Este viernes se realizó en Santa Fe la segunda edición consecutiva (la séptima en el país) de esta actividad nacida en Francia, que en el país organizan el Institut Français d’Argentine – Embajada de Francia, la Coordinación de Alianzas Francesas de la Argentina y la Fundación Medifé, junto a los gobiernos locales. Este año la consigna fue “¿Más?”, y contó con la participación de reputados urbanistas y académicos que reflexionaron sobre la construcción de ciudadanía. Hubo diversas actividades culturales y gastronómicas, y contó con un gran cierre a cargo de Nicolás Sorín y su versión personal del Octeto Electrónico de Astor Piazzolla.
Música en la explanada de la Estación Belgrano para coronar la noche. Crédito: Pablo Aguirre
Minutos después de las 18.30 del viernes 31 de marzo, con la presencia de autoridades provinciales, municipales y de las instituciones organizadoras, se realizó en la plaza Pueyrredón el acto de apertura de La Noche de las Ideas. Se trata de una iniciativa nacida en Francia y organizada por séptimo año consecutivo en el país por el Institut Français d’Argentine - Embajada de Francia, la Coordinación de Alianzas Francesas de la Argentina y la Fundación Medifé, junto a los gobiernos locales. Este año la consigna fue “¿Más?”, y contó con la participación de reputados urbanistas y académicos que reflexionaron sobre la construcción de ciudadanía.
Las palabras de apertura estuvieron a cargo de Daniela Gutiérrez, gerente general de Fundación Medifé; Céline Giusti, primera consejera de la Embajada; y finalmente del intendente Emilio Jatón. A continuación, Mariano Granato (secretario General de la Municipalidad de Santa Fe) presentó a Alejandro Katz, analista y ensayista político y cultural (quien repitió apertura de la jornada, aunque el año pasado debió realizar su conferencia virtualmente, por haber dado positivo de Covid-19 días antes de viajar).
"Hemos evitado el contacto con el diferente. La humanidad dejó de ser un rasgo en común. Somos individuos en un sistema de producción", reflexionó Katz. “Olvidamos la ciudad como polis, donde se comparte entre iguales”, comentó, defendiendo la posibilidad de una “ciudad caminable”, menos centrada en la lógica del desplazamiento automotor.
Habló de los 450 años de la ciudad y de los 40 años de democracia como un momento para pararse y repensar cómo pensar un futuro mejor, y de cómo los Estados municipales pueden ser claves a la hora de construir ciudadanía.
Los vecinos dijeron presente en la actividad desarrollada sobre bulevar Gálvez. Crédito: Pablo Aguirre
Tiempo compartido
El siguiente panel (en la misma plaza) fue moderado por el secretario de Educación y Cultura del Municipio, Paulo Ricci, y llevó por título “El juego como descubrimiento”. Mediante juegos con el público, el biólogo y difusor científico Diego Golombek demostró cómo se modifican los logros y el conocimiento a partir de la interacción con el otro, en una forma de “sabiduría de masas”: ser “más” al ponerse de acuerdo. “El error grupal es igual al error individual menos la diversidad”, postuló como fórmula, afirmando que “el todo es diferente a la suma de las partes”.
Por su parte, la ex ministra María de los Ángeles “Chiqui” González retomó en su deriva semántica aquello que los niños no escolarizados pueden enseñarnos: el habitar un presente constante que se conecta con el “tiempo kairós, que perdemos sin rebelarnos: es el tiempo comunitario en el que perdés la noción del tiempo; cuando se nos hacen las seis de la mañana y tenemos que abrir la oficina a las 8.30”. En su visión, la acción y la contemplación no son opuestos, y citó a Tato Pavlovsky al decir: "No se puede jugar a medias: si se juega, se juega a fondo". "Los niños tienen imágenes internas, no conceptos, trafican palabras sin entender la metáfora".
A continuación, Marcos López y Querelle Delage invitaron a la esquina de la estación de servicio, donde un camión de venta de plumeros y baldes plásticos fue la base de la performance poética “Propaladora Figueroa”: la voz de la poeta Estela Figueroa (fallecida el 11 de agosto de 2022) salió por los altavoces del camión, recitando varios de sus textos. La invitación también fue hacia la muestra “Mboyeré”, que López curó en el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional del Litoral (a media cuadra de allí).
