Un "bicho raro" y colmillos en Guadalupe: día de curiosos hallazgo hace 85 años en la ciudad
Eran fósiles que estaban a muy pocos metros de la superficie. Se pudieron excavar extrañas dentaduras y hasta colmillos de gran tamaño. ¿De qué se trata este descubrimiento que generó conmoción en la sociedad santafesina? El artículo, ¿reveló el secreto?
Colmillos raros se hallaron cerca de la Setúbal, pero nunca se supo de qué especie eran. La foto es sólo ilustrativa.
¿Qué era todo aquello? ¿El hallazgo de los restos de la "Moby Dick costera", de un parque jurásico enterrado hace siglos, del enorme insecto de Frank Kafka que llegó hasta estos lares vaya uno a saber por qué? Ocurrió un viernes 12 de febrero de 1937; era la página cuatro del periódico local El Orden, y el título invitaba a zambullirse en la lectura: "A 7 kilómetros de Guadalupe, han sido hallados los restos de un bicho raro".
Incluso los grabados en blanco y negro muestran una enorme excavación y La peonada trabajando, lo que incentiva la expectativa lectora. Y en la bajada de la nota se sigue jugando con la intriga: "Se trata de unos fósiles depositados a muy pocos metros de la superficie"; "Hay interesantes hallazgos"; "Las piezas de gran tamaño se destruyen completamente al intentar rescatarlas pero, en cambio, pueden obtenerse piezas de la dentadura y colmillos".
En una primera lectura paratextual, rodeando el cuerpo principal de la nota y sin ingresar aún en él, las palabras "fósiles", "piezas de gran tamaño", "dentadura", "¡colmillos!", son palabras palabras clave, deícticos, veletas señaladoras hacia algún lado pero sin certezas, además del gancho del título ("bicho raro"). Todo esto habla de un buen manejo del suspenso inicial, sumado al retaceo a propósito de datos más directos: todo era una táctica de un estilo que utilizaban algunos medios gráficos hace 85 años. Recién alguna pista empírica aparece bien avanzada la nota.
Captura del artículo publicado por el periódico local El Orden un 12 de febrero de 1937.
Siempre la Setúbal
El artículo de El Orden hace uso de una puesta en contexto: la laguna. "La Setúbal ha ofrecido a menudo material para los estudiosos -dice el texto- dando más de una sorpresa por la naturaleza de los hallazgos verificados en tal lugar. Hace unos años, recuerda, cuando se dragaba en las adyacencias de la laguna (….) se efectuó un hallazgo que llamó la atención de los entendidos". Aquéllos habían sido restos fosilizados.
Pero ahora lo nuevo: recién en el cuarto párrafo de la nota se habla concretamente del descubrimiento: "En un campo del Sr. Juan Barberia, en Guadalupe Norte (...) se están realizando excavaciones, destinándose la tierra que se extrae a la fabricación de ladrillos. Hay varios hornos funcionando en dicho lugar". El esquive al hallazgo y la intriga siguen y se sostienen. "¿Qué es lo que se descubrió? ¿Por qué no me lo dicen?", debió haberse interrogado con ansiedad aquel lector de la época.
Las excavaciones, prosigue narrando la nota, alcanzan una profundidad de apenas cuatro o cinco metros. La consistencia interior del terreno es "gredosa, parte rojiza y parte negra". Más abajo de lo cavado aparece el agua, y la tierra está completamente húmeda. Y ahora sí, algo de certezas: eran fósiles lo que se había descubierto.
El propio Señor Barberia, titular del campo, da su testimonio al periódico en cuestión. Pero es más valioso el registro de los pobres peones que estaban trabajando en el lugar, y que se encontraron con los huesos. Y fue cuando estaban con el pico y la pala cuando cuando la punta de un pico chocó con una materia de mayor consistencia, lo que produjo un desmoronamiento de tierra.
Fue allí cuando aparecieron los trazos blancos de algunas piezas de consistencia ósea. Pero los huesos estaban penetrados, carcomidos por la humedad, y totalmente unidos a la masa de la tierra: se deshacían. Era imposible, narra el artículo, retirar las piezas sanas y salvas para su posterior análisis.
"Hemos presenciado la tarea (de excavación) realizada con el propósito de lograr que algunas piezas pudieran reconstruirse. Pero el agua por debajo de la profundidad excavada ha impedido la conservación de los fósiles en condiciones en condiciones de ser útiles para su estudio", se excusa el redactor de la nota. Sin embargo, se encontraron piezas como colmillos cubiertos de marfil.
El misterio queda sin resolver: no se dice de qué tipo son esos fósiles ni de qué especie. La creciente de la laguna (se hipotetiza en el artículo) pero sobre todo la humedad, que destruyó las pruebas fósiles, privaron de conocer de qué se trató aquel misterioso hallazgo. La imaginación del lector actual, del siglo XXI, tendrá el deber de completar a su gusto los intersticios vacíos que dejó este rompecabezas periodístico.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.