Viernes 29.7.2022
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Marco Polo, Cristóbal Colón, James Cook, Charles Darwin, Roald Amundsen y Amelia Earhart fueron algunos viajeros ilustres de la historia de la humanidad. En diferentes lugares y épocas, recorrieron el mundo y enfrentaron tribulaciones diversas impulsados tan solo por el afán del conocimiento. Latinoamérica también engendró sus propios exploradores, que decidieron alejarse del confort y la rutina para ponerse en marcha por caminos desconocidos. Un caso, que corresponde a la primera mitad del siglo XX es el del periodista mexicano Evodio Frausto Valera que en la década de 1940 inició la homérica tarea de recorrer a pie los miles de kilómetros que separan Tijuana de Buenos Aires. Periplo que le llevó varios años, diversas alternativas y que lo trajo a la ciudad de Santa Fe en el invierno de 1945.
La visita de Evodio a Santa Fe. Foto: Archivo El Orden / Hemeroteca Digital CastañedaEn su artículo “Crónica de un andariego”, Raúl Gerardo Orrantia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México recoge detalles que dan cuenta del origen de la travesía de Valera, que contiene aristas casi cinematográficas. Todo arrancó en 1939, cuando Evodio intentó entrar en el ejército de su país y fue rechazado. “Sin trabajo ni dinero, decidió caminar hacia el sur, siempre hacia el sur, hasta llegar a Argentina”, señala Orrantia. Su equipaje era más bien básico: un ánfora con agua, café molido, sal, carne seca, una manta, pistola, carabina y una cámara fotográfica.
Durante su viaje, Evodio se expuso a diversos peligros. Foto: imagen ilustrativaLas peripecias que tendría durante el lustro siguiente en distintos puntos de la geografía sudamericana, que le sirvieron como material para sus artículos en el diario La Prensa y la revista Aoy, son dignas de una película de John Huston o de Steven Spielberg. Conoció al criminal de Rodolfo Valdéz Osuna, conocido como “El Gitano”, entrevistó a fray José de Guadalupe Mojica, actor, tenor y sacerdote mexicano y conversó con el líder político brasieño Luís Carlos Prestes.
Luís Carlos Prestes, militar y político brasileño con quien se reunió el periodista mexicano en una parte de su travesía. Foto: ArchivoAdemás, convivió con los indígenas, penetró en la selva de Kobak, contrajo paludismo, fue detenido y encarcelado, conoció a la hermana del escritor Rubén Darío, cruzó la cordillera del Darién, vivió con los mineros en Bolivia y trabajó con buscadores de diamantes. Tras cinco años de su partida, llegó a la Argentina. Y antes de tocar este punto final de su itinerario, hizo escala en Santa Fe, tras pasar por Posadas, Corrientes y Resistencia.
José Mojica, uno de los personajes que Valera conoció en su viaje. Foto: ArchivoEl Orden se hizo eco de la llegada del aventurero azteca. “El periodista mexicano ha venido recogiendo con todo amor y celo, en su ‘Diario de Viajes’, los aspectos que le han impresionado en su andanza panamericanista. Enfoca en tan interesante documento, temas de carácter social y cultural de los pueblos y las gentes que ha conocido en las distintas etapas de su viaje”, señala el diario santafesino. “Los instantes que el colega permaneció en nuestra casa, fueron para nosotros una revelación de los ideales del viajero, que ha venido durante cinco años desafiando a la naturaleza en misión de acercamiento periodístico panamericano”, agrega. Y da cuenta de la sorpresa que le dieron a Valera al poner en sus manos ejemplares de “El Nacional” de México, que llegaban hasta la redacción santafesina en calidad de canje. Luego de la entrevista, este hombre definido por los periodistas de El Orden como un “devorador de caminos continentales”, prosiguió su camino hacia Rosario.
Foto: ArchivoUna vez en Buenos Aires, Valera consiguió trabajo y se estableció durante un tiempo en la capital argentina. Pero, en mayo de 1946 tuvo que embarcarse a su México natal, ya que su madre estaba enferma. Así, en junio de 1946, culminó el viaje de Valera. El moderno Ulises había vuelto a Ítaca.