Lunes 24.1.2022
/Última actualización 23:43
Gabriel Román (30) y Celeste Dufeck (28) viven en San Lorenzo, un barrio humilde y de casitas bajas. Un día los sorprendió la llegada de la pandemia y recibieron el cachetazo: ambos se quedaron sin sus empleos. Él trabajaba en una quiniela y ella en un local gastronómico como moza. La falta de sustento económico, como le ocurrió a tantas personas con el inicio del ASPO, fue como sentir que se pierde todo. La pareja debió vender varias de las cosas (electrodomésticos) para subsistir a duras penas.
Pero ahora viene la parte de la resiliencia, que más que un valor es una actitud activa y valerosa frente a la adversidad. Decidieron juntos emprender, y como son fanáticos de los perros, ¿por qué no aprender a hacer cuchas para vender, por ejemplo? Así arrancaron: Gabriel buscaba neumáticos viejos para reciclar, Celeste aprendió a coser, ambos a cortar a medida, a pintar, a diseñar. Hace cuatro años que son pareja.
Como la cosa marchaba, se largaron a más: diseñaron carritos ortopédicos para perros. Y cuando se dieron cuenta habían creado un "pet shop". El listado de productos que ofrecen hoy parece interminable: cucha desmontable, cucha polar desmontable con manta, cucha retráctil reversible antiestrés que evita malas posturas; catres para las altas temperaturas desarmables; loneta provenzal de goma espuma.
También, cobertores de asientos de autos impermeables para traslado de mascotas; pecheras pretal para paseos; correas dobles y triples para mascotas que evitan jalones fuertes; correas para perros ciegos; comederos dobles para perros y gatos de acero inoxidable, y hasta ¡rascadores para gatos (evita que el felino rasgue los muebles)!
Así nació una marca y una cuenta en Instagram: @camitas_a_mimir. Las consultas no paraban de llegar. Pasó el tiempo y conclusión: hoy venden todos sus productos a pedido, hechos de forma totalmente artesanal, y viven de eso. Son las revanchas que da la vida.
Gentileza De todo. Se ofrecen cuchas de todo tipo, comedores de acero inoxidable, cobertores de asientos de autos impermeables y hasta camillas para el traslado de mascotas.De todo. Se ofrecen cuchas de todo tipo, comedores de acero inoxidable, cobertores de asientos de autos impermeables y hasta camillas para el traslado de mascotas. Foto: Gentileza
El emprendimiento tiene casi dos años: nació con la declaración de la pandemia mundial. "Habíamos hecho un curso de reciclaje y cuando decidimos que íbamos a emprender, salí a buscar cubiertas de neumáticos viejos. Las cortábamos arriba, le hacíamos un colchoncito y las pintábamos. Fueron las primeras cuchas. Comenzamos a ofrecerlas en Facebook y como era algo nuevo, la gente se enganchó", cuenta el inicio de toda la travesía Gabriel Román, en diálogo con El Litoral.
La pareja tenía una caladora chica y alguien les prestó una máquina de coser. Ahí diseñaron otros modelos de cuchas para perros más chicos. Y en el envión, fueron agregando más cosas. Había manos a la obra, y del otro lado había una demanda, un público cautivo que podía ser una masa de clientes potenciales. Hoy ya pudieron comprar algunas máquinas industriales, pero claro, habían arrancado con nada: cosían a mano. Y todo se fue aprendiendo sobre la marcha.
"Igual mucha ganancia no nos queda. Venite a casa para ver lo sencilla que es -sonríe Gabriel-. De hecho, el taller es aquí mismo, donde vivimos con Celeste", cuenta. Ahora se están haciendo otra piecita para poder atender a la gente y exhibir los productos. Como no tienen un lugar físico (un local comercial propiamente dicho), trabajan y reparten todo a domicilio.
En la Escuela Técnica Nº 647 Dr. "Pedro Lucas Funes" de la ciudad (y en el marco del Proyecto Lázaro), aprendieron a hacer los carritos ortopédicos. "Como casi nadie los estaba haciendo, también nos fue bien con este producto. Hoy somos los únicos que los ofrecemos en la capital, y vendemos a localidades como Paraná, Esperanza, Humboldt, Rafaela, Coronda, hasta de Rosario nos pidieron. También vendemos vía Mercado Libre. Hace unos días nos compraron uno de Mendoza", se entusiasma el joven.
Un carrito ortopédico en internet se vende desde los 8 mil pesos para arriba, hasta 50 ó 60 mil pesos. La pareja ofrece los más económicos a 5 mil, y los más sofisticados (aunque también artesanales) a 8 mil pesos. "La gente se fija en eso también. En algo bien hecho y que se pueda pagar", agrega Gabriel.
El tiempo que puede llevar la elaboración de un carro ortopédico (luego de medirlo en el perro que lo usará) depende de varios factores. "Hay carritos de dos y de cuatro ruedas, y algunos demandan más tiempo de producción que otros. Por ejemplo, un carro de dos ruedas para un perro chiquito se hace en tres o cuatro días; pero con otros que llevan cuatro ruedas, más arneses, sujeciones y los soportes regulables, etcétera, puede demandar casi dos semanas. En cada caso nos fijamos el tiempo de tratamiento que debe hacer el animal", explica el emprendedor.
Gentileza Juntos. Gabriel y Celeste decidieron jugarse y hoy proyectan con ganas la ampliación del emprendimiento.Juntos. Gabriel y Celeste decidieron "jugarse" y hoy proyectan con ganas la ampliación del emprendimiento. Foto: Gentileza
"Nunca nos inscribimos para recibir alguna ayuda social, como el IFE. Sólo nos pusimos a ver qué podíamos hacer, y esto es lo que logramos. Fue sobre la base del esfuerzo y la perseverancia", asegura Román.
¿Y qué se le puede decir a esas personas que tras la pandemia perdieron el trabajo y aún no saben qué hacer? Gabriel lanza un mensaje positivo: "A esa gente, sólo decirle que no tenga miedo, que hay opciones para emprender. A veces no sale bien, pero siempre algo se gana, porque se aprende. La clave es meterle ganas y esfuerzo: sólo así y de a poco se puede", cierra.