Nicolás Loyarte
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@nicoloyarte
Días atrás ingresaron materiales de construcción en su interior pero la ilusión de su restauración parece haber sido echada por tierra.
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Las sombras que proyectan a un pasado lleno de vida son las únicas habitantes de la antigua casa Cingolani, ubicada sobre Belgrano 3284 —entre Ituzaingó y Balcarce—, en barrio Candioti Sur.
Días atrás sus puertas fueron abiertas, lo que despertó la curiosidad de vecinos y de conocedores de su historia, que pasaron por el frente y observaron los antiguos pórticos abiertos de par en par. ¿Qué pasa en el viejo palacio Cingolani?, se preguntaron algunos. En su interior todo sigue en el abandono, herrumbrado, inmóvil. Casi de forma fantasmagórica. Y las palomas se confunden entre los angelitos y racimos de uvas que ornamentan la fachada.
¿La van a restaurar?, fue la pregunta siguiente, cargada de ilusión al ver el movimiento de obreros que ingresaron materiales de construcción. Pero desde la Municipalidad se disipó rápidamente esa posibilidad. “No ingresó ningún pedido de habilitación de obra para la casa Cingolani”, dijo Raquel Wendler, desde la Dirección de Obras Privadas.
La semana pasada fueron hallados unos 25 gatos muertos frente a la casa y tras inspeccionar el inmueble se encontró veneno y otros cinco felinos muertos. “Adentro está todo destruido”, dijo Gabriela Salzamann, presidenta de Addera (ver relacionada más abajo).
El valor de una obra
La casa Cingolani tiene tres niveles y fue construida durante cuatro años por Bautista Baroni desde 1914, para el inmigrante italiano Enrico Cingolani y su familia. Así lo atestigua su fachada, que es una de las pocas construcciones de la ciudad que conservan la presencia del Art Nouveau. Todavía se lee en el frente el nombre del constructor y el año de edificación. Por este motivo, entre otros, fue declarada patrimonio histórico.
Según cuenta Juan Enrique Abad Cingolani sobre la historia de Enrico—quien ofreció su testimonio familiar en el documental “Memoria de lo nuevo” (ver el documental al final de esta nota), realizado por Teresita Cherry—, fue un inmigrante italiano que llegó a nuestra ciudad a bordo de un barco de carga, a los 14 años, con 40 pesos en un bolsillo y nada más. Sus primeros sustentos los obtuvo vendiendo sus pinturas que retrataban la vieja estación de trenes —donde hoy está la terminal de ómnibus Manuel Belgrano—, dicen que luego compró un vagón cargado de sandías y aumentó su pequeño patrimonio con la venta de los frutos, y con el paso del tiempo se transformó en un próspero comerciante de nuestra ciudad.
La casa Cingolani fue la primera casa de la ciudad construida de hormigón armado con cemento traído de Italia, rejas de hierro francés, vidrios ingleses y pisos de granito veneciano
Cingolani fue además un innovador y emprendió la construcción de la que fue una de las primeras casas de barrio Candioti Sur. El predio donde se erigió el palacio Cingolani ocupaba entonces —en 1914— toda la manzana y estaba rodeado de árboles. La casa sobresalía del paisaje de las quintas desde lejos con sus tres niveles de altura. Un eucaliptus en su patio sobrevivió al avance de la modernidad que pobló con cemento el resto de la manzana y barrió sus higueras de higo blanco y sus parras de distintas uvas.
La casa Cingolani fue la primera casa de la ciudad construida de hormigón armado con cemento traído de Italia, rejas de hierro francés, vidrios ingleses y pisos de granito veneciano —se cree que pudo haber sido la primera del país— y en las reformas realizadas por Ángel Stamati en 1940 se le agregó un ascensor. Fue “un ejemplo de arquitectura en el que coexisten elementos tecnológicos de avanzada para su época con una actitud de diseño enraizada en la tradición europea”, señalan las integrantes de la Junta Provincial de Estudios Históricos Liliana Montenegro de Arévalo y Ana María Cecchini de Dallo.
Palacio Cingolani, un laberinto
Enrico trajo desde Italia a vivir a nuestra ciudad a toda su familia, que se instaló en la casona de barrio Candioti Sur. Este inmigrante fue además hermano del reconocido pintor Juan Cingolani, restaurador del Vaticano. Cada núcleo de la familia ocupaba un piso y había una habitación destinada a los funerales de quienes partían. Así, la planta baja fue destinada a una gran vinoteca y almacén de ramos generales de los dueños, y los dos pisos superiores fueron ocupados como hogares de las familias de Enrico y por su hermano Nazareno. Cuenta la historia —narrada en el documental “Memoria de lo nuevo”— que la disposición de las habitaciones es tan compleja que una vez ingresó un ladrón y terminó perdido en su interior.
