En la sesión de este jueves el Concejo Municipal aprobó por unanimidad el proyecto que crea el Plan Municipal de Compostaje, de autoría de las concejalas Laura Mondino (Frente Progresista Cívico y Social) y Luciana Ceresola (PRO). La idea es promover la política ambiental de producción de compost como herramienta fundamental para la reducción de la basura en la ciudad, tanto en los ámbitos familiares como en organizaciones sociales, asociaciones civiles o comunidades educativas.
“Nos ocupa el tema ambiental, especialmente a partir de la pandemia, que nos obligó a parar y repensarnos. Pensar nuestra alimentación, nuestro consumo, nuestra relación con la naturaleza”, consignó la concejala Mondino y agregó: “Hay una responsabilidad política, de los Estados, en el cuidado de nuestros recursos. Pero esto también nos interpela desde lo individual y desde las pequeñas comunidades que tenemos: nuestra familia, nuestro barrio, nuestros grupos. En la pandemia mucha gente empezó a compostar o a armar su huertita. Esos cambios parecen una moda o algo muy pequeño, pero terminan siendo significativos si los podemos acompañar desde el Estado”.
El proyecto prevé la capacitación de personas e instituciones del ámbito docente, empresarial, productivo y de la sociedad en general, con la finalidad de informar sobre las prácticas y los beneficios del compostaje. Las personas que se inscriban para participar en el compostaje recibirán el curso de formación técnica con información necesaria para llevar a cabo el proceso y para poder construir los compostadores.
“Los paradigmas de producción y de consumo de la economía están siendo interpelados y esto es una oportunidad para generar nuevos hábitos de convivencia. Estamos construyendo una ciudad que cuida el ambiente”, manifestó Mondino.
“Nosotros acompañamos a muchos comedores barriales y siempre lo que les resulta más costoso y difícil de conseguir son las frutas y verduras. Entonces queremos trabajar con ellos en esto, porque si disponés de una buena tierra y podés acceder a una capacitación sobre cómo cultivar alimentos de manera segura, se genera un círculo virtuoso”, agregó.
Entre los beneficios del sistema figuran la minimización de problemas ambientales por el tratamiento de residuos, la mayor disponibilidad y recuperación de nutrientes; menor cantidad de residuos depositados en rellenos sanitarios o en basurales; menos vectores de enfermedades y escasos de gases de efecto invernadero, por lo que el impacto social y ambiental es altamente positivo, además de económicamente viable.