Luciano Andreychuk
landreychuk@ellitoral.com
Desconocidos mataron a quemarropa a los animales, y los arrastraron para llevárselos. Estaban siendo estudiados por un equipo de investigadores, que analizaban la generación de defensas ante parásitos. El proyecto experimental quedó por ahora trunco: había empezado en 2009.
Luciano Andreychuk
landreychuk@ellitoral.com
Entre las 15 del jueves y las 9 del viernes pasado no había nadie en la Escuela Granja, en la ciudad de Esperanza, que depende de la UNL y donde se realizan (dentro de la modalidad agropecuaria) estudios prácticos y científicos sobre la fauna autóctona. Desconocidos saltaron el vallado de chapas de más de un metro de alto del extenso predio y mataron a balazos a cuatro carpinchos.
Luego, arrastraron los animales para sacarlos del lugar: quedó el sendero de sangre sobre la tierra. A uno de estos animales lo dejaron tirado ahí, muerto de un balazo, quizás porque no lo pudieron cargar. El lunes último apareció uno de los cueros de los animales robados y masacrados en la esquina de Ami Droz y Janssen, en esa ciudad del centro-este provincial.
A primera vista el hecho parece meramente policial (se presentó la denuncia en la Unidad Fiscal 1°, circunscripción 1 de Esperanza), pero la matanza tuvo una consecuencia grave para la ciencia de la región: los carpinchos eran parte de una minuciosa investigación científica realizada por un equipo interdisciplinario de especialistas (veterinarios, bioquímicos, biólogos, inmunólogos, etc.), que analizaban la generación de defensas ante parásitos y agentes patógenos en el organismo de los animales.
Quien realizó la denuncia y encabeza el equipo de 15 investigadores fue Pablo Beldomenico, investigador del Conicet, médico veterinario, magíster en Medicina Preventiva, Doctor en Ciencias Biológicas y docente de la Facultad de Ciencias Veterinarias (FCV) de la UNL.
Este grupo investigativo conforma el Laboratorio de Ecología de Enfermedades del Instituto de Ciencias Veterinarias del Litoral (ICIVET Litoral), de doble dependencia UNL-Conicet. Y el proyecto —impulsado desde un inicio y a cargo de Ayelén Eberhardt— tuvo sus primeras pruebas en 2009, y cobró fuerte impulso desde noviembre pasado.
Qué investigan
El grupo científico se dedica a estudiar los procesos de salud y enfermedad en la fauna autóctona: por ejemplo, la relación entre los animales y los parásitos, y los agentes transmisibles naturales entre distintas especies silvestres (ver El Dato). “Analizamos cómo éstas aún siendo diferentes se relacionan (a nivel orgánico) con un mismo parásito, y cómo a veces las consecuencias son totalmente distintas en unas de otras”, explicó Beldomenico a El Litoral.
El proyecto de analizar las reacciones en carpinchos comenzó con un arduo trabajo en territorio. Los investigadores seguían a las comunidades de carpinchos a campo abierto, sin ningún tipo de intervención invasiva en su hábitat, y en forma experimental. Tomaban registros, anotaban observaciones. Y recogían muestras de los excrementos de estos mamíferos.
De las heces extraían las cargas parasitarias que tenían, los niveles de hormonas del grupo de corticoides, etc. Para el proyecto trajeron 24 carpinchos desde una granja de Corrientes; cuatro de ellos fueron ahora aniquilados (ver Relacionada).
De los 24 se armaron básicamente dos grupos de tratamiento. Un grupo de estos animales silvestres estaba con comida abundante; y el otro, con un 40 % menos de alimento. “En el primer experimento, notamos que los carpinchos que tenían comida en abundancia invertían menos en defensas contra un grupo de parásitos que aquéllos (del segundo grupo) que tenían menos comida”, precisó el experto.
Una primera observación
“Esta novedad experimental nos llamó poderosamente la atención: no era lo que esperábamos originalmente, y decidimos seguir. Los carpinchos adoptan una mayor resistencia contra los parásitos cuando tienen la comida justa y necesaria. Es algo nuevo en mamíferos. Estamos investigando ese mecanismo orgánico, y hasta podría abrir puertas para nuevos tratamientos”, agregó Beldomenico.
Así, la observación más sobresaliente fue que cuando a los carpinchos les sobra comida, toleran a los parásitos. Y cuando les falta, cambian de ‘estrategia’ y los combaten, los tratan de expulsar. “Es bastante novedoso en los estudios de este tipo sobre la fauna”, dijo el investigador. Los carpinchos que comían menos se protegían mejor de un grupo de parásitos.
“Como vimos que el factor que más influía era la cantidad de alimento, focalizábamos en los niveles de estrés. Con un 40 % menos de comida determinamos que los carpinchos estaban muy bien, solamente no aumentaban de peso, mientras que los otros engordan. Y veníamos las respuestas inmunes: los animales más estresados eran los que más alimento tenían”, precisó. Hubo otros procesos que se aplicaron, mucho más complejos a nivel de investigación científica.
El trabajo de los científicos fue muy arduo. “Íbamos sábados y domingos sin descanso, a tomar muestras y estadísticas. Con este robo y la matanza, el daño es muy grande. Los desconocidos que cometieron el delito no tienen dimensión del perjuicio que generaron a nuestra investigación”, se lamentó Beldomenico.
Cómo sigue la investigación
El proyecto experimental estaba a la mitad de camino cuando ocurrió la matanza, que ahora puso en jaque la continuidad de la investigación. “Quedó pendiente hacer la inoculación de la forma evolutiva de los parásitos seleccionados, para ver qué reacciones tenían los diferentes grupos. Y también un estudio de tipo molecular sobre qué elementos del sistema inmune están involucrados”, explicó el investigador del Conicet.
¿Y ahora, cómo seguir? “Sólo nos queda rogar que los animales que tenemos lleguen a dar algún tipo de resultado satisfactorio respecto de lo que veníamos observando”. El investigador precisó su concepto: “Lo que hacemos se basa en la observación y la prueba empírica, que luego se vuelca a cálculos estadísticos. Sólo así se podría demostrar nuestro trabajo. De no encontrar poder estadístico todo se nos cae, pues no se puede probar. Es poner a prueba una hipótesis mediante una estadística”.
Los animales fueron traídos desde una granja de Corrientes, ya que en nuestra región se teme que los carpinchos están en riesgo por escasa población. Trasladaron en total 24 carpinchos desde esa provincia, donde hay superpoblación de la especie.
“Para ello obtuvimos los permisos reglamentarios desde el área de Fauna del gobierno correntino, desde Nación, de la provincia de Santa Fe”, afirmó Beldomenico. El trabajo entero fue revisado por un comité de bioética de la UNL y por la entidad financiadora, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica de Nación.
“Para que quede claro: no es que salimos a cazar animales por ahí, todo lo contrario, como mucha gente cree. Los animales fueron traídos de acuerdo a los parámetros reglamentarios para este tipo de trabajos científicos, y siguiendo estrictamente pautas de bienestar animal. Los carpinchos están en óptimas condiciones de salubridad, en recintos muy grandes, con medias sombras, con agua y alimento permanentemente. Se los trata con un respeto muy grande”, recalcó.
Los investigadores trabajan para entender mejor los procesos de salud y enfermedad en la naturaleza. “Y también cómo las perturbaciones generadas por la gente, que introduce contaminantes y otros productos, pueden perturbar el equilibrio de la fauna. En esto, también analizamos patógenos que circulan en los animales y que pueden afectar la salud humana (rabia en murciélagos, hantavirus en roedores, etc.)”, precisó el investigador.