Con la muerte de su última ocupante en el año 1993 la casa quedó vacía. Y mientras transcurren los años sigue deshabitada, sumida en el silencio, en medio de un barrio que hoy es bullicioso y muy transitado. Sombras proyectadas por los rayos del sol ingresaban por hendijas y ventanales para proponerle vida. Aunque sigue vacía. Y la denuncia de una matanza de gatos la puso de relieve nuevamente.
La casa Cingolani fue adquirida en un remate por inversionistas privados en el año 1999. Desde entonces hubo algunos intentos de refaccionarla con distintos proyectos de uso. Pero nunca prosperaron. En su fachada todavía cuelga un cartel que dice “Alquila”.
Prohibido tocar
Quien pretenda refaccionar la casa deberá obtener primero el visto bueno de la Comisión de Patrimonio antes de pegarle el primer martillazo a sus paredes. Con esto se busca conservar su valor histórico, la huella del Art Nouveau en nuestra ciudad.
Días atrás, cuando se abrieron sus puertas para que ingresen materiales de construcción, la Municipalidad envió inspectores para controlar qué ocurría, ya que a la Dirección de Obras Privadas no ingresó ningún pedido de autorización de obra. “Los inspectores comprobaron que la medianera que separa la casa Cingolani de la contigua ubicada al norte sigue derribada”, explicó Raquel Wendler desde esa dependencia municipal.
“Hay un pedido de habilitación de obra para refaccionar la casa de al lado, pero no se puede tocar la antigua casa Cingolani”, agregó Wendler. Como los inspectores comprobaron que los obreros habían depositado el material de construcción en el interior de la casa Cingolani les exigieron “que sean retirados de inmediato”, y se ordenó la reconstrucción la medianera que separa ambas propiedades”, finalizó. Cerca de su centenario, la casa emblema de barrio Candioti Sur espera aún su intervención para devolverle vida.
Gatos envenenados en ¿casa destruida?
La Asociación por la Defensa de los Derechos del Animal (Addera) de Santa Fe denunció la matanza de unos 30 gatos en la antigua casa Cingolani.
La semana pasada fueron los vecinos quienes alertaron sobre la presencia de bolsas con gatos muertos en el frente de la casa ubicada en Belgrano e Ituzaingó. Alertados sobre esto, de Addera denunciaron la situación.
Su presidenta, Gabriela Salzamann, pudo ingresar a la vivienda y confirmó la denuncia de que “los gatos fueron envenenados”. Y agregó: “Por ese motivo los albañiles que trabajan en la casa lindera dejaron de concurrir porque el veneno es muy poderoso y afecta a las personas”.
El fiscal en turno del Ministerio Público de la Acusación Roberto Apullán fue quien actuó el sábado. Al inspeccionar el interior de la vivienda se pudo comprobar la presencia de recipientes con veneno para gatos y hallaron otros cuatro felinos muertos. Uno presumen que fue torturado, según denunció Addera.
Salzmann pudo recorrer la casa junto a la Justicia y denunció que “está destruida” y que “sólo queda la fachada, el ascensor y la escalera”, pese a que la Municipalidad dijo que no existe permiso de obra.
Ahora Addera tiene previsto realizar una marcha de protesta el jueves a las 20 horas, desde el frente de la casa Cingolani por bulevar Pellegrini, 1 de Mayo, hasta la altura del 2800, frente del Ministerio Público de la Acusación, por la matanza de gatos.
Silencio
El Litoral intentó comunicarse con el grupo inversor que adquirió la propiedad. Tras un llamado telefónico al número publicado en el cartel de alquiler colgado al frente de la casa, la inmobiliaria quedó en poner en contacto con el diario a los propietarios. Pero esto nunca ocurrió.
Hito patrimonial en riesgo
Por Liliana Montenegro de Arévalo
y Ana María Cecchini de Dallo*
“La fachada se divide en dos partes, una más sencilla, correspondiente a la planta baja, con grandes aberturas, y otra mucho más elaborada, correspondiente a los pisos superiores. Aquí puede verse una división del plano en tres franjas verticales asimétricas trabajadas con material de frente, excepto la central que presenta un revoque coloreado simulando ladrillos prensados. Cada franja contiene altas ventanas con balcones que constituyen el tema principal de la ornamentación, con una profusa decoración de motivos naturalistas entre los que se destacan los racimos de vid que aluden a la actividad de los propietarios (funcionaba una vinoteca en planta baja); igualmente importantes son los balcones, en los que se combina herrería artística con mampostería (...) Los dos niveles de la galería lateral presentan una arquería continua con un parapeto ornamentado de modo similar a la fachada y un pretil trabajado como si fuese una crestería. Este hito de Barrio Candioti, en su abandono, corre el riesgo de convertirse un día en una estructura en ruinas, de riesgo para vecinos. Por lo tanto, merece que se actúe a tiempo para asegurar su perdurabilidad, uso y conocimiento de los santafesinos”. (Fragmento de un artículo publicado en El Litoral el 28 de septiembre de 2012).
*Integrantes de la Junta Provincial de Estudios Históricos
Documental completo "Memoria de lo nuevo", sobre la casa Cingolani