Luciano Andreychuk
landreychuk@ellitoral.com
Twitter: @landreychuk
Tiene 5 años y padece una cardiopatía. Por las precarias condiciones de vida, sus padres temen por su salud.
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Luna Rodríguez dormía a media mañana con su pequeña existencia desparramada en un catre, rodeada de trastos amontonados y en una nebulosa de 39 ° de temperatura. Tenía una fiebre que volaba. “Mamá...”, llamó hacia afuera con un hilo de fuerza. Y ahí fue su mamá, María Vega. Le dijo algo dulce al oído y con eso alcanzó para que siguiera durmiendo.
Moscas, mosquitos e insectos revoloteaban en el módulo donde dormía la niña. Fue ayer, en el centro de evacuados municipal ubicado frente a la Ruta 168. Más lejos y de postal, la Ciudad Universitaria y toda el área refulada, un terreno más alto, como el bíblico monte Sinaí al que los evacuados miran desde abajo, como el pueblo hebreo miraba a Moisés y sus tablas con los mandamientos sagrados. En ese predio residen 28 familias.
Luna nació con una cardiopatía. Al año, empezó con vómitos y diarreas. Primero la atendió un pediatra en la Manzana N° 5 de Alto Verde. La derivaron al Hospital de Niños Orlando Alassia. “Ahí nos dijeron que Lunita tenía un problema en el corazón”, relata a El Litoral María Vega, esposa de Andrés Rodríguez, los padres de la niña.
Sin obra social y a contrarreloj con el papeleo, nueve meses tuvieron que esperar Vega y Rodríguez para la intervención quirúrgica de Luna. Todo se fue demorando y la ansiedad les carcomía la razón. Fue operada en el Alassia. “Estaba inflamado su corazón. Tuvieron que pinchar para que se desinflame, y le colocaron una válvula”, cuenta la madre. Además, tenía un soplo.
Al otro día de la cirugía, fue a terapia intensiva. “Los médicos nos dijeron que habían hecho todo lo que podían. ‘Luna no quiere arrancar... Sólo un milagro de Dios la salvará’ fueron sus palabras”, relataba la mamá mientras le brotaban lágrimas a borbotones. Cuando la operaron tenía un año y nueve meses.
Luna sobrevivió a esa condición crítica. A las dos o tres horas se estabilizó. Pero hubo otras complicaciones en los pulmones. “No nos daban esperanzas. Estuvo en terapia, pero solita empezó a arrancar. Salió adelante nuestra hija”. Peleó y ganó. Hoy es una pequeña hiperactiva, que lleva una vida casi “normal” a la par de los niños de su edad.
No obstante, “nos dijeron que ella puede tener consecuencias de aquí a 10 años. De todos modos, con el calor, los insectos, esa situación de vida precaria, tememos por su salud. Lo que pasamos nosotros no se lo deseo a nadie”, expresa Vega.
Control médico
La madre afirma que reciben asistencia médica casi diaria. “(Anteayer) vinieron a controlar mi niña una doctora y una enfermera, de la Manzana N° 2 de Alto Verde”. El Litoral consultó sobre este caso particular al secretario de Salud del Municipio, Leonardo Martínez.
El funcionario dio pautas concretas a este medio de conocer al detalle la condición médica de Luna. “Hay pacientes como ella que son de riesgo y que están siendo monitoreados permanentemente. Estamos tratando de trabajar en forma coordinada con el Alassia y el Garrahan para estos casos especiales”, aseguró.
Luna seguía durmiendo en su nebulosa de fiebre. Fue ayer. Al año y nueve meses de vida, vio la muerte muy de cerca. Hoy reside como evacuada, con los riesgos de una condición de vida precaria. De pronto surgió una paráfrasis: “Que nadie, nadie la despierte, déjenla que siga soñando felicidad”. Era la letra de “Plegaria para el niño dormido” que escribió Luis A. Spinetta en el ‘65. La felicidad sólo se sueña. La realidad, no. Y duele.
Casi 670 evacuados
Según el último reporte (N° 21) del Centro de Operaciones del Municipio, se encuentran evacuadas en los nueve refugios municipales 666 personas. Son 187 familias. Los centros son: Vuelta del Paraguayo I; Vuelta del Paraguayo II; Frente al Riacho Santa Fe; Colastiné Sur; Salón MTL en Barrio El Pozo; Solar de Varadero Sarsotti; Club El Pacú de La Boca; UTN y Bañado, cerca de La Guardia.
El Paraná, estacionario
En el informe de la hora 9 de hoy de Prefectura Naval, el río Paraná en Santa Fe marcaba 6,41 metros de altura. Bajó dos centímetros en 24 horas. Se mantiene estacionario, pero los especialistas piden no bajar la guardia ya que se estima que el pico de esta crecida aún no llegó.