Cómo está hoy el Hospital de Niños de Santa Fe, símbolo de la inundación de 2003
“En líneas generales el hospital está bien, no le falta nada. Pero hay que ayudarlo, porque se fue deteriorando y tiene una necesidad de crecimiento”, dice su director, el Dr. Pablo Ledesma. El recuerdo personal de aquel 29 de abril, cuando era un médico residente. Las obras en marcha.
Cómo está hoy el Hospital de Niños de Santa Fe, símbolo de la inundación de 2003
“Aquel martes 29 de abril de 2003 yo estaba acá”, señala Pablo Ledesma, con su dedo índice apoyado sobre su escritorio, en el despacho de la Dirección del Hospital de Niños “Orlando Alassia” de Santa Fe, sobre Mendoza al 4100. El pediatra especializado en clínica por entonces hacía su residencia médica. Hoy está al frente de uno de los hospitales más importantes de la provincia, al que llegan a diario cientos de niños y niñas en busca de bienestar y salud.
El Alassia es símbolo de la inundación de 2003. Quedó bajo el agua cuando el río Salado avanzó furioso y cubrió un tercio de la ciudad de Santa Fe. Había sido creado cuatro años antes de aquel fatídico martes 29 de abril, con la firma de un decreto provincial, en 1999. Y fue inaugurado el 5 de agosto de ese año, fecha en la cual cuatro años más tarde sería reabierto, tras el paso del Salado. “Yo fui parte de la mudanza del viejo hospital Gutiérrez al nuevo Alassia”, recuerda Ledesma. “Mudamos a los pacientes en dos días”, dice. Por entonces ni se imaginaba lo que ocurriría cuatro años más tarde, cuando debieron evacuar el hospital por el avance del agua.
Director. Pablo Ledesma todavía se estaba capacitando cuando el río Salado cubrió el hospital en el que hoy está al frente. Mauricio Garín.
Para la evacuación se montó primero un gran operativo para derivar a los pacientes a otros centros de salud, incluidos a los de la Terapia Intensiva. Salieron con el agua a la altura de la cintura. Luego se intentó rescatar lo más costoso, parte del instrumental. Pero se perdió mucho. Muchísimo. Y cuando el Salado se fue hubo que reconstruirlo.
Los de abril de 2003 fueron días dolorosos, confusos, húmedos, grises. El Salado ingresó por una brecha del terraplén a la altura del Hipódromo de Las Flores y avanzó por el oeste hasta el centro de la ciudad. La gente no entendía nada. Debió escapar del agua como pudo. Algunos no lo lograron. Hubo 23 muertos por causas directas y más de cien por daños colaterales. Miles de víctimas y daños materiales millonarios. La gente lo perdió todo.
Aquel 29 de abril de 2003 Ledesma había llegado temprano a Santa Fe desde San Jerónimo Norte, ciudad en la que residió siempre desde que se mudó de Córdoba. “No terminaba de entender la geografía de la ciudad, por dónde venía el Salado”, rememora. “Me decían que la mano venía dura, que esté atento a lo que ocurría. Ese día cuando llegué al hospital me crucé a las 7 con el ingeniero encargado de Recursos Físicos y me dijo: ‘Hoy se nos inunda el hospital’. Y pensé lo que todo el mundo: ‘Este tipo está exagerando’.
“Fui al consultorio y seguí la rutina del día -continúa su relato Ledesma-. Mientras buscaba un libro en la Biblioteca lo escucho al intendente Marcelo Álvarez por la radio diciendo que estaba todo bien y que la gente no se preocupara, y a la maestra Ana Salgado ofreciendo la escuela Zaspe de Santa Rosa de Lima para alojar evacuados. Mientras tanto aparecía gente a cargar bolsas de arena diciendo que nos íbamos a inundar. A las 11 de la mañana me mandaron a recorrer los centros de evacuados por lluvia del cordón oeste. Antes tuve que cruzar el puente Carretero por un tema personal y sentí miedo por la fuerza del agua que parecía que lo iba a tapar. Sentía que se movía todo el puente”.
Un médico camina con el agua a las rodillas en el hospital, entre la gente que intentó salvarlo colocando bolsas de arena y los vecinos inundados. Alejandro Villar (Archivo).
