De zanjón a cielo abierto a un gran bulevar, cómo quedó el Camino Viejo a Esperanza
Se completó la primera parte de la obra en Menchaca, entre Gorriti y Larrea. Los vecinos valoraron el cambio superlativo que trajo el entubado del desagüe, que en los días de lluvias era una pesadilla. La licitación para la segunda etapa estaba prevista para el 13 de julio, pero fue postergada por la incertidumbre económica.
El primer tramo de 800 metros se terminó. El nuevo bulevar cuenta con un cantero central de siete metros, que incluye ciclovía y vereda peatonal. Foto: Mauricio Garin
Hacia el noroeste de la ciudad de Santa Fe el crecimiento demográfico hizo que los barrios populosos se consoliden con el tiempo. Sin embargo, la infraestructura civil quedó atrasada respecto a esta expansión y las demandas sociales todavía van por delante. Uno de los sectores postergados de este punto álgido de la capital es el Camino Viejo a Esperanza, un corredor vial que tuvo su tiempo de esplendor hasta que la actual Circunvalación Oeste dejó de darle vida al histórico camino provincial.
Por Gobernador Menchaca -calle que nace cercana al mercado de abasto y va hasta el hipódromo- entre Gorriti y Estado de Israel, cruza un gran zanjón de unos 2.600 metros, que desagota sus líquidos al reservorio que está detrás del hipódromo de Las Flores.
Previo a su intervención, el zanjón generaba innumerables complicaciones a los vecinos de la zona. Foto: Archivo / Mauricio Garin
Ahora, tras una importante intervención, algunos problemas fueron resolviéndose. Los trabajos consistieron en la construcción de un bulevar sobre calle Menchaca entre Gorriti y Larrea (unos 800 metros). El Litoral recorrió el lugar y dialogó con vecinos para conocer sus sensaciones tras esta transformación.
Liliana Benítez pertenece a la vecinal de Loyola Sur y reconoció los cambios que se generaron en el barrio tras la intervención en el lugar. "Hace más de 30 años que vivo en el barrio y esto es un avance increíble. Si bien necesitamos mucho más, este nuevo bulevar, el arreglo de Beruti y los ingresos a los barrios, nos parece una obra magnífica", indicó la vecina.
Solución hídrica
Previo al entubado del zanjón, los días de lluvia el agua se desbordaba y no solo inundaban las calles aledañas, sino también las casas vecinas, convertían al Camino Viejo en una laguna. María vive sobre calle Menchaca hace 27 años y cada vez que llovía sabía que el agua podía convertirse en un problema. "Cuando llovía la ambulancia y la policía no podían entrar. Nunca pensé que el zanjón se iba a tapar", reconoció la vecina.
Benítez se refirió a las materias pendientes que quedan en estos barrios del noroeste: "Queda la obra de Gorritti, esperamos que se concluya como este bulevar. Las calles de Loyola Sur la mayoría son de tierra, necesitamos que el avance llegue hasta allá".
Walter, quien atiende su despensa, vive a metros del bulevar Menchaca. "Estamos sorprendidos con la obra porque esta era una zona que estaba olvidada, dejada de lado", destacó y valoró que este cambio de fisonomía del entorno le trajo beneficios a su negocio, ya que los clientes llegan con mejor accesibilidad, incluso los días de lluvia.
Al ser consultado acerca de temas relacionados a la seguridad del barrio, indicó que "la Policía está constantemente, antes era un poco más riesgoso". Sin embargo, de Larrea y Menchaca hacia el oeste, aún el gran zanjón aloja toneladas de residuos que generan los propios vecinos de la zona. Sobre esto, el almacenero mencionó que "mucha gente no cuida y tira los residuos en la calle, utiliza el zanjón como un lugar para depositar su basura. Ojalá esto vaya cambiando, pero es algo que depende de la gente, no de quienes nos gobiernan".
"Es una transformación social"
"Para mí no solo es una transformación física, es una transformación social", resaltó el intendente Emilio Jatón, quien recorrió la obra junto a un equipo periodístico de este medio, y agregó que "si había un objetivo que nosotros queríamos era que el piso de los santafesinos esté lo más parecido posible y esto es poner en un piso alto a esta gente que hace 50 años vive en este lugar".
