Cómo fue el día en que un tal Don Jaime, el cura argentino de los pobres, visitó Santa Fe
Monseñor Jaime De Nevares iba a jurar como Convencional Constituyente en 1994, pero no lo hizo. En cambio, fue a recorrer un barrio humilde de la ciudad. Falleció hace 29 años.
Jaime de Nevares fue un referente ético para la sociedad argentina. Crédito: Archivo El Litoral
Suena un teléfono. Quien atiende escucha una voz tranquila, pausada y sabia. Esa voz pide amablemente: “Por favor, vení a buscarme. Quiero ir a visitar el barrio La Loma”. Quien escucha toma nota urgente del pedido, se sube a su Renault 12 medio destartalado y sale raudamente en busca de Don Jaime. Eran las 9 de la mañana del 25 de mayo de 1994.
¿Quién era este tal Don Jaime? Nada más y nada menos que Monseñor Jaime Francisco De Nevares, sacerdote salesiano, obispo emérito de la diócesis de Neuquén, fundador de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos; integrante de la CONADEP entre 1983 y 1984, escritor, abogado, hombre que convirtió su fe cristiana en un acto político y en un compromiso social con los más necesitados. Es considerado como el cura argentino de los pobres y un referente ético para la sociedad argentina.
Ocurrió que De Nevares había sido elegido como convencional constituyente para la Reforma de la Constitución Argentina de 1994, que se celebraría en Santa Fe. El día de la jura de los convencionales, en la ciudad de Paraná, el obispo renunció a ese cargo: estaba en total desacuerdo con el Pacto de Olivos, acuerdo político entre la UCR y el PJ que dio lugar a la reelección por cuatro años de la presidencia de la Nación: esto permitió a Carlos Menem conseguir ser reelecto en 1995.
De Nevares con los vecinos del barrio La Loma. Fue un 25 de mayo de 1994. A su lado, el padre Atilio Rosso, fundador del Movimiento los Sin Techo. Crédito: Gentileza J. L. Zalazar
El dueño de aquel Renault 12 y encargado de ir a buscar a Don Jaime era un joven José Luis “Colo” Zalazar, integrante del Movimiento Los Sin Techo (MLST). “Para mí en lo personal, fue algo increíble. Él quería conocernos, porque sabía que estábamos trabajando con la comunidad toba en el barrio La Loma”, relata el referente social en diálogo con El Litoral.
“Vamos Zalazar, quiero conocer a Atilio (Rosso) y a la muchachada del barrio”, pidió De Nevares. Y ahí salieron. “Hablaba pausado, muy pausado, como los sabios. Llegó a decirme: ‘Mirá Colo: si Jesucristo no vino a liberar a los pobres, hay que sacar el Magníficat del Evangelio’, rememora el referente. El Magníficat es el canto de la Virgen María, quien “a los hambrientos los colma de bienes, y a los ricos los despide vacíos”, dice uno de los pasajes.
“Tata” Dios
Hay que tener fe y esperanza. El “Tata” Dios nunca nos abandona, eran las palabras que más decía, a su tono deliberadamente pausado Don Jaime. Estuvo todo el día hablando con los vecinos de La Loma: los escuchaba, les deba una palabra de aliento, una reflexión.
Hay que tener fe y esperanza. El “Tata” Dios nunca nos abandona, eran las palabras que más decía Don Jaime. Crédito: Gentileza J. L. Zalazar
Con el padre Atilio Rosso, de tan sólo mirarse ya se entendían: eran del mismo “palo”, ya que ambos fueron formados en la corriente de la Teología de la Liberación. Al año siguiente, exactamente un día como hoy, 19 de mayo pero de 1995, Jaime de Nevares, que arrastraba una larga enfermedad, moría en su Neuquén natal.
Mamá
“Mi mamá se estaba muriendo. Don Jaime me pidió ir a verla. Ella era muy creyente, lo miraba y lo abrazaba. Estuvieron casi una hora charlando; le dio la extremaunción, la bendijo, la confesó. Le dio palabras de aliento”, recuerda Zalazar con un llanto de emoción en la garganta. Su mamá fallecería 20 días después.
Don Jaime insistía en su idea: la mejor bendición era trabajar todos los días por los más necesitados. “Y que la política, nos decía, era la única forma posible de cambiar la realidad. Hay que ser coherentes con las nociones de libertad e igualdad. Era un santo de Dios, y así lo recordamos, con mucho cariño”, concluye el referente social.
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