Palomas y Santa Fe: una especie y una ciudad que nunca se llevaron bien. Estas aves siempre generaron una grieta entre los ciudadanos, ya que hay un sector que las defiende, mientras que otro lucha contra los problemas que generan.
Varios especialistas destacan el aumento de estas aves en la capital. Sin embargo, difieren en sus análisis y alimentan la grieta de este problema.
Palomas y Santa Fe: una especie y una ciudad que nunca se llevaron bien. Estas aves siempre generaron una grieta entre los ciudadanos, ya que hay un sector que las defiende, mientras que otro lucha contra los problemas que generan.
En la ciudad hay varios capítulos de una historia que tiene a este tipo de ave como protagonista: “El Palomar vallado por presencia de psitacosis”, “narcopalomas intentan ingresar a la cárcel de Coronda”, “la cantidad de enfermedades que provoca el guano”, “superpoblación, descuido y muerte de palomas”, son algunos de los títulos en El Litoral.
Cada párrafo se narra con más intensidad. Y parece ser un relato que va para largo, porque aparentemente las palomas se adueñaron de toda la capital santafesina: “Estamos invadidos por las palomas torcaza”, admitió Osvaldo Gil, veterinario municipal, y explicó que “con la quema de pastizales y el desmonte de campos linderos o localidades cercanas, se está destruyendo su hábitat natural. Por eso, buscan refugio y alimento en la ciudad”.
Por otra parte, el profesional destacó que “hay un descenso de aves en el Palomar por el control de natalidad que se lleva a cabo desde la Municipalidad. Sin embargo, las palomas de los alrededores están invadiendo este punto nuevamente”.
Precisamente, uno de los lugares de aglomeración de las aves es la Plaza Colón, y en el corazón de la misma se encuentra el famoso Palomar. Pero también se puede observar una superpoblación en edificios abandonados, como son el ex Correo Central y el Plaza Ritz. Estos espacios se ubican en el centro de la ciudad, siendo rutas comunes que muchos santafesinos recorren a diario y por eso denuncian la suciedad que provocan estas aves con su excremento.
Específicamente, el “guano” son las heces que producen las palomas y, además de su pestilencia, “generan un daño en las estructuras patrimoniales de la ciudad”, afirmó Luciano Hernández, un importante restaurador santafesino.
El especialista explicó que el excremento “es un conjunto de ácido úrico mezclado con nitrógeno y con fosfatos. A su vez tiene derivados de ácido sulfúrico en pequeñas concentraciones, lo cual en contacto con la cal forma pequeñas partículas de sulfato de calcio, que químicamente es yeso”.
Hernández, sentenció que “la acumulación y daños que causan las palomas con sus heces en los edificios, son irreversibles”, y por lo tanto “se recomienda prevenir este deterioro con redes y pinchos de plástico”.
La polémica se acrecenta cuando entra en discusión el uso de artefactos que puedan lastimar e incluso exterminar a este tipo de aves. “¿Por qué matar?, son seres vivos y sintientes, eso es lo que mucha gente no entiende”, sostuvo Cristina Pagani, quien es veterinaria y trabaja con agrupaciones rescatistas recuperando palomas que son maltratadas para luego liberarlas en la zona de la Costa.
La especialista sostiene que estos métodos “deberían estar prohibidos y los propietarios deberían ser sancionados. Se deberían usar métodos como ultrasonidos y pájaros de plástico que sirven para ahuyentarlas”. Sin embargo, admitió que hay “una superpoblación de palomas” y contó que “hace 15 días liberamos 22 palomas más o menos”.
También Pagani no dejó de resaltar la “psicosis” ciudadana: “Se genera en todos los ámbitos, incluso cuando se denunció a El Palomar, ya que desde la municipalidad afirmaron que tenían psitacosis y luego debieron retractarse”.
Otra de las grandes razones por las que las personas rechazan a las palomas es por las supuestas enfermedades que transmiten. En este sentido, el restaurador Luciano Hernández, sostiene que “el guano puede provocar 73 infecciones distintas, de las cuales hay algunas respiratorias que pueden ser graves”.
A su turno, Osvaldo Gil, veterinario municipal, afirmó que “mientras mayor contacto haya con el ave, más posibilidad de infección hay. Obviamente, estas probabilidades disminuyen en cuanto más sana esté el ave, ya que así no corre riesgo de enfermarse y transmitir enfermedades”.
Sin embargo, para la veterinaria y rescatista Pagani, son pocas las enfermedades que transmiten este tipo de aves: “Es muy escaso el coeficiente de transmisión de enfermedades que puede haber. La mayoría de las palomas muere por falta de higiene y por hambre. Si todos les diéramos un poquito de comer, incluso su excremento sería diferente”.
De este modo, las voces son antagónicas en cuanto a los fundamentos y consecuencias de la superpoblación de estas aves en la ciudad. Pero lo concreto es que el problema existe y es necesario un plan para llegar a una solución en lo inmediato.