Juan Ignacio Novak - [email protected]
Lento, pero sin pausa, el deterioro avanza sobre el edificio donde funciona el Museo Ferroviario, una situación que sus autoridades vienen advirtiendo desde hace mucho tiempo. La humedad y las filtraciones de agua fueron ganando de a poco espacio en las paredes, los techos y algunos pisos hasta que se hizo necesario retirar más de 20 cuadros -algunos de los cuales se perdieron- y cubrir una maqueta de ferromodelismo con una gruesa cobertura de nylon para que no la perjudique el agua de lluvia que se abre camino a través de las viejas estructuras de yeso.
“El problema es total, acá directamente es un S.O.S”, admitió Mario Gastelo, presidente de la institución. Y tras describir y mostrar en una breve recorrida los severos problemas que acarrea desde hace tiempo la estructura del local ubicado en la esquina de San Luis e Hipólito Yrigoyen, aseguró que “por si fuera poco, empezaron a colapsar los pisos, un problema que no teníamos y que ahora lo vemos, que es debido a lo mismo: la filtración de agua”.
Tras más de tres lustros como integrante de un grupo de personas que sostiene el museo con esfuerzos propios, Gastelo admite con pesar que el problema en el edificio “es cada vez peor”. Al punto que -contó a El Litoral- tanto él como Andrés Andreis (responsable de Relaciones Institucionales de la entidad), “cada vez que llueve, estamos en nuestras casas rezando y a veces hasta nos venimos para ver dónde entró agua, para que no perjudique las fotos”.
La causa de las preocupantes condiciones que presentan las instalaciones del museo -a la que no escapan las del Registro Civil que funciona al lado- obedecen fundamentalmente a la falta de mantenimiento integral. Una iniciativa que excede los escasos recursos que tiene a disposición la comisión directiva. “Te podés imaginar que si esto lo hacemos nosotros a pulmón y tenemos una entrada de 2 pesos para comprar una escoba y un poco de desinfectante, menos podemos pensar en tener un mantenimiento”, resumió Gastelo.
El reclamo de una ayuda para mejorar la situación no es nuevo. Pero hoy la pulseada cotidiana tiene otros contrincantes además de las filtraciones de agua: las palomas que ensucian el solar, los yuyos altos y la mugre que se acumula en las dos veredas. “Los negocios de enfrente, de calle Hipólito Yrigoyen, dejan la basura en la vereda de nuestro museo. Ésa es otra de las cosas que en una oportunidad reclamamos a los inspectores municipales”, reconoció el presidente.
Un pedido que no flaquea
En la búsqueda de alternativas para modificar el preocupante estado del inmueble, las autoridades del Museo ratificaron el pedido a la Municipalidad y a la provincia para que tomen cartas en el asunto. Sobre todo a la luz de lo que ambas administraciones impulsaron en otros espacios emblemáticos de la ciudad, que fueron recuperados y puestos en valor para el aprovechamiento del público. A pesar de las gestiones realizadas, hasta ahora no tuvieron respuestas.
“Parece que no les interesa este tipo de patrimonio. Esto lo venimos pidiendo desde hace muchos años, pero cada vez se agrava más. Entonces, en la desesperación tenemos que buscar los medios para ver si nos escuchan, pero es como si estuvieramos gritando en el desierto”, planteó Gastelo.
Inclusive, planteó que una de las opciones que verían viables es que se puedan trasladar los elementos a un entorno donde estén mejor conservados, como la Estación Belgrano. “Si el gobierno provincial o la Municipalidad no están en condiciones de hacer una erogación como la que necesita este edificio, por lo menos que nos den parte de la Estación Belgrano para que este museo pueda salvar sus bienes culturales”, solicitó el titular del espacio.
La síntesis es que si no se actúa con celeridad, quedará expuesto todo un patrimonio que contiene un valor histórico muy importante. “Si esto se pierde va a ser imposible que las generaciones futuras puedan conocer la historia del ferrocarril en Santa Fe capital y tengan idea de cuál fue el medio de transporte que le permitió despegar a toda la zona de influencia”, concluyó Mario Gastelo.