Viernes 26.5.2023
/Última actualización 23:09
En sus primeros años de la secundaria, Shéndell Abril Spíngola escuchaba rock pesado y trash metal. Eso le "permitía" a vestirse con chupines, calzarse los borcegos, ponerse ropa negra y dejarse el pelo largo, como lo hacían casi todos sus compañeros. "Era una cosa medio andrógina lo mío, pero así podría mezclarme con el resto. Esa música y esa estética me ayudaron a mi transición", cuenta hoy, promediando sus 40.
A sus 15, le contó a su familia que era una persona transgénero: que se autopercibía mujer, aunque la biología hubiese dictaminado otra cosa. Empezó ahí un largo y pedregoso peregrinar de tormentos emocionales, de prejuicios, de "lavadas de cerebro" del pastor evangelista que dirigía la iglesia a la que iba. "¡Que irás al infierno, que Dios no te perdonará, que es una enfermedad!", le decía.
Spíngola: "A mi querida Santa Fe la veo igual, estancada, con parches por todos lados".Más atrás, cuando tenía unos ocho años, ya se sentía niña y tenía dos amigas que también sentían aflorar sus identidades de género. Tan violentos fueron los prejuicios patriarcales y la discriminación que recibían las tres, que una de sus compañeras de juego ("porque sólo jugábamos, aquello era pura inocencia", rememora Shéndell) padeció agorafobia (miedo a la sociedad) y recién a los 35 años salió a la calle. La otra decidió quitarse la vida a los 11: no aguantó tanta hostilidad. ¿Cuánto dolor puede caber en un cuerpo, en un corazón, en el alma?
Shéndell Spíngola hoy encabeza una lista de precandidatos para las elecciones legislativas del Concejo Municipal santafesino. Tiene afinidad de militancia con Marcos Castelló, actual senador por La Capital. Es el primer antecedente en la historia política de esta capital: una mujer trans liderará una propuesta electoral en las PASO del 16 de julio.
Hay un caso anterior parecido, pero no igual: es el de Narela Alejandra Gómez, también persona trans, que integró una lista de precandidatos en las elecciones de 2019, pero como segunda titular (Unidad Ciudadana). De esa lista fue electo un solo concejal, el primer suplente (Federico Fulini, hoy edil).
Junto a sus compañeros de la lista "Es con Todos", dentro del frente Juntos Avancemos.A los 18 años, en la facu de Trabajo Social (cursó dos años) se afilió al PJ. Pasó por varias agrupaciones del peronismo universitario. Empezó su militancia como toda la pibada, realizando trabajo social: "Hacíamos talleres en los barrios, dentro de programas de contención y acompañamiento a los jóvenes para mostrar las carreras... Siempre tratando de inculcarles la importancia del estudio", le cuenta Spíngola a El Litoral.
Hizo de todo: desde vender avisos publicitarios para una revista hasta ofrecer zapatos en un local de la Peatonal ("nunca la gente había visto una chica trans así, en la vía pública; fue una linda experiencia laboral", recuerda). También realizó cursos de fotografía, para luego rebuscársela con fotos de eventos sociales, entre otras labores. Vendió y vende ropa, para autosustentarse económicamente.
La ciudad "remendada"
-¿Y por qué decís que a la ciudad la ves como "remendada"?
-Tengo un "termómetro social" con todo el trabajo barrial que venimos haciendo en estos años. Y a mi querida Santa Fe la veo igual, estancada, con parches por todos lados. Te vas unos días en un viajecito a Córdoba, acá nomás, y cuando volvés parece que llegaste otra vez a un "túnel del tiempo", lleno de remiendos. No la veo como la ciudad próspera que nos merecemos.
Vivo en Barranquitas desde hace años (nació y se crió en San Lorenzo). Y no puede ser que estemos esperando una hora el bondi porque la app "Cuándo Pasa" no anda, o anda mal. Me gustaría una ciudad que tenga un muy buen transporte público. Que valga la pena salir un sábado o domingo a pasear a la Costanera, por ejemplo, y no que la única opción sea quedarte encerrado en tu casa, porque el colectivo no pasa. Eso es lo que le ocurre a la gente en los barrios.
Identidad
Shendell es activista por los derechos de las mujeres y diversidades sexuales. Y también artista: hace más de 20 años que canta en coros en la ciudad. Recibió el Premio Máscara 2022. Y actúa con su novio en un dúo de canto. La cultura rescata, salva vidas, no se cansa de repetirlo durante la entrevista. Fue una de las pioneras en luchar por los cupos laborales trans en la provincia y en esta capital.
Vuelve de repente hacia atrás. "La identidad de género tiene que salir en algún momento; porque llega un punto en que no aguantás más. Y es algo que tiene que ver con esa incomodidad de no poder decir tu nombre, quién sos, cómo te autopercibís. Pienso que me empecé a empoderar más o menos a los 12 años; claro, que en ese momento no era 'normal' ser trans", relata, como en un biopic mirado desde el espejo retrovisor.
A los 15 años le dijo a su papá que no se sentía "un nene, sino una nena" -recuerda-. Empezó el punto de quiebre: "Me mandaban a la Iglesia Evangélica. Fue todo muy traumático. El pastor ya me venía diciendo que la homosexualidad es un camino al infierno, encima con el aval de los padres. Ahí es cuando sentís que tus papás terminan siendo unos extraños, que ya no van a estar de tu lado. Es muy duro para una adolescente".
Shéndell fue una más de las tantas personas inundadas en 2003: su familia perdió todo por el agua. Su padre y su madre no aceptaron su identidad sexual, hasta los años finales de sus vidas. "Y en esos momentos, ellos sentían una enorme culpa por no haber comprendido ni aceptado mi identidad. Yo jamás los juzgué", confiesa.
En la foto, Shéndell es galardonada el premio Máscara 2022, junto al crítico teatral y ex periodista de El Litoral, Roberto Schneider, y el intendente Emilio Jatón."Siempre fui y soy una luchadora". "Toda mi vida me la rebusqué, yendo de frente, con honestidad, acaso a veces confrontando a las autoridades que querían imponerme mandatos de segregación sexual". "Siempre creí en Dios, gracias a él pude salir adelante en mis peores momentos. Pero no creo en su representación terrenal, en las instituciones religiosas: sólo mi Dios y yo". Sus frases la describen por sí misma.
-Y si llegaras a una banca del Concejo de la ciudad, ¿qué cosas intentarías mejorar?
-Es tanto… Veo cada vez más gente durmiendo en la calle aquí, en Barranquitas. Hay que contenerla en serio y acompañarla para ver cómo sacarla de esa situación. Pero con una política social seria y comprometida.
En pleno verano, no tenés ningún lugar para ir refrescarte, no hay playas dignas, con las comodidades mínimas para que una familia pase un día de disfrute. Pienso en las familias de los barrios: las playas de aquí quizás es la única opción de vacacionar que tenemos. Creo que con poco, se puede mejorar la calidad de vida en estos aspectos tan simples.
Otro punto: tener las plazas con bebederos, con cestos de basura, con bancos, para que la familia, los niños y los jóvenes vuelvan al espacio público: que volvamos a socializar. Y los pibes no tienen lugares seguros para practicar un deporte, por ejemplo; los lugares que hay no tienen ni dónde hidratarse, ni un baño químico.
Shéndell Spíngola habla desde el llano, desde las calles que caminó de niña, en un barrio de casitas bajas y simples, desde las necesidades que pasó, desde los prejuicios que le propinaron en su identidad. Pero también, habla desde la esperanza y del lugar de la resiliencia: en muchos pasajes, sus palabras son una pequeña lección.