"En el interior de mi casa el agua llegó a 2,20 metros"
El vecino todavía habita su vivienda de Salta y Pasaje Alfonso, a metros del Hospital de Niños. Aquel 29 de abril de 2003 lo perdió todo. Por su calle iban y venían en lancha rescatando inundados.
"En el interior de mi casa el agua llegó a 2,20 metros"
Hugo Galván tiene su casa llena de perros y plantas. Una casa llena de vida. 20 años después de que el río Salado la sepultara bajo el agua, este empleado municipal pudo salir adelante. Pero cada vez que habla del tema o lo recuerda, se quiebra. Se le llenan los ojos de lágrimas y no le salen las palabras. Lo mismo le ocurre a casi todo el vecindario de barrio La Florida, un Fonavi inaugurado apenas tres años antes de la inundación de 2003, allí por donde pasó el Salado.
Hugo vive en la esquina de Pasaje Alfonso y calle Salta. Justamente esta última era el corredor por donde entraban y salían las lanchas y anfibios del Ejercito desde y hacia el fondo del barrio vecino, Santa Rosa de Lima. Iban a rescatar a la gente.
"Nosotros vinimos cuando se inauguró el barrio, en el año 2000", comienza diciendo Hugo, en diálogo con El Litoral. Al hombre le cuesta hablar del tema. Pero quiere testimoniar, quiere contar que fue uno de los protagonistas del documental "La lección del Salado". Se siente orgulloso de haber podido salir adelante, de sobrevivir a la tragedia, de sobreponerse a la adversidad. "Fue todo un shock que hubo en todo el barrio, en toda la zona, en toda la ciudad", describe hoy el vecino. "Una cosa que no se esperaba y, bueno, hubo que tratar de salir adelante, como todo el mundo".
-¿En qué momento llegó el agua a esta zona?
-El 29 de abril por la mañana ya se escuchaba que estaba entrando el agua en la ciudad. No sabíamos por dónde. Fue una de corridas, los vecinos trabajaron muchísimo -rememora el vecino-. Recuerdo mucho a la gente de la Universidad ayudando y tratando de evitar que se inunde el Hospital de Niños. Y bueno, ya para las 2 de la tarde, nosotros teníamos agua dentro de la casa, al punto que yo abrí el portoncito que teníamos por pasaje Alfonso para que escurriera el agua y no se embolsara y me tumbara los tapiales, porque subía muy fuerte.
-Acá en el interior de mi casa llegó a 2,20 metros. Gracias a Dios tenemos un duplex y pudimos pasarla arriba, en la planta alta.
-¿Se quedó?
-Sí, me quedé. Fue una cuestión de seguridad. En esos momentos, como en todos los momentos, hay gente buena y gente no tan buena.
-Su rostro es una de las imágenes de La lección del Salado, el documental del diario El Litoral. ¿Se vio?
-Sí, sí, y mi señora también. Se ve que pasaban en un lanchón y nosotros nos asomamos para saludarlos y ahí quedamos grabados -dice.
-Fue duro empezar de nuevo, limpiar, sacar el barro.
-Sí, inclusive esta esquina fue una de las más castigadas, el agua se fue después de más de una semana, y quedó todo lleno de barro. Hubo que limpiar todo antes de volver a entrar, por una cuestión de sanidad.
Pertenencia. Hugo defiende a su barrio, lo ama, pese a la que le tocó pasar. Crédito: El Litoral.
Evacuados
Cuando el agua se retiró pasaron muchos meses hasta que la gente pueda volver a habitar sus hogares. Hubo que tirar todos los bienes que se perdieron, reparar paredes, quitar la humedad. En el campito frente al Fonavi La Florida se montó uno de los tantos campamentos de evacuados. Refugios. Carpas con vecinos que atravesaron días de lluvia y frío en medio del barro, haciendo cola para recibir un plato caliente o un poco de agua, con el horizonte de sus hogares destruidos.
Hoy en esos campitos se levantan dos planes de viviendas para unas 200 familias. Permanecieron vacíos durante dos décadas. Con el ánima de aquellos días.
-Pasaron 20 años...
-Sí, sí. Es duro. Es duro recordarlo.
A Hugo Galván se le quiebra la voz. No le sale palabra. Ya no tiene sentido seguir hablando. Para qué masticar el dolor. Hay que respetar, contener, abrazar. Sólo eso. Sólo resta un abrazo.
-Gracias por su testimonio.
A 20 años de la peor inundación que vivió la ciudad