"El jueves 19 de marzo el Presidente Alberto Fernández anunció el comienzo de la cuarentena para el otro día. En ese momento nosotros estábamos trabajando de manera normal. Pero a las 23.55 vino la policía a decirnos que nos teníamos que ir porque empezaba el confinamiento obligatorio". Eso fue lo primero que se le vino a la cabeza a Leonel Marino, responsable de "Parrilla El Léon", un carribar ubicado en la intersección de Avenida Peñaloza y Gorriti, en el norte de la ciudad.
Hasta esa época, eran 8 las personas que dependían del trabajo que generaba el carribar. Dos de ellas, eran Leonel y su esposa (que tiene una hija de 10 años). Pero la pandemia dejó en el camino a la mitad. Su caso -como el de los que trabajan junto a él- no es precisamente que tuvieron que cambiar de rubro, sino reconvertirse dentro del mismo. Y ahí es donde tomó fuerza el delivery: la entrega a domicilio.
"Estuvimos parados dos semanas. Así y todo, siempre tratando de bancar la remuneración que veníamos teniendo, porque pensaba que sería un mes como mucho. O sea, pagaba todos los días los sueldos sin que vengan a trabajar y además sin poder generar nada. Después de esas dos semanas, arrancamos con el delivery, que si bien ya lo teníamos, nos fuimos preparando un poco más en esos 15 días que estuvimos sin trabajar, porque desconocíamos cuál era realmente la situación en la calle. Los primeros días no había nadie. A partir de allí nos dividimos en dos grupos de trabajo: uno que trabajaba de lunes a jueves y otro, viernes, sábado y domingo", contó Marino en diálogo con El Litoral.
"No quería que nos larguemos a potenciar el delivery si no estaban las condiciones dadas. Pero lo cierto es que hasta el día de hoy, el delivery fue lo que más nos generó en términos de dinero. Por suerte la gente respondió, y nos siguió pidiendo casi igual que siempre. Improvisamos la cocina en mi garage, e incorporamos bebida en la carta del delivery, cuando antes solo la vendíamos en el carrito. Estuvimos 82 días sin ir a nuestra esquina, fue realmente muy duró", narró.
Manuel Fabatía Hay equipo . Juan Cruz Roldán, Agustín Duarte, Leonel Marino y Pamela Ledesma, integrantes de El León .
"Hay equipo". Juan Cruz Roldán, Agustín Duarte, Leonel Marino y Pamela Ledesma, integrantes de "El León". Foto: Manuel Fabatía
De los 8 trabajadores que estaban en "El León" hasta el 20 de marzo, ahora quedan 4. Dos de los que ya no están, tenían otros trabajos y continuaron con ellos. Y otros dos "rumbearon" a un oficio similar. "Cuando arranqué con todo esto, lo hice con un puesto de torta asada. Entonces a dos de los chicos les ofrecí enseñarles a hacerlas para que ellos estén la esquina a la mañana y a la tarde, hasta que yo llego con el carribar. Accedieron de la mejor manera a ese cambio y les va bien. Ambos tienen condiciones para hacerlo", dijo Marino, quien también dejó en claro que "siempre el vínculo fue muy bueno entre todos: "Siempre estuve lejos de oficiar de patrón".
En cuanto a la producción, durante los 82 días, la venta fue un 30% respecto a lo que se trabajaba en la esquina: "Si bien no era mala la venta, sólo alcanzó para mantener las fuentes de trabajo. No es que no me quedaba plata. Pero no me sobraba nada: podía pagar las cuentas, los sueldos y para comer nunca me faltó", relató. El tan esperado retorno, tras más de 80 días de "peregrinar" en el delivery, a la esquina de Peñaloza y Gorriti se produjo el mismo día en que habilitaron -protocolo mediante- a los bares y restaurantes.
El respaldo
Si bien la principal fuente de ingresos de Marino y su familia pasa por lo que se produzca y se venda en el carribar, ellos tenían -hasta antes de la pandemia- una logística armada para llevar su puesto de trabajo a, entre otras cosas, los partidos de Colón y de Unión. Algo que hoy por hoy desapareció y no se sabe cuándo retornará con respecto al público, que es quien consume los choripanes, hamburguesas y todo lo que se hace en la parrilla luego de salir de algún partido, por ejemplo.
"Ese era nuestro ahorro, una plata extra, la 'espalda' que tenía mensualmente como responsable de nuestra pequeña empresa. De hecho, con algo de lo que me había quedado de eso, aguanté toda la primera etapa de la cuarentena", aseguró Leonel Marino.
Según comentó el joven gastronómico, por mes tenían unas 10 salidas mensuales extra entre los partidos de Colón y Unión, Copa Argentina, Sudamericana, eventos musicales o políticos. "Éramos como los músicos un fin de semana", dijo con gracia y agregó: "Nosotros tenemos el puesto fijo de la esquina; pero hay quienes solamente se instalaban para ese tipo de eventos y no contaban con otra cosa para hacer".
"Cuando abrimos nuevamente al público, me preocupé la primera semana. Pero imaginaba que era normal para todos. No obstante, ya pudimos empezar a trabajar el doble de lo que veníamos haciendo en mi casa. Pero después, empezó todo casi prácticamente normal", confesó Marino.
Las nuevas medidas sanitarias obligaron a "rediseñar" el puesto de trabajo. "Yo tenía un carribar extra guardado en la cochera. Entonces ahora, para marcar la distancia social, lo tenemos con la parrilla al lado, pero atendemos desde el carribar principal. Tenemos unos dos metros hasta el cliente". Ese distanciamiento es central para sostener lo recuperado: el trabajo en la calle.