El tramo del zanjón, que aún no fue intervenido, muestra a las claras las toneladas de basura que depositan los vecinos. La necesidad de su saneamiento es imperiosa. Foto: Fernando Nicola
En la zona se intervinieron 700 metros con un cantero central de siete metros, que incluye ciclovía y vereda peatonal. Respecto a la iluminación urbana, se colocaron 48 columnas y 72 artefactos tipo LED sobre el cantero central.
El desagüe pluvial consistió en la ejecución de dos colectores: uno secundario en Camino Viejo a Esperanza para la cuenca Gorriti y un desagüe pluvial en la cuenca Flores. "Más del 60% de los desagües pluviales vienen al Camino Viejo a Esperanza, por eso con esta obra estamos haciendo más sustentable a la ciudad", remarcó Jatón.
Silvina Serra, secretaria de Infraestructura y Asuntos Hídricos de la Municipalidad, también se refirió a la obra ejecutada en esta primera etapa y recordó cómo estaba el lugar antes de empezar a intervenirlo: "Eran las calles cortadas, con desbordes cloacales, el zanjón lleno de basura. Ver esto ahora nos genera mucha emoción, el antes y el después es muy fuerte en este lugar".
Integración
La obra, que se inscribe en el Plan Integrar, alcanza a vecinos de los barrios 20 de Junio, Santo Domingo, Juana Azurduy, Juventud del Norte y Loyola Sur, y son los beneficiados en esta primera etapa.
Mariano Granato, secretario General del municipio, analizó que "el noroeste es uno de los distritos más desabastecido de infraestructura, de políticas sociales y participación de la ciudadanía. Por eso en la planificación del Plan Integrar se incluyó este sector de la ciudad. Este plan tiene redes institucionales en todos los barrios que rodean a esta obra de Camino Viejo, donde los vecinos participan y opinan sobre las prioridades de cada barrio".
En esta línea, la intención del gobierno local apunta a corregir la desigualdad y fragmentación social y territorial. "Era una deuda del Estado municipal y nosotros la estamos saldando. Por acá empieza, pero no termina. Hay que abordar la problemática social, aquí la gente tiene que tener su plaza, su lugar donde estudiar, por ejemplo un vecino contaba que para cruzar el zanjón e ir a la escuela, tenían que pasar un puentecito, del cual se cayó varias veces y tenía que llegar a la escuela con el guardapolvo mojado", señaló el intendente.
Demoras para la segunda etapa
La obra para la segunda etapa tuvo su primer llamado a licitación a finales de abril, pero quedó desierta ya que las empresas que presentaron sus ofertas no cumplieron con el aval técnico. Por este motivo, estaba previsto que se vuelva a licitar el 13 de julio.
Sin embargo, en los últimos días, tras la reunión entre la Camarco Santa Fe y funcionarios municipales, se decidió postergar los actos licitatorios por unos 15 días por la falta de precisión en los precios de materiales. "El nivel de incertidumbre es tan grande para la obra pública, que por el contexto nacional complica que las empresas se presenten a las licitaciones", mencionó Granato.
Los trabajos previstos en esta segunda etapa consisten en entubar el desagüe actual, desde Larrea hasta Estado de Israel, para conseguir un superior escurrimiento del agua de excedentes pluviales, lo mismo se ejecutará en el tramo del conducto Risso, que hoy también funciona a cielo abierto. "La obra está muy bien estudiada y el financiamiento está asegurado por el gobierno Nacional, lo que nos deja tranquilidad. Lo que puede pasar es que se demore más el tiempo que teníamos previsto", sostuvo el secretario General.
Con esta intervención, el gobierno local apunta a mejorar la situación hídrica en toda la Cuenca Flores, que tiene una superficie de 887 hectáreas. De este modo se beneficiarían más de 14 mil vecinos de barrio Transporte, Belgrano, Pompeya, San José, Las Flores, 21 de Octubre, San Martín, Scarafía, El Tránsito, Juana Azurduy, Juventud del Norte, Santo Domingo y Las Lomas, que actualmente padecen inconvenientes cuando las lluvias son intensas.
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