Mons. Sergio Fenoy: “En esta Navidad Dios enciende la chispa revolucionaria de su ternura”
El arzobispo de Santa Fe ofreció el tradicional documento de la Iglesia Católica. Fue en el Convento de San Francisco, a donde el 29 de diciembre tendrá lugar la procesión por la apertura del Año Santo del Jubileo 2025.
Mons. Sergio Fenoy: “En esta Navidad Dios enciende la chispa revolucionaria de su ternura”
Como cada año, el arzobispo de Santa Fe, Mons. Sergio Fenoy, convocó a la prensa este lunes para dar a conocer el mensaje de la Iglesia Católica a sus fieles en esta Navidad 2024. En esta oportunidad lo hizo en el templo del emblemático el Convento de San Francisco, ubicado en el Paseo de las Tres Culturas, en San Martín y Amenabar.
El mensaje ofrecido en el Convento fue en el marco de la apertura del Año Santo del Jubileo 2025 convocado por el Papa Francisco, que en la arquidiócesis santafesina tendrá lugar el domingo 29 de diciembre, a las 10 horas, con la procesión desde el Convento y hasta la Iglesia Catedral, donde tras el signo de apertura de las Puertas se celebrará la Santa Misa.
Gentileza
“Estamos frente a un pesebre, como el que muchos han preparado en estos días”, comenzó diciendo Mons. Fenoy, parado junto al que habían levantado junto al altar del Convento. “¿Sabemos por qué Jesús nace en un pesebre?”, abrió la pregunta luego y respondió: “Porque cuando sus padres llegan a Belén no hay lugar para ellos. Después de un viaje largo encuentran las puertas cerradas”.
“En ese momento de oscuridad es donde Dios enciende la chispa revolucionaria de su ternura”, dijo el arzobispo santafesino. “Dios no se deja vencer por el ‘no’ del hombre, por la incomprensión y la frialdad”.
“Dios se hace presente donde nosotros lo creemos ausente”, dijo más adelante Mons. Fenoy, “por eso me parece tan lindo que en estos días tratemos de descubrirlo en la persona que golpea nuestra puerta, nuestra historia, nuestra vida, en la que cruzamos en la calle, en la que comparte con nosotros el trabajo, seguramente pidiendo algo, al menos ser escuchado, ser comprendido, ser querido”.
Fernando Nicola
Antes del mensaje en sí, el arzobispo agradeció a “toda esa gente que trabaja con gestos concretos para que el mundo y esta ciudad sean un lugar para todos” y le pidió a la comunidad católica “que hagamos de la Iglesia la casa del Padre, con las puertas siempre abiertas para recibir a todos”.
El mensaje
A continuación se transcribe el mensaje del Arzobispo de Santa Fe en esta Navidad 2024:
«María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre porque no había lugar para ellos en el albergue» (Lc. 2,7)
“Por un decreto del emperador romano, María y José se vieron obligados a dejar su gente, su casa, su tierra y ponerse en camino para ser censados. En su corazón iban llenos de esperanza y de futuro por el niño que vendría; sus pasos en cambio iban cargados de las incertidumbres y peligros propios de aquellos que tienen que dejar su hogar.
Lo más difícil fue llegar a Belén y experimentar que era una tierra que no los esperaba, una tierra en la que para ellos no había lugar. Allí, en medio de la oscuridad, en medio de un mundo, que pareciera que quiere construirse de espaldas a los otros, se enciende la chispa revolucionaria de la ternura de Dios
Gentileza
María y José, los que no tenían lugar, son los primeros en abrazar a aquel que en su pobreza y pequeñez denuncia y manifiesta que el verdadero poder y la auténtica libertad es la que cubre y socorre la fragilidad del más débil.
En los pasos de José y María se esconden nuestros pasos. Muchos de ellos, cargados de esperanza, cargados de futuro. En otros, en cambio, son pasos que tienen solo un nombre: sobrevivencia.
La fe que ilumina la noche de Navidad, nos mueve a reconocer a Dios presente en todas las situaciones en las que lo creíamos ausente. Él está en el que llega sin avisar, en el que camina por nuestras ciudades, pueblos y barrios, tantas veces irreconocible; en el que golpea nuestras puertas.
En el Niño de Belén, Dios sale a nuestro encuentro para hacernos protagonistas de la vida que nos rodea, para animarnos a dar espacio a los otros, a no tener miedo a ensayar nuevas formas de relación donde nadie tenga que sentir que en esta tierra no tiene lugar. Se nos ofrece para que lo tomemos en brazos, para que lo alcemos y abracemos. Para que en él no tengamos miedo de tomar en brazos, alzar y abrazar al sediento, al que está de paso, al desnudo, al enfermo, al preso (cf. Mt 25,35-36).
Manuel Fabatía
Dios nos invita a hacernos cargo de los que han sucumbido bajo el peso de esa desolación que nace al encontrar tantas puertas cerradas, por eso, agradezco profundamente el testimonio de tantos hermanos y hermanas que, casi siempre en silencio, y movidos por la imaginación del amor, hacen de sus vidas un don para los demás, ayudándose mutuamente y compartiendo lo que cada uno puede ofrecer, para recordarnos que en este mundo hay lugar para todos y que le Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre.
Estamos a las puertas del Año Santo del 2025, dedicado a la esperanza, que nace del amor y de sentirse amado: Dios nos abraza a todos en su infinita misericordia y nos impulsa a hacer lo mismo. Esto es lo que el Señor nos ha dicho que hagamos, que es amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado. Pidamos al pequeño Niño de Belén, que su ternura nos mueva a reconocerlo en todos aquellos que llegan a nuestra puerta, a nuestra historia y a nuestra vida.