: Augusto Vergez. Su padre, era dueño del “Café Los Pirineos” un lugar muy concurrido por gente de la farándula, como Florencio Parravicini y Roberto Casaux, que poseía dos billares. En 1917 Agusto Vergez marca una serie de 15 carambolas que le reporta el título Sudamericano. Este récord tuvo por escenario el salón “Dos Mundos”. Luego, en 1922 participa en un torneo en el recordado “los 36” de la calle Corrientes de Buenos Aires.
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Ya en la década del treinta, todos los cafés en Buenos Aires contaban por lo menos con una mesa de billar. A mediados del siglo XX la gran mayoría de esas mesas fueron retiradas poco a poco por los dueños de los establecimientos debido a las sucesivas crisis económicas que afectaron a nuestro país, ya que entonces era más rentable colocar más mesas para consumición que “aguantar” a los grupos de aficionados que pasaban horas consumiendo sólo un café.
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El primer campeonato mundial de Casín en Santa Fe
En la noche del 7 de julio de 1965, el gobernador Aldo Tessio dejó inaugurado el certamen deportivo acompañado por el titular de la Asociación Santafesina de Billar y el presidente de la Confederación Sudamericana de este deporte. El evento fue transmitido por LT10 Radio Universidad del Litoral.
Después de la segunda jornada del campeonato mundial, comenzaron a definirse los primeros resultados que marcaban el camino de la victoria. Quedaron sólo dos invictos: el uruguayo Berrondo y el italiano Biagini, ambos jugaron contra sus compatriotas, defendiendo exitosamente sus respectivos títulos nacionales. En cambio los argentinos, al competir entre sí, dieron vuelta lo pensado hasta ese momento, es decir, Condomí le quitó el invicto a Goméz y este se lo quito a Lo Gíudice, mientras el “favorito”, Jador, sumaba dos derrotas de la mano de Gómez. El “imparable” fue el santafesino, “Nene” Gómez, pero la sapiencia casinistica vino de la mano del porteño Condomí.
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La jugada final se dio cuando el uruguayo Berrondo tiró la bola que fue a “tocar de fino” la contraria para tomar las tres tablas y voltear la “mosca”. Bajo el epígrafe de una de las fotos en la páginas del diario El Litoral decía: “Al “Nene” Gómez le faltaban 4 puntos y el uruguayo se perdió en 10”. Fue la segunda victoria del santafesino sobre el uruguayo, debió vencerlo dos veces consecutivas para obtener el magnífico galardón. En la primera, lo derrotó por 250 a 239. En la segunda se produjeron una gran cantidad de empates hasta que logró salir a flote en una dramática definición.
Así describió el diario El Litoral aquella afamada y mítica final en el Circulo Italiano: “Momentos de intenso júbilo se vivieron en el Círculo Italiano: “La emoción contenida durante más de 3 horas y media de juego tuvo su válvula de escape al concretarse el gran triunfo. Gritos eufóricos, pañuelos al aire, el campeón en andas, la vibrante entonación del Himno Nacional Argentino y la proclamación del campeón de labios del presidente de la Confederación Sudamericana hicieron rodar muchas lágrimas por las mejillas de los presentes”.