El estudio intenta generar datos que permitan detectar los problemas del sistema, y, en términos propositivos, aportar posibles soluciones: cómo mejorar las frecuencias en determinadas zonas del ejido urbano -como el cordón oeste y el norte-, donde el servicio es insuficiente. Y de qué manera, en el contexto actual, dotarlo de sustentabilidad.
En rigor, el estudio comenzó en el período de la pre pandemia (octubre y noviembre de 2019); continuó durante la pandemia del Covid-19, luego siguió en marzo y abril en 2022 (post pandemia) y ahora se están analizando los datos de 2023. También se tomarán datos de 2024, una vez estén disponibles.
La investigación
“Es un estudio conjunto que venimos realizando desde la UNL con un equipo de investigadores (tGIS) de la Complutense de Madrid. Aplicamos sistemas de información geográfica aplicados a la planificación del transporte con la utilización de big data de la tarjeta SUBE”, le dice a El Litoral la Dra. Andrea Bosisio, docente e investigadora de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (Fich-UNL).
A su lado está el referente madrileño, el Dr. Rubén Talavera García, docente e investigador de la Universidad Complutense de Madrid, de visita en esta capital. Días atrás, Talavera García dio una conferencia en el Aula Magna de la Fich justamente sobre “Big data en la planificación del transporte urbano”.
La Dra. Andrea Bosisio (Fich-UNL) y el Dr. Rubén Talavera García, de la Universidad Complutense de Madrid, en diálogo con El Litoral. Crédito: Luis Cetraro
Los avances del estudio están incluidos en un Curso de Acción para la Investigación y Desarrollo (CAI+D Orientado) que está en proceso la Fich, y que ahora se ampliará en un segundo proyecto, para darle continuidad. También se incluyen dos tesis de Maestría en Tecnologías de la Información Geográfica sobre la problemática de la movilidad en la ciudad y la accesibilidad en el transporte público.
“Los datos que procesamos son sólo las validaciones, esto es, cuando un usuario paga un viaje con el sistema SUBE. Lo que tenemos son la cantidad de validaciones por cada una de las líneas y por cada una de las paradas. Son unos cuatro millones de datos”, explica a este diario el Dr. Talavera García.
Cada avance de la investigación, una vez concluido, se entrega al municipio capitalino. La intención es que la investigación académica dé herramientas a los tomadores de decisiones políticas para mejorar el sistema de colectivos en la ciudad.
La sustentabilidad
“El principal medio de transporte público que tenemos en Santa Fe es el colectivo. Porque abarca toda la ciudadanía. Puede hablarse de la complementariedad con la micro movilidad o la movilidad activa, como son las bicicletas públicas. Está muy bien que exista, pero el sistema de bicis no cubre a toda la ciudad ni a toda la población”, agrega Bosisio.
En este sentido, “la sustentabilidad del servicio público de colectivos tiene que ser garantizada para toda la ciudadanía. Y lo que estamos analizando también es la accesibilidad a la red de transporte”, aduce.
“Lo que notamos es que en algunos barrios de Santa Fe, principalmente del cordón oeste y la zona norte, la accesibilidad al sistema de colectivos está reducida. No es homogéneo en toda la ciudad. Y habría que apuntar a que sea sustentable para toda la ciudadanía en iguales condiciones”, completa su argumento la investigadora de la UNL.
La intención es que esta investigación académica dé herramientas a los tomadores de decisiones políticas en aras de mejorar un servicio esencial para la ciudadanía. Crédito: Mauricio Garín
“Lo que nosotros estamos haciendo desde el punto de vista del usuario es analizar qué mejoras puede tener el servicio sin depender del tipo de tarifa, para que lo use más tiempo y así lo haga sustentable. Sin usuarios, el servicio no funcionaría”, sintetiza Bosisio.
Aportes
-Qué reflexión pueden trazar sobre la situación actual del transporte por colectivos, hoy en emergencia declarada, con un boleto muy caro (subió un 327% en sólo cinco meses), sin subsidios nacionales y con unidades en malas condiciones? ¿Cómo salir de este atolladero, pensando en la centralidad del usuario?, consultó El Litoral a los especialistas.
-Bosisio: Lo que apuntamos en este proyecto es poder evaluar por línea y por parada cuánta gente viaja en colectivo, para pensar una mayor optimización del sistema, siempre en función del vecino que se toma el colectivo. Que tenga una frecuencia más cerca de su casa, que las frecuencias se mejoren, aún con las unidades disponibles, y que no se tenga que esperar tanto el colectivo.
Cada viaje por el sistema SUBE es analizado por el equipo de investigación. Se aguardan los datos de 2024.
-Talavera García: Me parece que hay que ver hacia hacia dónde se quiere ir, esto es, qué modelo de transporte se quiere. Por ejemplo, si queremos priorizar el transporte público por sobre el transporte privado, restringiendo un poco el transporte privado para mandar usuarios al transporte público. Lo digo en términos hipotéticos. Ahí hay diversas medidas a analizar.
Por otra parte, tiene que ser el Estado local el que determine si va a apoyar el transporte público, si es que entiende que es el medio de toda la población, y toda esa población debe tener igual acceso a oportunidades, y cuánto tiene que invertir para lograr eso. Esto tiene relación con, justamente, qué modelo de ciudad y de transporte quiere una determinada administración municipal.
El autobús en Madrid
El sistema de colectivos (autobuses) en Madrid da una idea global de qué cosas podrían aplicarse en esta capital, más allá de las diferencias geográficas. “En la capital española el sistema de pasajeros por autobuses funciona con tarjeta igual que en Santa Fe. Pero hay dos modalidades: una tarjeta con 10 viajes con un precio predefinido, que no permite el intercambio”, cuenta Talavera García.
Y luego está el abono mensual, que es la modalidad más habitual para personas que se mueven habitualmente en transporte público. “Tú pagas mensualmente unos 60 euros, y ese abono te permite hacer todos los intercambios (combinaciones) y trayectos que quieras”, agrega. El sistema está subsidiado en parte por el Estado español.
“Hay otra cosa que ellos tienen y que nosotros no -apunta Bosisio-. Madrid es una ciudad mucho más grande que Santa Fe, y está dividida en zonas, es decir, ‘anillos’ alrededor del centro madrileño. Por lo tanto, cada anillo tiene un costo adicional por un recorrido más largo. Son distintos sistemas de subsidios”.
Las frecuencias de los autobuses son de 15 minutos, nada más. Y en los feriados, 20 minutos. “La información al usuario es clave en Madrid. ¿Por qué? Porque si una unidad no pasa a horario durante una semana, el usuario se busca otro medio, como el tren, o el metro, o la bici”, dice Talavera García.
Además del autobús, el metro o el tren, en Madrid hay un sistema de bicicletas públicas. La diferencia con lo que pasa en Santa Fe es que allí, ese sistema de bicis está disponible para toda toda la ciudad. Además, hay compañías privadas de patinetes (monopatines eléctricos), de motocicletas y de coches para alquilar. Existe una muy estricta regulación para los patinetes.
“El peso del centro es una de las coincidencias entre ambos sistemas, el de Santa Fe y el de Madrid. Siempre hay un centro muy potente, que atrae la mayoría de los viajes. Pero aquí todavía es mucho más marcado que en Madrid”, cierra el investigador madrileño.