Cómo era "El Majestic", un emblemático bar santafesino de los años ´20
El Litoral lo bautizó como el "hall street santafesino”. El recuerdo con crónicas de la época.
Archivo El Litoral D.R
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Bar y rotisserie “Majestic” abre sus puertas a los santafesinos en la transitada esquina de San Martín y Tucumán. Su propietario, Don José Herrou Rodríguez, que había sido gerente en la aclamada y popular tienda “Cassini” y su colaborador José Ramos, ex administrador del Club el Progreso en Bs As., no esperaban el favor caluroso como sorprendente de una clientela extraordinaria. Con un alto vuelo moderno, desde el mediodía hasta la noche, el bar recibía a quien deseaba una bebida, comida y la mejor música en vivo. Un flamante mobiliario europeizante, utensilios de plata y una atención amable que ofrece el menú de las ciudades del norte de EE UU. Acompañada por la banda local del violinista Vilar, compuesta por un saxofón, piano y batería, da sus primeros pasos con el ritmo de moda: el jazz, en un escenario ubicado “caprichosamente y artísticamente” en un ángulo superior del salón principal.
El jazz desembarca tempranamente en nuestra ciudad, en primer lugar ejecutado por intérpretes locales, como Vilar, que copian escuchando los primeros discos, y en segundo lugar, durante los primeros años ´30, las visitas de bandas extranjeras en su mayoría centroamericanas.
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Foto: Archivo El Litoral
Los horarios eran dictaminados por las sección “vermouth” de 11 a 12:30 y de 17 a 20, pasando luego a la sección “noche” de 21 a 24:30. El “Majestic” se especializaba en coctelería, con cocteleros, sus vasos y retortas, que habían trabajado en los bares Richmond y Brunswick, creando ante los ojos de los parroquianos deliciosos batidos “sui generis”. Sin embargo, el chopp “San Carlos” es la bebida más servida con excelencia. Si bien el “Majestic” era un lugar con un criterio aperturista al que no solo frecuentaba la elite o personas con cierto status social, el público habitué era solo masculino. El espacio de sociabilidad que reproducía y acogía estaba en sintonía con el espaciamiento solo para hombres.
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Foto: Archivo El Litoral
Las ciudades argentinas crecían, Santa Fe también. En 1914, la Argentina era un país urbanizado; más del 50% de la población vivía en centros de más de 2.000 habitantes. Como afirmaba la crónica del diario El Litoral: “Los santafesinos atestiguan el definitivo ‘desperezamiento’ de su vieja aldea”
Los años ‘20, del siglo XX, son los que vieron nacer los grandes centros comerciales, el despuntar del consumo masivo y el destino del salario. Cajas registradoras que sumaban miles de operaciones contables por día. Por esos años la población de la ciudad era de 62.000 habitantes y se consolidaba como una importante plaza comercial.
Años de una clase trabajadora que en clave colectiva se diferencia y cobra relevancia con sus propias representaciones culturales. Es decir, que se integra al progreso con su trabajo, pero resiste. Que forma parte de ese ideal de bonanza, pero que en la cotidianidad se le presenta diferente. También una clase media, que vive en la ciudad y de allí su sustento. Comerciantes y profesionales que relatan su identidad a medida que la construyen.