Ingeniera Civil y ex docente de la UNL, es fuente de referencia en materia de gestión de riesgos, un concepto que ancló fuerte en la Santa Fe inundada de 2003 y vuelve a estar presente en medio de una amenaza invisible y global: el Covid-19.
Alejandro Villar / Archivo El Litoral
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Riesgo, percepción del riesgo, mitigación, vulnerabilidad, son todos términos que, salvo para quienes estaban preparados para hacer frente a una catástrofe, resultaron todo un aprendizaje a partir de abril de 2003. Y hoy, en el contexto de la pandemia por Covid-19, vuelven a integrar el vocabulario cotidiano de los medios y de buena parte de la comunidad.
Silvia Wolansky, Ingeniera Civil y ex docente de la Universidad Nacional del Litoral aporta conceptos valiosos para interpretar los cambios que se produjeron a partir de entonces, y, si lo hubiera, algún punto en común entre aquella experiencia local y ésta, mundial y por eso también propia.
- ¿Qué cambió en la ciudad a partir de la inundación de 2003, tanto en el conocimiento del riesgo como en la estrategias para hacer frente a una catástrofe?
- Aunque tuvieron que pasar casi 10 años y una nueva inundación catastrófica en el año 2007, el cambio más significativo se produjo a nivel gubernamental, con la implementación de una política de Estado a través de la creación, en el municipio de Santa Fe, del Sistema Municipal de Gestión de Riesgos, en línea con el enfoque que ya se estaba imponiendo en el mundo, que promueve el conocimiento de los riesgos, la adopción de estrategias de prevención y mitigación de eventuales impactos y la preparación para afrontar las emergencias, como superación de la mera respuesta cuando el desastre ya se ha producido, que era la visión hasta entonces imperante.
La Gestión de Riesgos de Desastre implica una organización para el abordaje integral de la problemática, a través de un Comité donde están articuladas todas las áreas de gobierno vinculadas a los aspectos que determinan la existencia del riesgo: estructurales, sociales, culturales, económicos, ambientales, entre otros.
Eso condujo a la implementación de medidas tendientes a reforzar la infraestructura (recrecimiento y/o conservaciones de obras de defensa, ampliación de la red de drenaje y estaciones de bombeo acordes a nuevos parámetros hidrológicos, conformación de reservorios para retardar el escurrimiento del agua hacia el cauce de los ríos, construcción de viviendas para trasladar a las familias asentadas en zonas inundables), mejorar la percepción del riesgo por parte de la sociedad (campañas de información, acciones de capacitación y apoyo para la inclusión del tema en educación), introducir en el planificación urbana criterios de ocupación de las zonas inundables), fortalecer la preparación (definición de puntos de encuentros y responsables de evacuación por zonas, preparación de espacios de albergue, protocolos de actuación según el nivel de riesgo), entre otras estrategias puntuales.
- ¿Considera que hay una mayor comprensión de la comunidad (sociedad, medios, política) de lo que significa el riesgo como era entonces vivir en una ciudad rodeada de ríos?
- Evaluar la comprensión de la comunidad es complejo, porque depende de muchos aspectos que determinan el nivel de riesgo aceptable para la misma, que no sólo depende de la percepción del riesgo de cada individuo que la integra. En general las personas tienden a subestimar el riesgo o pensar que “es para los demás” (esa creencia casi mágica de que “a mí no me va a afectar”). Y eso determina situaciones como las que han podido observarse en la zona de la Costa (Colastiné, San José del Rincón, Arroyo Leyes), donde la población creció en forma exponencial, en parte a causa de la no percepción del riesgo -en el caso de las áreas protegidas por terraplenes- o la aceptación del mismo -en el caso de las que no cuentan con ellos, pero lo demandan-. No se puede desconocer que esta actitud está también impulsada por condiciones económicas que les impiden acceder a otras opciones de residencia.
En cuanto a los medios, es frecuente que sólo se ocupen de los riesgos cuando alguno se manifiesta, sin contribuir a consolidar una mayor percepción social en épocas normales. Finalmente, para que una política de Estado alcance los objetivos que la impulsaron, debe perdurar y fortalecerse en el tiempo, lo cual depende de que los sucesivos gobiernos la sostengan y profundicen. Esto no está garantizado.
- ¿La academia también cambió su enfoque, es decir, se incorporó a otras carreras el tema hídrico?
- Más que tema hídrico, lo que debería incorporarse es la temática de Gestión de Riesgos de Desastres, ya que este es un enfoque multidisciplinar que atraviesa a todas las especialidades, porque en el proceso de gestión se requiere generar y/o disponer de normativas, organizaciones, conocimiento de riesgos determinados por una diversidad de amenazas y condiciones de vulnerabilidad, adoptar medidas estructurales (obras) y no estructurales (educación, capacitación), considerar cuestiones ambientales, de planeamiento territorial, entre otras. Esto hasta ahora no se ha logrado.
- ¿Qué encuentra en común entre aquella catástrofe y la pandemia por covid-19?
- En principio, ambos pueden considerase riesgos manifestados, siendo los impactos que producen lo que permiten categorizarlos como emergencia, desastre o catástrofe. La existencia de un Sistema de Gestión de Riesgos permite un abordaje integral y racional de cualquiera de ellos, puesto que demanda la conformación de una organización y la elaboración de normativas, tales como un plan de actuación ante emergencias, aplicable a cualquier riesgo, y planes de contingencia, que son los específicos de cada uno de ellos. Pero ni la organización ni los planes existen en ninguna de las jurisdicciones, a pesar de hay normativas que lo contemplan, como en Nación y ciudad de Santa Fe.
Considero que ambas experiencias deberían lograr que se comprenda la importancia de estar mejor preparados, es decir, poner en marcha procesos de gestión de riesgos sólidos y articulados entre las jurisdicciones, que definan quiénes, cómo, cuándo y dónde deben actuar antes situaciones de emergencia concretas.