Santa Fe era otra; una ciudad pujante que atraía diversos tipos de espectáculos. Un par de meses después de la llegada de submarinos, la capital provincial recibió con los brazos abiertos un festival de aviación.
Santa Fe era otra; una ciudad pujante que atraía diversos tipos de espectáculos. Un par de meses después de la llegada de submarinos, la capital provincial recibió con los brazos abiertos un festival de aviación.
Sí, en diciembre de 1933 la ciudad fundada por Garay fue escenario de un espectacular evento que se desarrolló en la playa Guadalupe y sobre la Laguna Setúbal.
Cabe aclarar que todavía no existía la costanera como se la conoce en la actualidad y que Guadalupe era, por aquellos tiempos, un paraje o como se lo conocía una “villa”, donde había casas quintas de descanso.
En la edición del sábado 9 de diciembre de 1933, El Litoral dio cuenta que se ultimaban los detalles de los preparativos de semejante evento. En el artículo se mencionaba que ese mismo día llegaron a la capital provincial las autoridades del Círculo de Aviadores de Rosario, entidad organizadora. Tal era la importancia de los acontecimientos, que Ritz Hotel fue escenario de un agasajo en la noche del sábado.
“Hoy se procedió a colocar los amplificadores de potencia a fin de poder controlar las actividades dentro del festival y a la vez ilustrar al público sobre las características de los aviones que se van a utilizar y la clase de pruebas que se realizarán. Es la primera vez que se hará en forma tan amplia en nuestro país”, explicó el vespertino hace 90 años.
También se hacía referencia al operativo de seguridad previsto para el festival. “La policía ha organizado un servicio especial de vigilancia, a cuyo efecto enviará cuarenta hombres, de los cuales, 20 uniformados y veinte empleados de investigaciones”, enumeró El Litoral.
Con todo listo, las malas condiciones del tiempo obligaron a reprogramar el espectáculo.La lluvia acaecida ese domingo esperado truncó las esperanzas de ver a los aviones. Los organizadores pospusieron para el día siguiente el evento. Por fortuna, el sol salió el lunes y la actividad se realizó sin problemas.
La crónica de El Litoral no reparó en adjetivos para contarle a los lectores lo que estaba sucediendo en la ciudad. Claro, la presencia de varios aviones en la playa de Guadalupe no era cosa de todos los días y la presencia de la prensa ayudó a divulgar todo tipo de información al respecto.
“El espectáculo comenzó aproximadamente a las 17 horas, con la presencia del gobernador de la provincia, Dr. Molinas, sus ministros y autoridades locales, civiles, militares y nacionales, y de un público numeroso que aumenta a cada momento”, publicó el vespertino sobre el cierre de la edición de ese mismo lunes.
“El espectáculo es hermoso e impresionante. Simultáneamente vuelan varios aviones realizando pruebas arriesgadas que una multitud enorme contempla desde la playa y las barrancas de Guadalupe”, se floreó la crónica del vespertino. No quedaban dudas, la ciudad vivía una jornada histórica.
La nota cerraba con más loas para el show. “El espectáculo es grande y emocionante, como nunca se ha presenciado otro en Santa Fe”.
En el artículo publicado en la previa del espectáculo, El Litoral dio cuenta de quienes serían los protagonistas de las acrobacias.
“Como elementos que se destacan en la aviación nacional, estarán presentes: el señor Juan Alfieri, ganador del circuito de las catorce provincias en 1932, la prueba más importante que se ha realizado en la República”, comentó el diario.
Y agregó: “I. Lardizábal, piloto ya avezado que el público tendrá la oportunidad de apreciar en sus vuelos de acrobacia. H. Abot, cuya pasión por la aviación es larga, y conocida. Juan Tamburini, presidente del Círculo de Aviación de Rosario, quien con el director de la Aeronáutica Civil, señor Méndez Goncálvez, son los verdaderos propulsores de la aviación en la Argentina”, seguía la publicación.
El artículo además destacó la participación de “Marcelo Rasse, a quien se debe, en gran parte, el adelanto alcanzado por el Círculo de Aviación de Rosario, del cual es tesorero. Se hallará presente también el aviador Martín, hermano del rosarino secuestrado. La escuadrilla de caza de la base aérea militar de Paraná, al mando de su jefe interino, realizará pruebas de bombardeo”.
El paso del asombroso festival dejó todo tipo de apostillas en la opinión pública santafesina. En las páginas de El Litoral se escribieron unas líneas sobre las reacciones del público con una semblanza de estilo poético, reflejo de cómo se escribía en el periodismo de aquellos tiempos.
“Hombres, mujeres y niños, alto la cabeza, seguían por el cielo grisáceo las evoluciones de los aparatos. Muchos, intrépidos, quisieron saborear el placer desconocido del vuelo. Con un poco de valor y otro poco de temor, con cierta audacia miedosa, se instalaban en los aviones para salir al encuentro de una emoción inédita”, describió el vespertino”.
Otro fragmento del artículo rezaba: “En este sentido se destacaban las mujeres. Quienes estuvieron ayer en Guadalupe han podido observar el hecho. Por cada hombre dispuesto a volar se presentaron cinco mujeres para intentar la misma pequeña aventura. En la mujer la curiosidad puede más que la prudencia; la curiosidad conduce a la mujer hasta el heroísmo”.
¿Mito o realidad?
Hay quienes dicen que aprovechando el bajo caudal de agua en la Setúbal, un avión pasó por debajo del Puente Colgante. Tal afirmación no pudo ser comprobada por falta de pruebas fotográficas, fílmicas o de crónicas de los diarios de la época.
Sin embargo, hay elementos que hubiesen permitido (o permitieron) que tal proeza se produzca. Por un lado, en aquellos días el río Paraná estaba atravesando un fenómeno de aguas bajas. Por otro lado, las características de los aviones que llegaron a Santa Fe y de quienes los pilotearon.
Así las cosas, sólo queda inferir que semejante acrobacia pudo haber quedado en el imaginario popular y divulgado por el boca en boca. O simplemente ser una leyenda urbana.