La Hidrovía Paraguay-Paraná es la principal vía de transporte de la producción de Argentina, Paraguay, Bolivia, Uruguay y el noroeste de Brasil hasta el océano Atlántico. Tan sólo en 2019 se exportaron 82,4 millones de toneladas de productos agroindustriales por esta vía fluvial.
El 30 de abril del próximo año vence el contrato de concesión de obra pública por peaje suscripto entre el Estado nacional y la empresa Hidrovía S.A. para la ampliación, señalización y tareas de dragado y mantenimiento de la vía navegable troncal del Paraná.
Bajo una nueva licitación se pretende profundizar el cauce del Paraná con el fin de permitir el ingreso de buques de mayor calado y envergadura a la zona portuaria central. Asimismo, se planea desarrollar y ampliar nuevas zonas de cruce de buques que permitan minimizar las esperas y reprogramaciones, ampliar los canales secundarios de acceso a los puertos, zonas de maniobra, radas y fonderos. Según supo El Litoral, el gobierno Nacional designó a la Universidad Nacional de Rosario (UNR) para realizar los estudios de impacto medioambiental de la futura hidrovía.
Ante esta coyuntura surgen, una vez más, viejos interrogantes respecto del real impacto ambiental que esta vía de transporte tiene hoy y cuál sería la magnitud de los impactos dados por las obras de ampliación planificadas.
Debido a que la Hidrovía está en funcionamiento desde hace mucho tiempo, evaluar hoy el impacto ecológico que ha tenido resulta complejo (aunque no imposible). Sin embargo, basados en experiencias y estudios científicos de otras hidrovías del mundo y de estudios realizados por científicos locales (Laboratorio de Hidro-ecología, INALI), se pueden enlistar una serie de potenciales problemas que deberán ser correctamente abordados y profundizados en el contexto de las nuevas obras, si se quiere tener una estimativa realista de su real impacto.
En ese sentido, experiencias de otras hidrovías del mundo deben ser considerados como base. Las Hidrovías de los ríos Missouri-Mississippi y el complejo Everglades-Kissimmee (Estados Unidos), y la de los ríos Rin-Main-Danubio (Alemania), han evidenciado los grandes costos ambientales a largo plazo que estas conexiones fluviales generaron durante su construcción y uso. Estos costos e impactos han sido claramente detallados en estudios científicos de autores de dichos países.
Las mencionadas tareas de dragado y profundización del cauce implican la remoción de bancos de arena, el rasuramiento de dunas (el fondo del Paraná, básicamente, es un gran campo de dunas similares a las de origen eólico), la re-suspensión de sedimentos, la rectificación de meandros, entre otras alteraciones físicas en ciertos tramos de la traza.
Cada una de estas modificaciones físicas tendrá, a modo de contraparte, su impacto en la fauna y flora local. Algunos estudios realizados por científicos locales permiten inferir importantes alteraciones locales sobre la fauna de invertebrados y peces (como ya se citó, el Laboratorio de Hidro-ecología, INALI). Sin embargo, la profundización de dichos estudios es imprescindible a los fines de lograr realizar modelos predictivos confiables.
La ampliación de la Hidrovía aparejará un considerable aumento del tránsito de buques cargueros y remolcadores. A su vez, estos buques serán de mayor calado y por lo tanto desplazarán más agua en su avance. El incremento del tránsito y del tamaño de los buques y convoyes, acrecentará la contaminación sonora (motores más poderosos), la turbulencia dada por las hélices cada vez más grandes y, fundamentalmente, las olas generadas.
Cuando una embarcación se mueve a través de un cuerpo de agua, lo desplaza y lo empuja frente a él. Esto hace que aumente la presión y genere una ola frontal, cuyo tamaño depende directamente de las dimensiones del casco y su calado.
Por ejemplo, en la Hidrovía del río Elba en Alemania, estudios científicos demostraron que estas olas inducen en peces de pequeño tamaño e invertebrados un mayor gasto de energía metabólica para nadar, un mayor riesgo a ser predados (consumidos por otros peces), una menor tasa reproductiva y el agotamiento de oxígeno debido a la re-suspensión de sedimentos. Además, se suma el impacto erosivo que el continuo choque de las olas tiene sobre márgenes e islas del río, dificultando el desarrollo de árboles y vegetación palustre.
Por otro lado, el contacto directo (choque) con cascos y hélices puede dañar la fauna acuática. De hecho, el arrastre directo de peces a través de la zona de hélice de los buques comerciales es una de las principales fuentes de mortalidad de peces inducida por la navegación en la gran Hidrovía del Mississippi según lo demostraran recientes estudios científicos.
La navegación puede aparejar derrames accidentales de hidrocarburos, agrotóxicos, sustancias corrosivas o cualquier otro elemento peligroso. Aunque se tomen las correspondientes medidas de precaución, no se puede garantizar su no ocurrencia. De hecho, estos derrames ya han sucedido bajo las condiciones actuales de manejo de la hidrovía. Otro daño grave, aunque también potencial, es la introducción accidental de especies invasoras.
En el río Paraná existe un ejemplo paradigmático de esto. La invasión del mejillón dorado Limnoperna fortunei, que comenzó con su introducción en los años '90 a través del agua de lastre de barcos transoceánicos que comerciaban con el sudeste asiático. Una vez en el río Paraná, esta especie se propagó rápidamente, desplazando y reemplazando especie de moluscos autóctonos.
Crecimiento, pero no a costa del ambiente
Por lo anterior, queda claro que obras de semejante magnitud deben contemplarse y ajustarse a estrictos estudios y monitores científicos que permitan una evaluación confiable de los reales impactos ambientales que causan al ambiente en tu totalidad. Esto no es tarea simple, pero absolutamente imprescindible si se quiere evitar la repetición de errores del pasado.
Tras enumerar los efectos que pueden significar las obras ingenieriles para la adecuación de la nueva Hidrovía, es indispensable elaborar los estudios de impacto ambiental acordes para que el desarrollo agroexportador no sea en detrimento del río Paraná ni de los sectores sociales que hoy viven gracias a este poderoso sistema fluvial (como por ejemplo, pescadores artesanales). Cuidar la amplia biodiversidad (nutrida de flora y fauna autóctona) que tantos beneficios aporta a las poblaciones ribereñas, entre ellas, las ciudades con mayor densidad poblacional de la provincia como Rosario y Santa Fe, debe ser una meta a no despreciar.