Piezas ubicadas en la vereda llamaron la atención del público. Crédito: Pablo Aguirre
Fronteras ciudadanas
El cantero central de bulevar Gálvez en su intersección con Lavalle fue la sede del siguiente encuentro. Moderado por Javier Mendiondo, secretario de Desarrollo Urbano de la Municipalidad, llevó por título “¿Es posible vivir (+) juntos?”, y contó con la presencia de los urbanistas (matemático y socióloga por formación) Carlos Moreno y Eleonora Elguezábal: colombiano y argentina, ambos se radicaron en Francia, donde han ejercido diferentes funciones. En el caso de Moreno, como parte de la gestión de la alcaldesa socialista de París, la francoespañola Ana Hidalgo.
Elguezabal habló de los usos distintos del espacio de las ciudades, que suelen ser vistas como residenciales: “La segregación se entiende como residencial: quién vive en cada lugar”. El emblema de las ciudades fragmentadas es Los Ángeles, “pero se la mira de noche, dónde dormimos”. Al comparar el mapa diurno, dónde se trabaja, no es el mismo dibujo. “Me parece interesante pensar la ciudad como espacio de trabajo y otros usos”: las zonas residenciales como espacio de trabajo en la economía de servicios. También quiso correrse de “la ciudad de los 15 minutos”, de la que suele hablar Moreno, para llevarlo al “territorio de la media hora”.
Moreno devolvió gentileza y retomó el concepto de “Fronteras urbanas”, una de las obras de Eleonora: “A la espacialidad es indispensable comprenderla no como geometría sino como sociabilidad". “Estamos hablando de buen vivir (‘sumak kawsay’, en quechua), de calidad de vida. Somos esclavos de un modelo de vida en que la frontera urbana es la frontera funcional", en el que el trabajo y la escuela están lejos. Pero algunos están más lejos: los sectores marginados de Buenos Aires, por ejemplo; aquellos que de las villas tienen que viajar dos horas porque trabajan en limpieza en el norte, algo que describió como “inhumanidad”. Y destacó el culto al auto, al vehículo individual no solo como comodidad sino como emblema del estatus social.
Recordó las luchas por el “derecho al alojamiento” en América Latina, pero cómo eso muta en su inspirador, Henri Lefebvre (creador del concepto de "derecho a la ciudad”): “Vivir en la ciudad no es alojarse: es salud, educación, actividades que dignifiquen”. Retomando el guante arrojado por su compañera de panel, habló de “Reinventar territorialidad en los pueblos rurales”, poniéndolos en red en territorios de (más o menos) media hora, donde se compartan el centro deportivo, el centro cultural u otros espacios. También abordó la concepción que se sostiene desde la alcaldía parisina, en la que el comercio de cercanía tiene una función social, como contracara del click a un delivery.
Mendiondo citó a Luis Alberto Romero (“la ciudad física está detrás del sistema de ideas que la crea”) e indagó a Elguezábal sobre “las nuevas torres country”: “Bulevar está perdido”, confesó como imagen que aparece en los debates de los equipos municipales. La académica afirmó que no son tan nuevas, que vienen de la división de la ciudad entre ganadores y perdedores del sistema en los 90 (al decir de Maristella Svampa). “El country y la torre son una utopía para sus habitantes, hay un sueño de proximidad”; pero hay gente que entra a trabajar y no es un contexto amable para ellos. “¿Qué orden social hay detrás de los espacios?”, meditó, afirmando que la seguridad los controla a ellos, más que prevenir ladrones del exterior.
Ante la consulta de Mendiondo, Moreno puso ejemplos de experiencias en diferentes contextos, desde la alcaldía de Pusan, en Corea del Sur, que se convirtió en biblioteca, lugar de múltiples usos para “dar el ejemplo” (contando con un “Departamento de los 15 minutos”) a experiencias de pueblos en red en Polonia y la “Escocia de 20 minutos” como nueva forma de vivir. O la Milán de Giuseppe Sala, y proyectos en Túnez y en el “barrio del Papa” en Buenos Aires, a partir de la superación que la división de la autopista ("cicatrices de la dictadura") que divide al Bajo Flores y genera segregación social.
