Nicolás Loyarte
[email protected]
@nicoloyarte
Su madre había arribado desde San Javier para dar a luz, pero no llegó al hospital.
Nicolás Loyarte
[email protected]
@nicoloyarte
El lunes pasado, Leo juntó billete sobre billete para pagarle el boleto de colectivo desde San Javier a nuestra ciudad a Natalia, su compañera y madre de sus seis hijos, que ya sentía contracciones y estaba a punto de dar a luz. Pero no le alcanzó el dinero, y ella perdió el colectivo que salió al mediodía.
Ante la desesperación, Leo salió urgente casa por casa a cobrarle algunas deudas a los clientes de su precario taller de bicicletas que montó en la también precaria vivienda que ocupan en el barrio Santa Teresita de la localidad costera. Necesitaba juntar los 190 pesos que debía pagar Natalia para viajar a Santa Fe y llegar así al hospital José María Cullen para dar a luz.
Leo regresó de inmediato con el dinero y le dijo a Natalia: “Andá, tomate el colectivo de las 14, yo me quedo cuidando a los chicos; dale, andá”.
Natalia cargó lo poco que tenía en una mochila y salió de inmediato a tomar el colectivo. La noche anterior no había podido conciliar el sueño debido a los dolores y sentía que su beba ya venía. Los médicos le habían dado fecha de parto para el 21 de marzo. Pero al parecer la pequeña Mia Milagros no quiso perderse su primer Día de la Mujer, que fue ayer.
Horas dramáticas
Durante el viaje a Santa Fe Natalia caminaba por los pasillos del colectivo sin parar. Sentía las contracciones y no daba más del dolor. El micro paraba en cada una de las localidades de la costa y en Santa Rosa de Calchines ella supo que era cuestión de minutos.
Desde su humilde timidez no se animaba a decirle al chofer lo que le pasaba. Tampoco se lo transmitió a los demás pasajeros. Así realizó ese viaje que pareció infinito hasta que a las 17 llegó a la Terminal de Ómnibus Manuel Belgrano de nuestra ciudad.
En su intimidad Natalia sabía que no llegaría al Cullen. Entonces luchó contra su vergüenza y se animó a pedirle a una señora que le lleve los bolsos. Fue primero al baño y probó puerta tras puerta de los sanitarios pero se encontró que estaba todo ocupado. Cuando se abrió una puerta entró rápido, se sentó en un inodoro, y nada.
Al salir de nuevo al espacio común del baño se topó con su prima, Mercedes Cisnero (por respeto la trata de usted y le dice tía), a la que le había avisado por teléfono lo que pasaba, mientras viajaba a nuestra ciudad, y ella acudió a asistirla desde su casa, en barrio Luján, de Santo Tomé. Mientras tanto los empleados habían llamado a los servicios de emergencias.
El nacimiento
“Ya no sabía qué hacer de los dolores y sentí que algo se me venía, entonces atiné a bajarme los pantalones y ¡zas!”, relató más tranquila esta mañana Natalia, sentada en la cama de una de las habitaciones de la Maternidad del Cullen con su beba en brazos. Su nombre completo es Silvia Natalia Gómez, de 32 años, a la que llaman Natalia y tuvo a Mia Milagros el lunes por la tarde en el baño de la Terminal de Ómnibus.
“No hice fuerza ni nada. Parada nomás, la largué sola”, contó Natalia. “Asomó la cabecita y la alcancé a agarrar”, continuó. “Entonces se me resbaló para atrás y la agarró ella”, describió señalando a su tía Mercedes.
“No tenía ni una toalla, así que puse las manos y la agarré”, agregó en el relato Mercedes. “Ni bien salió, lloró; fue genial”, intervino la madre. Madre e hija permanecieron unidas por el cordón umbilical durante unos minutos que parecieron una eternidad hasta que llegaron los médicos de emergencias y condujeron el resto del parto con normalidad.
Primero fue uno de los trabajadores del Cobem —que tiene base en la Terminal— el que la atendió y les confesó que no es el primer bebé que nace en estas condiciones. Luego la trasladaron al Cullen, donde permanece internada desde el lunes y se quedará al menos hasta el viernes, por inconvenientes respiratorios menores que sufre la mamá.
La novedad
“No te puedo creer, ¡no llegaste!”, le dijo el papá, Leo Boxler, del otro lado de la línea telefónica desde San Javier, cuando ella, más tranquila, lo llamó desde el hospital para contarle la milagrosa odisea (por eso le agregó el segundo nombre). “La tuve en la terminal”, le contó luego a los cinco hermanitos de 14, 12, 9, 6 y 3 años, que esperan ahora conocer a Mia.
Los niños de la familia Boxler se emparejaron: son tres nenas y tres nenes. Ellos viven en una precaria vivienda del barrio Santa Teresita y, como quedó evidenciado en este relato, cuentan con escasos recursos. “Apenas juntamos algunas cositas para que empiecen la escuela”, contó esta mañana Natalia en el hospital. “Mi marido hace changas y tiene el taller de bicicletas, pero no nos alcanza”, agregó.
Natalia dijo que no recibe ninguna asistencia social ni ayuda del Estado. Entre embarazo y embarazo de sus seis hijos trabajó como empleada doméstica y niñera. Pero ahora debe atender las demandas de su hogar. “Tenía la Asignación (Universal por Hijo) pero me la sacaron, porque mi marido cobra una pensión de la Ley 5110 desde los 8 años, porque es diabético y enfermo del corazón, entonces a mí no me dan nada —contó—, nosotros no estamos casados”, describió como inexplicable explicación.
“Ellos están pasando una situación malísima. ¿Qué necesitan?... ¿qué no necesitan?, es la pregunta: necesitan de todo, porque viven en una situación muy precaria”, acotó Mercedes. Esta tía que fue testigo del parto de Mia y tomó la primera fotografía en la Terminal para registrar el momento pide que ayuden a la familia.
Los Boxler habitan en San Javier una humilde vivienda que recibieron como donación, frente al cuartel de Bomberos Voluntarios en el que Leo supo donar sus horas al servicio de su gente. Cuentan con una habitación en la que duermen los ocho integrantes de la familia y tienen otro ambiente con la cocina y el taller. Por ello “los chicos viven jugando en la calle y la casa se cae a pedazos”, describió con amargura Mercedes. Allí viajará en breve Mia Milagros, a la que sus hermanitos y su padre esperan conocer.
Para ayudar a Mía Milagros y su familia
Para ayudar a la familia Boxler se puede comunicar a los teléfonos de la mamá, Natalia Gómez, al 03405 435087; ó a la tía, Mercedes Cisnero, al 0342 155 122893.