Nicolás Loyarte
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Loyola Sur, Los Troncos, Acería y Scarafía son algunos de los barrios.
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A metros de donde en la siesta del domingo pasado se produjo el tiroteo que terminó con una beba de dos meses herida con perdigones, por Carranza al 8300 de barrio Loyola Sur, todavía hay huellas de la violencia urbana. En otra vivienda ubicada en esa cuadra de barro intransitable hay una persiana plástica que fue acribillada a balazos “el día que fueron a buscar a uno”, dicen los vecinos.
El suceso en cuestión ocurrió hace años pero todos lo tienen bien presente. Los orificios de balas todavía están en la persiana que nunca fue reparada. Las balas mandan en las calles de barrio Loyola Sur, como en los barrios vecinos, y lo más preocupante es que muchos parecieran haberse acostumbrado a ello.
“Cuando acribillaron esta casa estaba la familia adentro, con criaturas —cuenta Juan Chávez señalando la persiana—. Yo no sé cómo no mataron a uno”, agrega este vecino que vive en la casa de al lado y el domingo pasado debió guarecerse junto a su familia cuando comenzaron otra vez los tiros.
Postergación
El lugar es Carranza entre Guevara y Pauke, a una cuadra de su intersección con Gorriti, donde balearon con perdigones a una beba de dos meses y a un hombre de 23 años el domingo, durante un procedimiento policial en el que además secuestraron un arma de fuego calibre 38, con cinco cartuchos percutados.
“Vivir acá es medio complicado, porque de lo bien que uno está acá sentado mateando no sabés si tenés que rajar, porque siempre empiezan a los tiros”, cuenta Chávez, y reflexiona en voz alta: “Dicen que las armas se terminaron, pero parece que continúan”.
Por la zona pasan camiones de basura y de la Municipalidad, con operarios que levantan ramas y escombros, este lunes por la mañana. Pasan como pueden porque las calles parecen dinamitadas por los pozos y tienen charcos. Y las veredas de tierra y yuyos tienen zanjas a cielo abierto de las que emana el olor a podrido entremezclado con el perfume a jabón de lavar ropa.
“El barrio se complicó”
“Esto va a terminar mal”, sentencia el vecino con las manos cruzadas por la espalda, mientras mira de lejos entre las ramas de los sauces a los familiares de la beba baleada, a una cuadra de distancia de su casa. “Yo estaba en la terraza cuando escuché los tiros”, relata, y luego dice que se tuvo que esconder, “como siempre”.
Consultado sobre si la violencia gobernó siempre las calles de Loyola Sur, Chávez responde: “Yo soy uno de los primeros que llegó al barrio, ni las calles estaban demarcadas cuando llegué”, pero “esto cambió en los últimos años, y el barrio se complicó”.
Pero el problema no es sólo en Loyola Sur sino también en los barrios vecinos, como Acería, Los Troncos y Scarafía, donde anoche durante un suceso que se investiga ejecutaron con un tiro en la cabeza a una mujer de 41 años.