Luciano Andreychuk
landreychuk@ellitoral.com
Twitter: @landreychuk
Calles anegadas, 20 centímetros de agua adentro de las casas y bocas de tormenta rebasando.
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En la esquina de Rodríguez Peña y Colón, barrio Centenario, la calle era río. Autos hundidos en el agua como en un viejo cementerio de barcos. Un vecino estaba tratando de destapar una boca de tormenta clavándole una madera con violencia y fastidio: “Esto pasa cada vez que caen más de 35 milímetros de lluvia”, dijo Alfredo Quarín. Lo vive desde siempre.
En la casa de Fabián Sánchez, el agua había entrado y no había forma de sacarla. Quince o veinte centímetros. El hombre y su pareja, Cintia Pasculi, ya está preparados: tienen heladera y otros electrodomésticos levantados, excepto los muebles: lo más probable es que se echen a perder, una vez que el agua los pudra. “Pero estamos acostumbrados”, y se reían casi, porque lo tienen naturalizado.
Así se veían esta mañana los barrios del oeste Centenario y Chalet. Como una Venecia del submundo. La casabomba cero —obra clave que evitaría estos problemas— aún no está terminada, dijo a El Litoral Felipe Franco, Secretario de Recursos Hídricos de la Municipalidad. Cayeron 88 milímetros en el centro, según los pluviómetros del municipio, en muy poco tiempo.
Como en 2007
En Chalet la cosa estaba igual o peor que en Centenario. “A las 9.50 prendieron la casabomba N° 1. A esa hora llegó el bombista. Es una vergüenza”, bramaban dos vecinos con los pantalones arremangados hasta encima de sus rodillas. A la vivienda de Mario Marzochi, que hace 40 años vive allí, se ingresaba chapoteando y las botas de goma hacían ese chasquido contra el agua que no sólo molesta, da bronca.
“Esto ya nos pasó en 2007. Y pasa cuando llueve mucho”. En su modesta casa dos gatos dormían en los sillones como si nada. La heladera era lo único que estaba elevada. Todo desenchufado. Las bases de los muebles, con 15 centímetros de agua. “Ahora vamo’ a tener que tener paciencia y esperar que la bomba vaya sacando el agua”, dijo el hombre. Paciencia.
En J. Paso al 3900, la calle era río. Venecia del submundo. Una boca vomitaba a borbotones líquidos cloacales en medio de una esquina.
“Cuando prendieron la casabomba ya nos habíamos inundado”, dijo enervada Sandra Forgioni, cuya casa es una de las más altas, y así y todo entró el agua y mojó muebles.
Se veía mucha restos de ramas en las zanjas: el agua no corría. “Es una desidia total este barrio. Ya no se puede vivir”. Tiene una nena de 6 y su mamá, que está enferma. “Esto ya nos pasó en 2007. Mirá: ahí está todavía la marca que dejó aquella inundación”, y marcó con el índice la línea sobre una puerta de placa. Era la triste recordación de lo que pasó y sigue pasado.
Explicación oficial
“La casabomba cero sigue en obra. Se hizo la infraestructura civil. No hay nada instalado y no tiene aún la descarga hacia el río. Está a un 40 % ó 50 % de ejecución, y esa casabomba solucionaría los problemas que generan este tipo de eventos meteorológicos”, admitió Franco a este medio.
Respecto de la casabomba 1, dijo que el sistema inicia su proceso en modo eléctrico automáticamente, “y luego se acopla la motobomba cuando empieza a tener nivel para poder succionar”. Aseguró que se operó “en base al protocolo de acción”. Pero “el enorme caudal de agua que cayó generó la saturación del sistema”. Adelantó que se reunió el centro de operaciones y que se “ejecutarán acciones para dar respuesta a los vecinos afectados”.