Buena respuesta del público que acompañó la actividad. Crédito: Pablo Aguirre
Trascender los conflictos
El último diálogo llevó por título “¿Es posible imaginar un futuro mejor?”, en el que Jorge Pérez Jaramillo, responsable del desarrollo urbanístico de Medellín (Colombia) fue entrevistado por Jatón, haciendo gala el intendente de las dotes de entrevistador de sus mejores años televisivos.
Jaramillo explicó que Latinoamérica es esencialmente urbana, con un sueño de propiedad, pero esas opciones de vivienda social están generalmente en la periferia y niegan el derecho a la ciudad, generando segregación. Remarcó la importancia de la cercanía a puestos de trabajo, y se sinceró: “Me gustan los carros y conducir con velocidad. Pero en la planificación urbana el objetivo no es el automóvil sino la vida”, y recordó que el ex alcalde de su ciudad (y actual gobernador de Antioquia), Aníbal Gaviria, hablaba de “una ciudad para la vida”, saliendo de los duros tiempos del Cartel de Pablo Escobar.
Jatón dijo que tanto su interlocutor como el precedente Moreno “parecen reflejar un mundo ideal, sin conflictos. ¿Cómo desarmamos los conflictos?”, interrogó. “La crisis en Medellín fue la oportunidad de trascender, de la mano de la nueva democracia participación ciudadana. Todavía es una sociedad precaria, no resolvió todo, pero es una ciudad viable, con una economía distinta”.
Defendió el foro CGLU (Ciudades y Gobiernos Locales Unidos), mostrando que “las figuras más importantes son los gobiernos locales” en temas como el cambio climático. Por el contrario, “es más difícil que el presidente de la Nación se entere de lo que pase en un vecindario”, y pueda intervenir.
El intendente sostuvo que el desafío del gobernante es equilibrar y preguntó por dónde empezar. La respuesta enumeró concetos como racionalidad, construcción de derechos, mínimos garantizados. “En Colombia hay territorios que producen agua y no tienen agua potable (...) Sin importar el partido, hay que pensar que la persona tiene derecho al agua y el aire limpio y hay que llegar a arreglos (...) Lo que plantea Carlos (Moreno) no es discusión de urbanistas, sino política y humanista”.
“¿Las sociedades quieren llegar a acuerdos?”, inquirió el titular del DEM. “Amamos la coexistencia. La ciudad es el ecosistema creador de lo más grande que ha producido la humanidad; pero hay relatos que venden una noción de que es mejor vivir es la exclusión y la segregación. En Medellín encerrarse no fue la solución; si lo fue la vida pública, el espacio público, integrarse”. Y que “construir ciudadanía” se pudo hacer entregando instrumentos musicales, o apoyando el Festival Internacional de Poesía. “Va más allá de la gestión de residuos o el transporte”.
Pérez Jaramillo, responsable del desarrollo urbanístico de Medellín junto al intendente santafesino. Crédito: Pablo Aguirre
Viaje sonoro
Como cierre, pasadas las 22, en la explanada de la Estación Belgrano (bulevar Gálvez 1150) hubo un cierre con música en vivo a cargo del Octeto Electrónico Piazzolla, dirigido por Nicolás Sorín. Se trata de un homenaje a la formación que Astor Piazzolla encabezó durante el concierto del Olympia de París en 1977, que fuera polémica en su tiempo, y que el compositor, arreglador y frontman de Octafonic reactualiza con sus búsquedas personales.
Lo hizo bajo una fresca demasiado otoñal, de la mano de un grupo de destacadísimos músicos: la celebrada Noelia Sinkunas en piano, Nana Arguen en guitarra eléctrica, el carismático Rodrigo Gómez en batería (de pollera blanca), Marcos Cabezaz en Tinchofón (instrumento electrónico de la familia de las placas), Joaquín Fridman en bajo, Pablo La Porta en percusión, Santiago Polimeni en bandoneón y el propio Sorín en dirección y sintetizadores. Con este equipo repasó aquel material, con obras como “Libertango” (en una versión con un groove impensado), “Meditango”, “Zita”, “Adiós Nonino” (en una extensa versión, que fue del excursus pianístico vanguardista de Sinkunas a la cumbia, el funk y los quiebres ralentados “octafonísticos”); cerrando con una personalisima y “viajada” interpretación de “Violentango”.
Así se dio por terminado un encuentro en el que se intentó que la propia ocupación de la calle desafíe (al menos por un rato) los mandatos establecidos... y el enojo de algún automovilista privado del Bulevar por algunas horas.
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