“Después de hacer los controles en todos los centros de evacuados fuimos al Hospital Psiquiátrico. Eran las diez de la noche. La telefonista, que sabía que yo era de acá, del Alassia, me dice: ‘Mirá, ahí tenés tu hospital’. Y me señala la televisión. Yo no lo podía creer. A las dos de la tarde había empezado a entrar el agua. Entró de golpe. Pudieron sacar a todos los pacientes. Pero se perdió todo”, relata Ledesma.
“Recién en agosto volvimos a trabajar al hospital”, dice quien hoy es el director del Alassia; más precisamente el 5 de agosto, la misma fecha que había sido inaugurado.
-¿Cómo está hoy el hospital, 21 años después de la inundación?
-Pese a los vaivenes del país y tras las distintas gestiones gubernamentales, en líneas generales el hospital está bien, no le falta nada. Pero al hospital hay que ayudarlo porque se fue deteriorando y tiene una necesidad de crecimiento.
Aumento de la demanda
Luego Ledesma separa entre el crecimiento edilicio y de infraestructura y el crecimiento en la demanda y los servicios. Respecto del primero, dice que “sufrió un envejecimiento y pérdida de valor que estamos tratando de recuperar. Pero por otro lado, el hospital creció un montón. Vinimos del Gutiérrez (viejo hospital) con 15 sub especialidades y hoy tenemos 32, y antes de fin de año sumaremos dos más. Eso hizo que se aumente la complejidad y la calidad de atención”.
Hoy el Alassia es un referente en salud pediátrica de todo el centro norte de la provincia. Pero la demanda abraca también a pacientes de otras provincias vecinas que vienen a atenderse acá. “Llegan de Santiago del Estero, Chaco y desde hace un tiempo atrás, de Entre Ríos”, enumera Ledesma. “Entre un 40 y 50 por ciento son pacientes que vienen del Gran Santa Fe, mientras que el resto viene del interior o de las provincias vecinas”.
Bajo el agua. El hospital invadido por el Salado. Amancio Alem.
En breve se viene la temporada de frío y con ello suele aumentar la demanda de atención hospitalaria por enfermedades respiratorias. Ledesma estima que la vacunación contra el virus sincitial respiratorio, que es el causante principal de la bronquiolitis y la neumonía, tendrá un impacto positivo en la salud pública, reduciendo las atenciones, internaciones y costos de tratamientos. “Pero dicho impacto lo veremos recién el año que viene, porque esta vacunación es muy nueva”, dice. “Por ello, para este año nos preparamos como siempre, para atender a todos los que lo necesiten”.
“Como el hospital no creció físicamente, nos tenemos que amontonar. Estamos viendo dónde agregar camas”, cuenta Ledesma. Entonces, “en la sala de internación de cuidados intermedios, que fue diseñada para tener dos camas, hace más de 10 años que sumamos una cuna, para tener tres pacientes por habitación. No tenemos otra posibilidad”.
“El problema es que la ciudad necesita más camas de atención pediátrica. El Mira y López tenía 16 camas que contenían un montón a la población del norte y se cerró. Y el Nuevo Iturraspe no funciona como se esperaba. Entonces nos estamos reuniendo con las autoridades de Salud provincial para reorganizar la atención pediátrica de la ciudad que quedó”, explica Ledesma. Porque hoy “tenemos un aumento de la demanda que no debiéramos recibir nosotros, porque somos un hospital de tercer nivel de complejidad”, dice. “La fiebre, un chico que tiene parásitos, deben ser atendidos en los centros de salud, y hoy los tenemos corriendo por los pasillos de la guardia”, explica. “Y ello no puede estar sucediendo”, finaliza.
Obras
Aquí se levanta hoy la nueva guardia del hospital. Archivo.
Tres frentes de obras de ampliación tiene hoy el Alassia. Dos de ellos fueron reactivados en estos días mientras que el área de rehabilitación sigue paralizada. Los dos sectores que se están construyendo son la nueva guardia, el área de oncohematología y un nuevo espacio para la atención de cardiopatías congénitas. Los trabajos de puesta en valor del nosocomio cubren más de 3 mil metros cuadrados y le significan a Provincia una inversión superior a los 8.000 millones de pesos.