Domingo 25.12.2022
/Última actualización 14:33
La bajante histórica del río Paraná que se vivió en la región desde 2020 hasta hace unos meses dejó, además se serias consecuencias ambientales, impactantes imágenes poco vistas en las últimas décadas del entorno ribereño. Se secaron arroyitos y lagunas y la retirada del agua trastocó el paisaje.
La contracara de lo anterior, ocurrió varias veces en Santa Fe y zona. Inundaciones como la de 1905, 1966 o 1983, ocasionaron severos inconvenientes para la ciudad capital y localidades cercanas. Particularmente, en el ‘83 con un río Paraná por encima de los siete metros en el puerto santafesino, se vivieron situaciones catastróficas.
El Litoral cubrió los acontecimientos de cercaPara junio de ese año, El Litoral daba cuenta que la presión del agua, filtraciones y saturación de los suelos, provocaron socavones y deslizamientos. Así lo reflejó el jueves 16 del citado mes: “Alrededor de las 16.30 (del día anterior) y sobre la calzada baja de acceso a la costanera, en la zona del distribuidor Nicasio Oroño, sobre la laguna Setúbal, en las inmediaciones del obrador de la Estación Elevadora Central de Líquidos Cloacales, se produjo un hundimiento de la calzada, que abarca el ancho de una mano por unos 16 metros. de largo, de profundidad variable. El socavón, si bien no ocasiona inconvenientes al tránsito ya que el mismo estaba vedado desde hace varios días, provoca una marcada preocupación entre las autoridades”.
En opinión de los expertos consultados por el vespertino por aquellos días, no sería ni el primer ni último hundimiento sobre la calzada de la Costanera. Tenían razón.
El agua presionaba sobre la costa y socavó el paseo. Agua en la costanera
Días más tarde, el agua de la Setúbal comenzó a ingresar a la Costanera y quedó estacionada a pocos metros de las casas de barrio Siete Jefes. El miércoles 6 de julio del ‘83 El Litoral ponía en sus páginas una fotografía aérea de la antigua costanera.
El Litoral daba cuenta de los problemas que ocasionaba la creciente. “Las dos calzadas, como puede apreciarse en la nota gráfica, han sido cubiertas por las aguas, provocando graves problemas a los vecinos del sector”, explicaba el vespertino en la descripción de la imagen.
La Setúbal "invadió" la costanera en el '83. La situación fue verdaderamente grave. Los mayores inconvenientes se registraron en Colastiné Norte, la Ruta Nacional 168 cuyas defensas fueron superadas por el oleaje. También hubo problemas en Alto Verde, un sector de barrio Guadalupe y lo mencionado en la costanera.
Un par de días después, las autoridades de aquel entonces definieron “volar” la RN 168 para liberar el paso del agua. El 10 de julio de 1983, El Litoral explicó: “Las cargas que se hicieron explotar fueron colocadas entre los puentes 3 y 4, escuchandose los estampidos en toda la ciudad. Las voladuras se registraron en la tarde. Complementando los efectos de los explosivos fue utilizada una poderosa retroexcavadora que empezó a retirar tierra y restos de la calzada. Esta mañana la abertura en dicha carretera tenía una extensión de 35 a 40 metros y continuaban los trabajos a cargo de la unidad referida para llevarla a los 50 metros”.
La Ruta 168 fue muy afectada por la inundación. Hubo cortes, voladuras y defensas que no resistieron.Septiembre negro
Lejos de solucionarse, los problemas surgidos por la feroz crecida del Paraná siguieron en septiembre. Incluso empeoraron. El agua no dio tregua y provocó más destrozos, llevándose consigo una de las obras más emblemáticas de la historia de la ciudad de Santa Fe; el Puente Colgante.
Una semana antes de la caída del puente, se produjo un preludio, una especie de aviso. Durante la siesta del 21 de septiembre, se derrumbó un tramo de aproximadamente 35 metros del murallón superior de la avenida costanera Siete Jefes. Al respecto, El Litoral informó que ese hundimiento “arrastró al cantero del coronamiento y más del 50 % de la vereda del lugar, en el sector ubicado entre Río de Janeiro y Domingo Silva. En ese trecho el agua había erosionado el talud exterior de tierra y así fue arrastrando el material de relleno por debajo del murallón y vereda. En el sitio afectado ha quedado un profundo socavón que hace presumir el riesgo de un nuevo desmoronamiento o la extensión del que se produjo hoy”.
En septiembre otro derrumbe anticipaba la caída del emblema santafesino. La peor de las imágenes llegaría el 28 de septiembre. “Exactamente a las 16.30, cuando la presente edición estaba a punto de entrar en máquina. El puente Colgante se desplomó. Era uno de los riesgos que trajo consigo la inundación que asoló a la ciudad de Santa Fe y a la zona de influencia, durante tiempo prolongado”, describió El Litoral esa trágica tarde.
La crónica informativa daba cuenta que: “El viejo puente, todo un símbolo, se desplomó en su estructura, o columna del sector este (El Pozo), en tanto que corría igual riesgo la columna del sector oeste. Cabe destacar que a través del puente corría la tubería del agua que llegaba desde Colastiné hasta la planta potabilizadora de Obras Sanitarias, en barrio Candioti”.
El título que pasó a la historia. El Colgante cedió ante la presión del agua. A 55 años de su inauguración, cayó al río.“En pocos minutos, y tras difundirse la noticia, fue llegando al lugar gran cantidad de personas, en tanto que las autoridades policiales y de la Prefectura Naval adoptaban las primeras providencias, impidiendo que los curiosos pudieran correr algún riesgo en su afán de ganar metros sobre la derruida masa inerte a los efectos de observar desde cerca las consecuencias del derrumbe. También se procedió a interrumpir el paso por el puente contiguo, el cual, no obstante, no sufrió ningún daño ni, aparentemente, corre riesgos en esta emergencia”, completaba el vespertino.
El puente quedó "a medias" hasta el 2002 que finalizaron las obras para repararlo.